Hace casi tres años que la media docena de viviendas del edificio ubicado a la Muralla de Sant Llorenç, 22, de Mataró están ocupados ilegalmente. Uno de tantos edificios que viven la misma situación en la capital del Maresme, donde en los últimos meses las ocupaciones se ha disparado. Pero este caso en concreto resume a la perfección todas las problemáticas que suelen converger en este fenómeno: desatención por parte de la propiedad, en este caso una entidad bancaria; mafias de la ocupación perfectamente organizadas, problemas graves de convivencia con los vecinos del entorno, degradación urbana, daños a los pisos colindants, negocios afectados -un restaurant que ha tenido que cerrar- y un largo etcétera. Un desastre, en definitiva, que tiene muy difícil solución; el Ayuntamiento está encima desde hace años, pero no tiene suficientes herramientas para resolverlo.
El edificio de la Muralla de Sant Llorenç está conformado por planta baja con un local comercial y dos pisos con seis viviendas divididas en dos porterías. Había sido propiedad de Caja Laietana, que va atesorar una gran cantidad de patrimonio inmobiliario a la ciudad. Cuando la entidad de ahorros mataronina fue absorbida por Bankia, el nuevo grupo bancario también heredó todas estas propiedades. Y, como denuncian los afectados por este caso, se desentendió. Muchos de estos edificios, ya sean de viviendas o de oficinas, han quedado vacíos y se han ido degradando por carencia de uso y de cura. Y esto, inevitablemente, ha derivado en ocupaciones ilegales y en todos los problemas asociados.
"Hará dos años me van reventar la pared medianera de casa mía, haciendo un butró, para conectarse a mi suministro de agua", relata un vecino
"Ya hace casi tres años que entraron. Hay un tipo de grupo que se cuida, una de estas mafias que relloga los pisos. Han intentado de todo: cortarlos el agua y la electricidad, ha venido la policía, técnicos municipales se lo han mirado por arriba y por bajo... Pero aquí siguen, aguantando". El testigo del residente de un edificio colindant al número 22 es intercambiable con el de cualquier vecino de un inmueble ocupado en Mataró. Pero él, que prefiere mantener el anonimato, ha sufrido especialmente las consecuencias. "Hará dos años me van reventar la pared medianera de casa mía, haciendo un butró, para conectarse a mi suministro de agua", relata. Lo denunció a Bankia, pero no ha recibido respuesta, así que tuvo que afrontar un gasto de centenares de euros para arreglar los daños causados.
Otra víctima directa es el restaurante Gaudium, que a principios de este año cerró puertas después de casi una década de actividad, después de que los propietarios se hartaran de la situación que se vivía. El establecimiento abrió puertas en 2011, y el local lo alquilaron a Caja Laietana, que era entonces el propietario. "En aquellos tiempos creo que a todas las viviendas vivía gente", recuerda el propietario del restaurante, que también prefiere que se omita su nombre. Después de que el inmueble pasara a manso de Bànkia, los pisos se fueron vaciando, ya fuera por desalojos por impago del alquiler, o bien porque los apartamentos, todos ellos de dimensiones muy reducidas, ya no respondían a las necesidades de los locatarios. La propiedad no parece haber hecho ningún esfuerzo para ponerlos de nuevo al mercado, y el edificio y sus viviendas fueron llanguint, como en tantos otros casos en Mataró: se calcula que en la ciudad hay más de 3.000 pisos vacíos, propiedades sobre todo de entidades financieras y de grandes tenedores.
El restaurante Gaudium, antes de cerrar puertas el enero de este año
Con la llegada de los ocupas, la situación se deterioró todavía más. "Pincharon el agua y la luz, como si no pasara nada, y entre el alcantarillado que traía años parado y la suciedad de la lluvia acumulada, todo va estallar y se fueron a pique", explica el gestor del restaurante. El establecimiento se los inundó , la terraza se los llenaba de desechos que tiraban los nuevos residentes… Un problema detrás el otro que resultaba imposible resolver puesto que la propiedad se desentendía. "Cualquier trámite es lentísimo, nunca encuentras el responsable directo, todo son correos electrónicos que tardan una eternidad al responder, y tampoco mostraron ningún interés al renovar el contrato de alquiler y hacer las reformas necesarias al local", destacan desde el restaurante. Cansados de todo, plegaron velas. En las próximas semanas tienen previsto reabrir en la calle de Cuba, pero con un nombre nuevo. "Empezamos de cero", explican.
El restaurante Gaudium cerró puertas a principios de año después de casi una década de actividad, puesto que los propietarios se hartaron de la situación que se vivía al inmueble
Los vecinos explican que, actualmente, la convivencia con la mayoría de ocupantes de los pisos no es especialmente problemática, a pesar de que sí que han detectado indicios de tráfico de drogas desde uno de las viviendas. Por el que han podido averiguar en alguna conversación aislada con los ocupantes, hay una organización detrás que es la que cambió todas las cerraduras, pinchó el agua y la luz y los revendió los pisos, por cantidades que oscilan entre los 2.000 y los 3.000 euros. Prácticas que son vox populi en todo Mataró, a pesar de que Mossos d'Esquadra nunca ha conseguido desarticular ninguno de estas presuntas mafias porque no consiguen testigos que se hayan beneficiado y que declaren directamente contra ellas.
La intervención del Ayuntamiento
Todo ello, los vecinos de la Muralla lo han expuesto enel Ayuntamiento y a la Policía Local, con quien han mantenido varias reuniones. "Pero no ha servido de mucho, porque la cosa no avanza", relatan. Esto no implica que desde el consistorio no hayan hecho nada, puesto que se está haciendo seguimiento tanto desde Policía Local como desde el ámbito de disciplina urbanística (Licencias) y Vivienda. Según explican fuentes municipales, la Policía Local tiene 6 expedientes de viviendas ocupadas al número 22, algo que han puesto en conocimiento tanto a Bankia como la compañía suministradora de electricidad. En los dos casos, explican, los respondieron que denunciarían los hechos por vía judicial. Al consistorio le constan un mínimo de 11 incidencias en esta dirección: quejas de vecinos a la Policía Local por ruido, mal olor, etc.
Otra cuestión que preocupa los vecinos de la Muralla es el estado de degradación que presenta el edificio, que temen que amenace ruina. El Ayuntamiento ha llevado a cabo diferentes inspecciones técnicas desde 2018 y requerimientos a la propiedad para subsanar los problemas detectados. Algunas de las deficiencias han sido reparadas, y este mes de mayo se le ha hecho un nuevo requerimiento a Bankia porque lleve a cabo nuevas reparaciones, según un informe realizado el noviembre pasado cuando técnicos municipales, según explican desde el consistorio, sólo pudo acceder a una parte del edificio. A pesar de todas estas intervenciones, el problema sigue, sin perspectivas de solución a medio plazo. El Ayuntamiento ha establecido ahora un nuevo protocolo de actuación que faculta a la Policía Local para hacer desalojos preventivos en caso de peligro para las personas, algo que podría ser aplicable al inmueble de la Muralla de Sant Llorenç
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