Ramon Bassas

Noche de Reyes o de rebajas?

Esta de hoy es la Noche de Reyes. La alianza entre los economicistes de derecha, que encuentran que todo el que relaja la productividad es un estorbo, y los laicistas de izquierda, obsesionados tanto como los integristas al ver casuística religiosa incluso cuando se hacen un pedo, quizás la pone en peligro un día u otro. El nuevo despotismo ilustrado quiere borrar festivos entre semana y "obliga" los ciudadanos a "liberarse" del yugo cultural al cual ignora estar aferrado. No, no el del consumo desaforado, al contrario: la angustia del deseo continuamente satisfecho e insatisfecho a la vez nadie lo considera ningún yugo cultural. "Está claro, manda el dinero, que nadie podrá esconder que es uno de los instrumento más laicos existentes", dijo inocentemente un reconocido laicista de casa nuestra cuando celebraba el acuerdo del actual gobierno al "racionalizar" las fiestas. Todo son rebajas... de profundidad.

Efectivamente, la Noche de Reyes tradicional incluye algunos elementos contra-culturales. Contra el que muchos piensan, su origen no es estrictamente 'religioso'. De entrada, ninguno de los evangelios habla de reyes, ni de su nombre, ni de Oriente; en todo caso de unos 'magos' que, en el top ten de los agraciados por la encarnación de Dios -en todo caso- van a detrás de los pobres y los desvalidos (aquí podéis ver tres interpretaciones modernas).

La tradición, mica en mica, ha añadido dos otros elementos hoy mucho en desuso: el misterio y la espera. Contrariamente también al que muchos piensan, los dos elementos nos serán muy útiles a la edad adulta. Por un lado, porque la aproximación a las cosas y a las personas, en ninguna parte de hacérnoslas más claras o descriptibles, nos las hace más misteriosas. Descubrimos que rera la apariencia esconden mucho más, incluso dimensiones inefables. Y este descubrimiento, este nuevo espacio para recorrer, nos llena de nuevo de deseo. De la otra, porque hay que aprender que todo proceso tiene maduración, tanto para entender las cosas como para obtener resultados. Sin masticarlas (Nietzsche recomendaba que fuéramos como vacas), sin perspectiva, sin silencio, sin tiempo, sin esfuerzo... ni las digerimos ni las entendemos ni las disfrutem.

El misterio y la espera se tienen que aprender; nuestro instinto, nuestra parte del cerebro encargada de los pequeños estímulos, nos apresura a responder. Pero una buena educación de estos estímulos (y los mitos son, sobre todo, educativos... cuando la razón soleta notiene bastante), sin negar la respuesta, la harán esperar, la harán madurar,encontrarán caminos todavía más estimulantes de los que nos proponían saciar. O no es esto, el amor?

Pues que las regalos avanzados el día de Navidad con la complicidad del padre Noel, o que la Santa Alianza ultraliberal y ultralaïcista, no nos lo acaben de estropear más.

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