Dejamos Asunción con 50.000 guaranís de moneda paraguaya. Ya los podré cambiar, pensé. Desde entonces, he encontrado turistas que hacían la vuelta en el mundo, jóvenes que se han perdido a la selva para hacer curas con chamanes, europeos instalados en América del Sur. Pero nunca encontré ninguna persona con la intención de visitar Paraguay (y/o cambiarme 50.000 guaranís). Yo, era la segunda vez queiba en siete años.
Paraguay reproduce la estructura urbana de los países de América latina. Asunción, tan moderna como cualquier ciudad moderna del Subcontinente; Concepción, Horqueta, Mariscal, Coronel Oviedo, a medio camino entre la vocación de ciudad y la realidad semi-urbana de núcleo zonal o lugar de paso; y, a cinco kilometras adentro de cualquier ruta, comunidades -a veces sólo cuatro casas- que rellenan la selva en un intento de establecerse y de ganar terreno en la natura. Volver a Paraguay fue una experiencia extraña. Horqueta podría sobreponerse pieza por pieza a mi recuerdo de hacía siete años. Fue sólo cuando volví a San Antonio que entendí un aspecto diferente del tiempo en América latina.
San Antonio es a unos cuántos kilómetros de la ruta principal de Horqueta. Es una de aquellas comunidades con pocos años de vida donde los abuelos todavía te explican las aventuras de los pioneros y la jungla se confunde con el pueblo. San Antonio tiene cuatro calles, una cantina y diez hectáreas por familia. La decoración kitsch con que los habitantes de la comunidad habían decorado sus jardines (y que es tanto del gusto de los paraguayos) nos tendría que haber puesto sobre aviso de los cambios que íbamos a ver. Cuando tenemos que decidir algo, no hay divisiones que valgan, porque el pueblo es pequeño pero tiene su comunidad católica y su comunidad protestando con un buen historial de estira y arronses. Mientras tanto, el pueblo ha conseguido hornos y letrinas por todas las casas y está intentando financiar una cancha con luz. Decidimos entre todos lo que a todos nos conviene.
En América, a veces vale la pena dejar la ruta principal. Hemos visitado el Chapare, una región de Bolivia con una mortalidad infantil de las más altas del mundo. Hemos conocido las luchas de los indígenas brasileños que han recuperado la dignidad de comunidad, hemos sabido de pueblecitos de la Amazonas que han bajado los brazos ante los prospectors de petróleo que los han obligado a firmar papeles que no entendían. En América latina, hay lugares donde el tiempo todavía no ha dejado de ser un reto colectivo. Y, a San Antonio, la gente llegó para quedarse. Por eso decora sus jardines aunque la casa dé a la jungla. Por eso sabe el que Europa ya ha olvidado: que cuando la supervivencia depende de tanto poco, el esfuerzo tiene que ser comunitario.
Quizás volveré a Paraguay de aquí siete años más. Entonces como por ejemplo, dos cosas serán ciertas. Que San Antonio no habrá llegado a ningún lugar fijo ni inmutable, un lugar desde donde nunca más la comunidad pueda deteriorarse ni nunca más volver a la esperanza. Y que, siete años demasiado tarde, por fin podré cambiar mis guaranís. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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