Mitin de las organizaciones antifascistas al teatro Clavé, 1936.
Mitin de las organizaciones antifascistas al teatro Clavé, 1936.

Maria Coll

'No los hacéis caso, volvéis a casa'

En Mataró, los soldados del cuartel de la ciudad también se van sublevar contra el gobierno de la República

Las noticias de la sublevación de las tropas del general Franco en el Marruecos llegaron a Mataró el mismo 18 de julio a través de la radio. Muchos ciudadanos, no se sorprendieron mucho del hecho, puesto que hacía días que políticos y periodistas informaban del peligro que corría la Segunda República, instaurada democráticamente el 14 de abril de 1931. El mismo día del levantamiento en la África, por ejemplo, el sindicalista Joan Peiró escribía al diario Combate: "El panorama ya no puede ser más negro. El fascismo ya ha empezado a dar su don de pecho y puede bien decirse que la Guerra Civil es un hecho que ya no podrá parar". Y, muy alertada, la ciudad se preparaba. El mismo 18 de julio al atardecer, al teatro Bosque –actual Monumental- se reunía una asamblea de fuerzas populares y se constituía un comité de emergencia con representantes de la CNT y la UGT para velar por los principios del sistema político legítimo.

El día siguiente por la mañana, aproximadamente a las ocho, siguiendo los acontecimientos ocurridos en Barcelona, los miembros del 8è Regimiento de Artillería Ligera de Mataró, dirigidos por el comandante Álvarez-Buhilla, salieron del cuartel, aunque la noche antes el coronel Julio Dufóo Borrego, había prometido al alcalde, Salvador Cruxent, que se mantendrían inmóviles. Los militares avanzaron por la calle Churruca, la Rambla y la Riera, hasta las puertas del Ayuntamiento. Allí, el alcalde de la ciudad, Salvador Cruxent y los regidores, decidieron abandonar el edificio. Enseguida, Mataró quedó ocupada militarmente: confiscaron las centrales de teléfonos y telégrafos, las sedes de los partidos políticos, se declaró el estado de guerra y se colocaron baterías en lugares estratégicos de la ciudad.

Estos militares, pero, no salían sólo a intentar derrocar la República. Según explica Margarida Colomer en su última obra La guerra civil en Mataró, 1936-1939, un grupo de jóvenes voluntarios de la Juventud de Acción Popular (JAP), la rama joven de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) y escasos ciudadanos afines a este partido también los apoyaban. Pero en general, los mataronins decidieron, aquella mañana de domingo, quedarse a casa y seguir los acontecimientos por la radio, puesto que los resultados del levantamiento en Barcelona era decisivo por el futuro del resto de ciudades del país. Por la tarde, cuando la derrota de los militares a la capital catalana ya era casi evidente, los mataronins van atansar-se al Ayuntamiento. Allá, los ciudadanos llamaban contra los oficiales y recomenaven a los soldados: “No los hacéis caso, volvéis a casa”, “dejadlo correr”.

La noticia de la derrota del general Goded en Barcelona convirtió en inútil la sublevación a las otras ciudades. Por la tarde el alcalde Cruxent volvió al Ayuntamiento y los militares se rindieron sin complicaciones. Enseguida, ya desarmados y bajo una fuerte lluvia de insultos, los militares fueron acompañados otro golpe al cuartel, protegidos por las autoridades y por un grupo de carrabiners afines a la República venidos de Arenys de Mar. El día siguiente, se volvieron a producir la crema de algunos conventos, se creó el Comité de Salud Pública o antifascista, integrado por fuerzas políticas y sindicales adictos al Frente Popular y tuvieron lugar registros y detenciones. La guerra había empezado.

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