Sílvia Raya, técnica de emergencias sanitarias. Foto: R. G.
Sílvia Raya, técnica de emergencias sanitarias. Foto: R. G.

"Nunca nos habíamos encontrado con una situación tan dura y cruel"

La mataronina Sílvia Raya, técnica de emergencias sanitarias en una ambulancia, tiene que romper el confinamiento para hacer frente a diario a los estragos del coronavirus

La mataronina Silvia Raya tiene 40 años y trabaja desde hace 16 como técnica de emergencias sanitarias en una ambulancia al servicio de urgencias en el Maresme. Se trata de una de las trabajadoras obligadas a romper el confinamiento puesto que es empleada en uno de los servicios considerados esenciales para hacer frente al coronavirus. La suya es un trabajo vocacional, como demuestra que a los 16 años Silvia ya hacía de voluntaria a Cruz Roja de Argentona. A pesar de que en todo este tiempo ha tenido que afrontar situaciones de todo tipo al trabajo, asegura que nada lo había preparado por el que estando viviendo ahora con esta epidemia. "No nos habíamos encontrado nunca en una situación similar, tan dura y cruel, no pensábamos que sería tan brutal, y el problema es que todavía va además", constata.

El relato que hace es estremidor. "Al trabajo ya conocemos el covid-19 como la enfermedad de la soledat; por mucha familia que tengas, por muy muy cuidado que hayas sido por tu gente más cercana, esta enfermedad se te endú solo, sin nadie al lado". Asegura que en este sentido no se puede comparar en dureza con ninguna otra enfermedad mortal, puesto que debido a las medidas extremas que se toman para evitar los contagios y la propagación, los enfermos no pueden estar acompañados. "Ver que el paciente está solo, que nadie le mujer la mano… Para ellos y para su gente es mucho llevar, voces como se llevan tu familiar y quizás no lo vuelves a ver más", constata la técnica de emergencias sanitarias.

"Es la enfermedad de la soledat, por mucha familia que tengas, se te endú sin nadie al lado"

Para los profesionales sanitarios, como ya es muy sabido, la situación también es complicadísima. La rutina de trabajadores como Silvia ha cambiado de pleno: de atender personas involucradas en accidentes de tráfico o caídas, entre otros, han pasado a hacer frente a una media de 10 o 12 casos de posible covid-19 por cada turno por la noche. Y lo hacen, como explica la mataronina, sin las medidas de seguridad adecuadas. "Mi empresa no tiene la culpa, pero la carencia de material de protección y de aislamiento es muy grande y cada día te cambian los protocolos en este sentido", constata. Para Silvia, como para todos sus colegas, la situación a menudo se hace insostenible. "Cada mañana vuelvo a casa sin saber si lo hago contagiada o no, y allá me esperan mi pareja y mis dos hijos".

"Cada mañana vuelvo a casa sin saber si lo hago contagiada o no, y allá me esperan mi pareja y mis dos hijos"

Ante un panorama tan desolador, Silvia asegura que la única manera que tiene la gente de ayudar los profesionales como ella, y colaborar al parar la enfermedad, es mantener el confinamiento. "Está muy bien que salgan a aplaudir a los balcons, nos reconforta mucho, pero los auténticos héroes son los que se quedan en casa. Son los que nos ayudan a que esto se pare de una vez", concluye.

 

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