El nombre de Mike Newell ha quedado ineludiblemente ligado a la comedia romántica Cuatro bodas y un funeral, pero el cierto es que en su heterogénea filmografía, el realizador británico ha dado numerosas pruebas que lo confirman como un director versátil, que se siendo cómodo con la narrativa de los géneros y que no renuncia, dentro de un cine comercial muy encorsetado, a aportar pequeños toques personales. Con todas las reservas previas que genera un producto comercial cómo es la adaptación del videojuego Prince of Persia al cine, hay que decir que Newell ha vuelto a demostrar una vez más su dominio del cine de acción y aventura, convirtiendo este encargo en un correcto y fuerza recomendable entretenimiento libre de pretensiones, consciente de sus propias limitaciones y apto para todos los públicos. Con este Prince of Persia, Newell huye de la estética metálica de muchas adaptaciones de videojuegos y la puerta hacia un terreno más referencial y enmarcado en la tradición del cine de aventuras más despreocupat. En la película nofaltan personajes que dentro del estereotipo tienen su personalidad bastante definida, diálogos sencillos pero ingeniosos, una trama más compleja que la sucesión de pruebas que acostumbran a definir las películas basadas en videojuegos y sobre todo, efectos especiales convincentes y dominio del ritmo. Todos los ingredientes muy medidos para una receta que, a pesar de ser tradicional, muy cocinada puede dejar buen gusto al paladar.
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