Desde fuera del mundo del libro, normalmente se ve la fiesta de Sant Jordi como un día especial y muy guapo en que los libreros, los escritores y los editores hacen su agosto particular. Pero no todo son flores (rosas, en este caso) y violas. Es curioso que, en estas fechas, todo el mundo se olvida de hablar de otro de los escalones importantes dentro de la escalera de la industria y el comercio del libro: las empresas distribuidores. l el grave problema que, en mi opinión, representan algunas de ellas (sobre todo las más grandes y potentes) por el pequeño y mediano librero.
Y como ejemplo, nada mejor que explicar qué ha pasado este año con la distribución de libros por el día del libro. Y es que ya antes de que llegue el día 23 por la mayoría de librerías este Sant Jordi no ha empezado mucho bien. La distribución de los pedidos de Sant Jordi ha sido llastimosa y, si bien con casi todas hay habido alguna incidencia u otro, las que han ofrecido un peor servicio a los libreros son, precisamente, las empresas distribuidores más grandes: Enlace (Grup 62), Logista (Grupo Planeta) y Arco de Berà (que aglutina varias editoriales, majoritariament catalanas) se llevan la palma.
Qué ha pasado? Cómo funciona todo esto? Los pedidos de Sant Jordi, que los libreros empiezan a preparar a inicios de marzo, acostumbran a ser voluminosas, tanto perque se trata de un día en que las vendres sueño espectaculares, como por que las distribuidores aplican un descuento adicional de un 5 % que las pequeñas librerías tienen que aprovechar, básicamente por dos razones: para poder hacer una rebaja del 10% a los clientes el Día del Libro y también perque el margen habitual del 30 % (tinguent en cuenta los precios de los libros) es una bisagra poco beneficiosa.
Con estos pedidos se procura, por un lado, reponer aquellos libros que ya se van vendiendo durante el año o que han tenido éxito los últimos meses, y por otro lado se apuesta por unos pocos títulos que tienen que ser los números uno de Sant Jordi, pero de los cuales sepiden grandes cantidades. Normalmente, las mismas editoriales ya se encargan de hacer saber qué seràn estos super-ventas.
Pues resulta que este año los pedidos han llegado tarde. Y dique tarde, para no decir tardíssim. La mayoría de distribuidores empezaron a enviar los paquetes la primera semana de abril, y esto ya es justo de tiempo por el librero, a quien se le acumulan las cajas, los libros y el trabajo, teniendo que entrar títulos al ordenador, marcar precios y buscar el espacio (insuficiente) para colocar tantos y tantos volúmenes. Y no os engaño si os digo que hay librerías que, a una semana de la fiesta de Sant Jordi, todavía esperaban que llegara el cargamento de algúns distribuidors y, incluso, finalmente, se han quedado, en algún caso concreto, sin servicio.
Y resulta que este año la mayoría de pedidos han llegado mal. Y dique mal para no decir otra cosa. De hecho, el representante de una de las distribuidores me confesó la semana pasada que el servicio era, en general, la de todo el sector, lamentable y vergonzoso. O sea, el librero aguanta durando todo el año un servicio de novedades infumable que le llena las estanterías de títulos que no ha pedido y que no quiere de cabeza de las maneras perque sabe perfectamente que no los venderá; un servicio de novedades que le vacía la cuenta corriendo perque todo esto son facturas que tiene que pagar por adelantado aunque vuelva los libros; un servicio de novedades impuesto por las distribuidores que lo exigen como condición indispensable para poder abrir cuentas. Todo el año, pues, aguantando este juego por qué, cuando llega el momento de poder vender más y de hacer cajón para poder salir adelante, estos distribuidors ni envíen todos los títulos que pide el librero ni las cantidades de ejemplares que necesita para llenar librería y paradas. Tampoco paran, ni la misma semana de Sant Jordi, el maldito servicio de novedades. Todo el contrario, si pueden, endosan otros títulos que el librero no ha pedido, o llegan ejemplares en mal estado que no se pueden poner a la venta, o se adjuntan albaranes desordenados y malfets que sólo hacen que complicar el trabajo. También es habitual (durando todo el año, pero especialmente por Sant Jordi) que el distribuidor diga a libreros pequeños y medios que no le queda ningún ejemplar de determinadas obras que pueden interesar especialmente. Y que, por lo tanto, noenvía ni uno sólo. Mientras tanto, otras pocas grandes libreríastienen pilas y pilas a la entrada.
Todo esto es una mala distribución, o sea, un mal trabajo. Un desastre que no ayuda nada a la subsistencia de las pequeñas librerías. Todo el contrario. Los distribuidors, que tendrían que ser los primeros interesados al facilitar al máximo la venta de libros, seràn, en mi opinión, unos de los grandes responsables de que estas librerías vayan desapareciendo. Esto, más que no, ya os lo aseguro, la típica queja que no paramos de sentir una y otra vez de que cada vez hay menos lectores y menos compradores. Esta canción de la enfadós es un tópico de la cual empiezo ha estar cansado. Y de la falta de profesionalidad de algunos distribuidors y de sus representantes, también. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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