Iniciativa para recuperar un reloj emblemático de Mataró
Iniciativa para recuperar un reloj emblemático de Mataró

Redacció

El reloj de la plaza de Cuba vuelve a dar la hora

Una historia de memoria, oficio y compromiso local para recuperar un pequeño símbolo del centro de Mataró

Durante años, el reloj redondo que corona la esquina de la calle Sant Joaquim con la plaza de Cuba había quedado mudo. Un símbolo del barrio y de Mataró que, después de décadas marcando el paso del tiempo, dejó de funcionar. Ahora, gracias a la iniciativa de Felip Málvarez, de la Tintorería Bon Toc, y Enric Ximenes, tercera generación y actual gerente de la histórica Relojería Ximenes, el reloj ha recuperado su latido y vuelve a dar la hora a vecinos y visitantes.

Un reloj con historia

La historia de este reloj está íntimamente ligada a la de la familia Ximenes. Todo empezó con Francisco Ximenes Nadal (1918-2000), que de joven quiso ser ebanista, pero una poliomielitis le obligó a buscar otra profesión. Aprendió el oficio de relojero con el maestro Abenza y, con esfuerzo y dedicación, fundó su propio taller en Mataró durante los años difíciles de la posguerra.

Con el tiempo, el pequeño taller de la calle Balmes y después de la plaza de Cuba se convertiría en un referente. La Relojería Ximenes marcó generaciones, primero con la reparación y venta de relojes, y más adelante también con la óptica y la audición. Siempre con el mismo sello: oficio, rigor y proximidad.

El reloj de la plaza de Cuba no era solo un instrumento práctico: era también un reclamo, un símbolo y un punto de encuentro para muchos mataronenses. Con los años, sin embargo, el mecanismo se detuvo y permaneció en silencio, como un recuerdo del pasado.

La iniciativa que lo hace revivir

Después de mucho tiempo sin funcionar, Málvarez y Ximenes han decidido unir esfuerzos y asumir el coste de su restauración. El resultado es visible: el reloj vuelve a marcar la hora, como había hecho durante décadas, y recupera su papel como emblema de la plaza.

Un símbolo que mira hacia adelante

Con esta restauración, el reloj de la plaza de Cuba no solo recupera su función original, sino que se convierte en un símbolo vivo de la memoria colectiva. Una pieza que nos recuerda que el tiempo pasa, pero que la ciudad y su comercio de proximidad siguen latiendo.

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