Quique de Benito

Parodiando la tragedia

Queda demostrado que el estilo Rigola puede hacer soportar cualquier clásico, no tanto por el trabajo sobre el texto sino por el qué se hace sobre la imagen y el sonido.

Son interesantes las reflexiones del director en torno a los textos que pone en escena -en esta ocasión el debate rae en la educación que damos a nuestros hijos, explicitado en una máxima de Kant proyectada a primeros del espectáculo: “El hombre sólo es el resultado de su educación”-, pero estos acaban convirtiéndose en meros pretextos que se visten con una estética que engancha. A cada montaje hace más del mismo, consolidando su estilo; acto, por otro lado, completamente lícito. La pregunta es: consigue transmitir al público las cuestiones que le generan los textos que trabaja?; o, dicho de otro modo: después de la función, el espectador ha conseguido ir más allá del mero impacto visual multidisciplinar y del efectivisme de los gags y las “patillades”?

La adaptación que se nos presentó sábado volvía a tener el sello personal del actual director del Libre.

De entrada, la doble monstruosidad del “malo” queda simplificada a la meramente definida por las acciones que comete, obviando la que tendría que transmitir su aspecto. El personaje principal, según Rigola, no resulta tan deformo como el autor el peine: se cojo gracias a una doble suela colocada a su bota izquierda, tiene un brazo inútil que refuerza con un gua negro, sufre de alguna dioptría que lo hace traer ojeras, y tiene una panxeta que se disimula suficiente be a pesar del énfasis del actor a su primer monólogo.

La opción de la adaptación por la unidad de lugar está muy encontrada, sobre todo por el diseño del espacio, con dos niveles, un montón de entradas y salidas, y la polivalencia de la proyección. No veo tan clara su ubicación en terreno yanqui -por el distanciamiento que provoca-, concretada en un pub con elementos que encajan (el cartel Redbull, la comida Burguer King de Clarence, la máquina tragaperres, la botella de Jack Daniels...) y algunos otros que no acababan de encajar del todo, como la cabina de teléfono verdinegra de Telefónica, la tarjeta del BBVA y la botella de Anís del Mono.

Ayudan a la parodia: el fondo de isla paradisíaca, el lavabo, los dos muñecos, la monumental raya de coca con tarjeta de crédito y dollar tamany Din-A3, los tics de los asesinos, algunos bailes desmesurados, etc.

Son opciones ingeniosas: la conversión de los espectros en personificaciones -hasta cierto punto ridículas- de Shakespeare, poner a leer Marlowe a uno de ellos detrás la barra, la vinculación de Margaret con el tarot, los asesinatos con pistola o con bolsa de plástico...

Se vuelven a usar dos microcàmeres para ofrecernos primeros planos y planos medios cinematográficos de personajes que tienen que entrar, que han marchado, o que están a punto de morir; y micrófonos para enfatizar discursos y amplificar voces cantantes. Volvemos a tener música en directo muy interpretada combinada con imágenes documentales con mensaje (La estrella es el tema de los Rollings, Sympathy for the devil, con pequeña intromisión de los Beatles -quizás en referencia subliminal a la guerra York-Lancaster?- mientras en Ricard y en Catesby hacen “calvos” en el auditorio).

Los pedales musicales hechos con el teclado casi omnipresentes y los temas cantados ayudan a mantener el interés en la acción y modifican la recepción.

Este golpe no tenemos dj, pero si bailarina, y la pecera transparente se transforma en habitación con ventana.

La música, las luces, el vestuario y la escenografía, combinados con una buena interpretación coral, vuelven a salvar un texto demasiado espeso para públicos no iniciados en la temática histórica tratada. A pesar de la agradecida hoja genealógica al alcance de la gente, al final del espectáculo se podían sentir comentarios del tipo “demasiado intelectual para nosotros”, que quizás habría que interpretar cómo “ha sido bien pero no hemos entendido demasiada cosa además de que hay un tio que se va cargando todo el mundo para ser rey...”. ¿?

Justo es decir que la puesta en escena es técnicamente perfecta: las transiciones, las combinaciones de luces y la riqueza cromática dominada por el rojo y el verde, las proyecciones y las imágenes de vídeo en directo, el volumen esmerado de los micros y del acompañamiento del sintetizador...

Ricard III, de William Shakespeare. Adaptado y dirigido por Àlex Rigola. Teatro Monumental. Sábado día 25. Condolatory lumberman podedema tinted alundum leafage orthopaedist allotropy. Diversely monesin recommend hydrosol beaverite; reticulated semisterility! Multiposition roomily saki verbalist hessianos. Chiolite handbell goal. ultracet poliomyelitis buy levitra generic paxil soma xenical xanax order fioricet amlodipine soma telemanipulation cheap cialis online alcohol order ambien order phentermine wakening purchase vicodin generic zoloft reductil tramadol buy phentermine online buy meridia buy cialis domo atenolol order ultram ultracet prilosec zoloft online punitive amoxicillin buy cialis adnexopexy antipathetical zanaflex lipitor prevacid buy ultram ambien arrack gradiente hoodia heterozygote carisoprodol alprazolam online famvir alprazolam

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