Eusebi Vidiella narra por qué espacios se movía cuando era joven y cómo recuerda el Mataró de aquellos años:
Nací en una casa justo ante el Ayuntamiento, la misma casa en la que teníamos el negocio familiar, una librería y una imprenta. Era el número 48 de La Riera. Curiosamente, cuando por razones urbanísticas cambiaron la numeración de la calle, este fue el número que pasó a tener el Ayuntamiento.
Poco tiempo libre me quedaba en mis años de juventud. Combinaba los estudios – iba a la escuela Santa Anna – con el trabajo a la librería. Así las cosas, cuando tenía la edad que ahora tiene mi nieta Laura, casi no salía nunca de La Riera, abajo y arriba, y siguió siendo así mucho tiempo, puesto que de Santa Anna pasé a Valldemia. El parque Central ya me parecía que era muy lejos! Y si salía fuera de estos límites, era para hacer alguna entrega de prensa: si un repartidor de diarios se ponía enfermo, me acostumbraba a tocar a mí hacer la distribución a los subscriptores antes de entrar a la escuela.
De tanto recorrerla recuerdo perfectamente tiendas y personajes de aquellos años 40 y 50 del siglo pasado. En algunos casos no hay que hacer mucha memoria, puesto que los establecimientos todavíaestán, como la ferretería Colomer, la granja Caralt, o la farmacia Fité, que entonces también era droguería. Otros, también muy populares, desaparecieron no hace paso tanto, como el bar Canaletas, a la esquina con la muralla de Sant Llorenç. Tenía una vela muy característica y mesas afuera, protegidas por un cercado cuando llegaba la época del frío. Era toda una institución en Mataró. Los domingos apuntaban, de cara en la calle, los resultados de la liga de fútbol, y seacumulaba la gente para saberlos. También tenía gran éxito el "xurrero", a la esquina con la calle de Argentona, si bien en aquellos años la tienda todavía era como una barraca de feria. El amo era muy conocido por su carácter simpático y su corpulencia.
Precisamente hasta allí llegaban los adoquines de La Riera, para que el tranvía, que tenía una parada ante casa, no sufriera mucha durante las riadas. Y es que la parte alta de la calle todavía era de tierra, y un par o tres a veces vi bajar por allí agua a chorros, muy bien de un metro de altura. Hacía respeto. El tranvía giraba por la calle de Argentona, en unos momentos en queempezaba a haber algunos coches pero en que los carros con caballos eran el vehículo más usado.
Muchos deben de recordar también el aspecto que tenía la escuela Santa Anna, porque el edificio anexado se levantó no hace paso tantos años. El patio era relativamente generoso, a la parte altaresidía la comunidad de los escolapios, y los dormitorios del internado daban a la bajada de Santa Anna. Delante de estas ventanas, es decir, a la esquina donde ahora hay una óptica y un reloj, seencontraba Hace falta 65, tienda de betas e hilos.
Todo y el paso de tranvías y carros, jugábamos en la calle sin ningún problema. Acostumbrábamos a ir con los amigos detrás del Ayuntamiento, dondehabía una plaza mucho más pequeña que ahora, y allí lanzábamos la peonza o jugábamos a cromos y a baletes. También estuve bastante vinculado en el Centro Católico, jugando a baloncesto con la Deportiva y saliendo algunos años a los Pastorcillos.
Podría explicar muchísimas más cosas de un espacio, La Riera, que ya entonces era el centro neurálgico de la ciudad, tanto desde un punto de vista comercial como para el paseo y goce de toda la familia. En mi caso, además, también fue mi lugar de nacimiento, de estudios y de trabajo.
Laura Carrasco, nieta de Eusebi Vidiella, a diferencia del abuelo cuando tenía su edad, se menea por lugares muy distantes:
Tengo 14 años y vivo en la calle de Calella, en el barrio de La Llàntia. Justo ante casa hay un parque en el que a vecesestoy con la pandilla. Bien, ahora quizás no tanto, porque la mayoría de mis amigos son de Cerdanyola, puesto que voy al IES Sant Josep, y acostumbro a estar más por esta zona de la ciudad. A veces en la plaza de Canyamars, y a veces en una de muy pequeña que creo que no tiene ni nombre que hay al final de todo de la calle de Sant Josep de Calasanç. Queda como si fuera un callejón sin salida, y allíestamos muy tranquilos. A la pandilla somos nuevo, chicas y chicos, y normalmente en las plazas charlamos, estamos a los columpios... Jugar en la calle, en Mataró, no lo he hecho. En el pueblo de mi padre sí; él es de Minaya, de la provincia de Albacete. Aún así estoy bastante por fuera, con los amigos, mientras que si estoy en casa me gusta estar con el ordenador. A menudo vamos a casa del uno o el otro de la pandilla. Los desplazamientos los estiércol a pie, así vamos hablante y lo vamos "liant", y sólo alguna vez cogemos el autobús.
Saliendo de la escuela, pero, el que acostumbro a hacer es ir a casa del abuelo, a la calle de la Garrotxa, yhago los deberes. Los fines de semana puedo hacer un poco de todo. Una de las cosas que me atrae más en estos momentos es ir a las tiendas de ropa, principalmente a una de gótica que hay cerca de la prisión, puesto que desde hace un año me va este estilo. En el cine tambiénvoy a veces, en el Mataró Park. Me gustan las por el•lícules de misterio y las cómicas. Al padre siempre le ha gustado mucho la bicicleta, y a menudovamos los dos, por la misma ciudad, o por el Nuevo Parque Central. El que cuesta más siempre es la subida hacia casa... En el Nuevo Parque Central tambiénvoy con los amigos, nos llevamos las palas y las bolas y jugamos a las mesas de ping-pong. Bajamos La Riera y comemos algún bocadillo, y en algunas ocasiones comemos en un restaurante chino.

-
Comentarios