La añorada Montse Mompart, la "Pasionaria" de los Molinos, tendrá por fin una plaza con su nombre a su estimado barrio. Y no será una plaza cualquiera, sino la plazoleta que hay ante el bar que regentó durante muchos años, en la calle de Esperança, donde en 2006, después de su muerte, esparcieron sus cenizas. Cómo explica su hijo Miquel Ponce, ella siempre decía que cuando muriera echaran las cenizas a la plazoleta de ante el bar, para estar con el niños y el perros que allájuegan.
Montse, durante los años de formación del barrio de los Molinos y de carència total de servicios y derechos de los ciudadanos, se convirtió en una persona a que los vecinos y vecinas acudían ante cualquier problema, y su bar aconteció un elemento imprescindible de cohesión social, referente de compromiso político con las ideas de libertad y democracia durante la negra noche del franquismo. Desde allá se organizaban actividades solidarias y clandestinas y se apoyaba a cualquier causa dirigida a construir un barrio mejor y más justo. Todo el mundo sabía a los Molinos que representaba Montse, sus hijos, el bar, la política... Allá se organizaban recolectas para pagar el traslado y entierro de difuntos, se daba de comer a personas necesitadas, se estimulaba y apoyaba cualquier reivindicación vecinal.
Su bar, el "Bar de Montse", se podía considerar un tipo de escuela popular. Aquel establecimiento fue durante los últimos años de la dictadura un centro de lucha clandestina del PSUC. Allá se guardaba en un doble fundes del techo el material de propaganda, que después se distribuía o repartía, se coordinaban acciones y se convirtió en todo un referente y un símbolo político en Mataró. Desde el "Bar de Montse" se impulsaron las primeras movilizaciones de los Molinos: por el alumbrado público, para asfaltar las calles, para hacer la primera escuela cuna y el primer casal de los abuelos, para fundar una asociación de vecinos verdaderamente democrática.
Hace unas semanas el Pleno municipal del Ayuntamiento aprobaba formalmente que la plazoleta de Esperança pase a decirse "Plaza de Montse Mompart". Pero este homenaje va más allá del reconocimiento al trabajo y la lucha de una persona concreta, en este caso de Montse. Este homenaje servirá, como ella hubiera querido, para reconocer el trabajo imprescindible de todas aquellas personas que se jugaron su futuro durante la dictadura, que lucharon para devolver la democracia y para hacer unos barrios, una ciudad y un país mejores.
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