La tensa y turbulenta relación existente entre periodismo y poder es el tema principal de la obra de Pere Riera que aterrizó este sábado al Teatro Monumental. 'Desclasificados' a menudo te puede hacer recordar a otros fenómenos del género audiovisual en el que aparece un vínculo profundo de las relaciones de los dos poderes. Todo y la escasez de referencias temáticas similares con esta obra teniendo en cuenta la explotación de los grandes tópicos comerciales que predominan en el mercado cultural, es cierto que todavía hay vestigios que sobreviven. 'Good night, and good luck' es un claro paralelismo no muy lejano. Lo es incluso en la entrevista que Edward R. Murrow concede al senador Mc Carthy, la cual hace recordar a la propia esencia de 'Desclasificados', una trama construida a través de una entrevista de Emma Vilarasau a Toni Sevilla encarnando la periodista del compromiso público con el político corrupto. No obstante, es en este punto donde hay diferencias que a menudo caen en el arquetipo contemporáneo, en el canon que a menudo nos transmiten los referentes mediáticos.
En el caso de 'Desclasificados', el amagament de la verdad acaba siendo un desenlace que plantea la idea del escaso poder del periodismo, una idea que se corresponde a un caso de privacidad íntima de un mandatario político. Rompiendo con esto, el film de George Clooney ofrece un claro desenlace evocador a la verdad, una seria trama donde el papel del periodismo contribuye en gran parte al final de la caza de brujas en los Estados Unidos, un hecho de consecuencias sociales. Con todo esto se puede decir que el abuso de menores como caso particular no es un tema de afectación social en comparación. No obstante esta diferencia, Pere Riera ha acertado en el tratamiento minucioso de una obra con una gran potencia temática, pero se ha olvidado de los verdaderos problemas de la sociedad substituïnt-los por un caso más cercano para el periodismo amarillo. En este sentido carece un redondeo de la trama, muy construida y representada, pero poco jerarquizada cuando a repercusiones sociales. Por su parte, el escenario combina tonalidades de color pastel que se corresponden con la seriedad de la trama, no recorriendo excesivamente ni a colores rainbow ni a tonos demasiado oscuros que propondrían un hilo conductor más adecuado para productos de Stephen King. En cuanto a los diálogos, Riera apuesta por toques cómicos de sexualidad picaresca que retratan la primitivitat de los impulsos humanos, siempre presentes independientemente de los tipos de cargos que se poseen. En contraposición, la imagen de la periodista atractiva y aparentemente segura de sí misma y la concepción del político arrogante que manipula la opinión pública mediante el soborno son dos retratos estereotipados que conforman la caracterización clásica de estos dos personajes. Así pues, vendrían a recordar imágenes como la de la periodista de Tv3 Núria Soler o del mismo J.M Aznar, sobre todo en términos capilars. En cuanto a la cabeza de prensa del gobierno, Abel Folk interpreta un majestuoso papel en el que la duda y la seducción son dos de sus armas predilectas.
En conclusión, el Teatro Monumental ha acogido una obra con una gran reflexión temática, a pesar de tener algunas desviaciones de las verdades preocupaciones públicas. Temas de debates sociales que, a la hora invitan a pensar en cómo todo puede cambiar de rumbo de la noche a la mañana, tan sólo con un acontecimiento que lo gire todo. Como una llamada puede conducirte a situaciones en las que tienes que elegir un camino o el otro. Nuestras decisiones nos afectan a nosotros mismos. Pero, si tenemos un cargo de responsabilidad social, nuestras decisiones pueden recaer en un gran número de ciudadanos. 'Desclasificados'es un claro ejemplo de esta obligación moral.
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