La independencia de Cataluña, la futura república catalana, traerá a nuestro pueblo a disponer de su destino, que quiere decir tanto como que podrá administrar los recursos económicos, performar la educación de sus ciudadanos de manera llena, implantar un régimen social más justo y ajustado a la realidad y promover, en la normalidad, la lengua y cultura propias y otras cuestiones de vital importancia para la buena subsistencia del país y de su gente y esto con la manera de hacer que ha caracterizado el talante de los catalanes a lo largo de la historia. Este es el deseo y tiene que ser la realidad futura.
Se tiene la sensación, horas de ahora, que hay un temença para hablar de los disparos nacionales que conforman la identidad de nuestro pueblo, los siempre presentes hechos diferenciales, una identidad a la cual todo el mundoestá invitado a ser y que no hace faltaque abandone su personalidad de origen para participar. Pero esto da miedo, según se puede percibir, de decirlo, de explicitarlo claramente.
Una de las cuestiones que más se evita por parte de la mayoría de políticos, de asociaciones y aun de ciertas entidades es la de la lengua cuando se habla del proceso de independencia.
El idioma propio acontece un tema sensible siempre, en la circunstancia actual quizás más, que si no se propaga y se hace entender a la población que en el nuevo sido todas las lenguas serán respetadas, puede crear falsas interpretaciones y perjudicar altamente la progresión del catalán como lengua de os normal y de vigencia en calidad de lengua territorial.
La diversidad lingüística existente en la sociedad catalana actualmente se tiene que mostrar desde una perspectiva de enriquecimiento. Conocer y valorar el pondus lingüístico y cultural de los ciudadanos nos tiene que traer a hacer realidad una sociedad más valiente y más abierta ante la globalización persistente y más fuerte en la defensa de los derechos de las lenguas. Presupone, pues, un paso adelante y beneficioso para nuestro bagaje humano e intelectual .
El reconocimiento del plurilingüismo en nuestra sociedad, es decir de la diversidad, y la garantía del respeto que se merece, tiene que mostrar un nivel claro de compromiso porque valorar la diversidad empieza para contribuir y comprometerse a la plena vitalidad de aquello que es propio de un territorio y, en nuestro caso, el catalán a los Países Catalanes y en las Tierras de Habla Catalana.
Este reconocimiento necesario y el compromiso imprescindible con la lengua por parte de todo el mundo, políticos y asociaciones sociales sin temor a ningún tipo, sino con fidelidad o convicción, tiene que permitir hacer crèixer dentro de la sociedad catalana la conciencia que existe un proceso acelerado de sustitución lingüística que sufre el catalán en todo el su área territorial y de la necesidad urgente de reaccionar desde la base para hacer frente.
Reacción inexcusable de todo catalán que quiera un país libre y sin el suma y sigue de la opresión histórica y no superada y entienda el legado que constituye la lengua para identificar un pueblo y, legado también, por su misma existencia como portadora de cultura.
No sevale a creer que con la independencia se arreglará todo. Que la doble oficialidad catalán-castellano será el precio de una supuesta paz lingüística. Sólo hay que ver qué ha pasado en Irlanda con el gaélico, lengua propia y cooficial con el inglés; el retroceso en su uso ha sido espectacular. Si el 1981 se estimaba que el 30% de los irlandeses eran capaces de hablar gaélico, los estudios más cercanos ya hablan del 5% sólo. Nunca el bilingüismo territorial ha beneficiado la lengua minorizada o menor en número. Sólo hay que girar la mirada verso los estados de Europa.
Por eso hace falta la reacción cívica que hemos mencionado y que ya tiene que surgir, de hecho surge, pues, desde la misma base social y desde las instituciones cívicas. Nos hacen falta ciudadanos comprometidos con la lengua.
En la próxima República catalana todas las lenguas tiene que ser respetadas y el catalán al lugar que le corresponde como lengua territorial y propia.
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