No es día de estreno, pero todas las butacas de la sala del cine son llenas. La mayoría de espectadores son coetáneos a los hechos que explica la última obra del director Manuel Huerga, la vida y la muerte del joven anarquista Salvador Puig Antich, condenado a la pena máxima por Francisco Franco el 1974. De golpe, cuando todavía no han empezado los llantos, se seun brogit de sorpresa a la sala: los MIL, grupo anarquista del cual formaba parte Salvador Monte Antich, deciden atracar un banco, concretamente una sede de la Caixa Laietana de Mataró, la primera acción revolucionaria en que participa el protagonista.
Esta primera vinculación, de Puig Antich con Mataró, el 21 de octubre de 1972, aparece perfectamente explicada en el libro Cuento atrás (Ediciones 62) del periodista Francesc Escribano, el cual ha servido de base documental de la película. En este libro es Jordi Solé, uno de los miembros del MIL, quien explica la escena: En aquel atraco quedamos que yo haría un discurso a la gente del banco (...) y mientras los apuntaba con la pistola los lancé un rollo sobre nuestra organización política. Me voy entrebancar dos o tres veces y los otros se descollonaven de risa a costa mía. A pesar de la poca traza, también reflejada por Huerga a la gran pantalla, el botín fue de novecientas mil pesetas. Sorpenentment, cuando atracaban un banco, querían dinero por sus acciones revolucionarias, lo hacían a caro descubrimiento. De la gente del MIL que entrevisté dos cosas me sorprendieron: Una, la facilidad pasmosa en qué podían atracar las oficinas bancarias, puesto que los sistemas de seguridad eran prácticamente nulos, y, en segundo lugar, la cara de sorpresa que ponían cuando los preguntaba si tenían miedo de la policía, una pregunta muy normal teniendo en cuenta que vivíamos en un régimen represor, pero que ellos no se habían planteado nunca, explica Escribano.
Exalumene de los salesians de Mataró
De hecho, esta escena reproducida a Salvador es la segunda parada que el joven anarquista realizó en Mataró a lo largo de su vida. Antes, durante la adolescencia, había sido unos años como interno en la escuela de los Salesians de la ciudad, hecho que en la película recuerdan las hermanas Puig Antich ante la fotografía de un campeonato de fútbol. En la escuela, los compañeros, lo denominaban Puchito debido a su pequeña estatura. Esta vivencia educativa no gustó Puig Antich: A los Salesians se perfila claramente el Salvador que ya cuestiona la jerarquía y la orden establecido, allá se construye como rebelde y como radical explica Escribano, actualmente director de Tv3.
Esta valoración no es una simple opinión del biógrafo, puesto que Salvador Puig Antich en 1964, cuando hacía quinto de Bachillerato, el último año como residente a los Salesians de Mataró, redactó un diario titulado Journal Intimo. En estas páginas el futuro revolucionario, entonces sólo tiene 15 años, escribe: Estoy completamente harto de estar en este colegio fatigoso y, además, de tener estos asquerosos compañeros que son bestias educados como burros. El que más me fastidia y me aburre son estos hipócritas de curas. Hoy he ido a hablar con el dire y, con su sonrisa asquerosamente hipócrita, porque él es lo más hipócrita del cuelo, me ha dicho que ha quinto sobran unos cuántos chicos y yo soy uno de los que sobra. Está claro que están buscando una excusa para expulsarme. No tengo palabras para expresar la rabia y el odio que los tengo. Era un buen estudiante y aprobaba las asignaturas sin accessius problemas, pero una sombra siempre cubría su expediente: la mala conducta.
Al colegio de los Salesians de Mataró, donde según Escribano muchos exalumnes todavía lo recuerdan, porque el joven Salvador no pasaba desapercibido, también conoce al Padre Manero. Él es la última persona que ve Puig Antich vivo y el único sacerdote que Salvador respeta. Puig Antich había conocido al padre Manero en el colegio de Mataró, no tenían ninguna relación especial, pero sencillamente lo respetaba y cuando los policías de la prisión le dicen si quiere un cura antes de la ejecución piensa en él, aunque no tenían una estrecha relación, dice Escribano.
Una tercera coincidencia
Finalmente, en la historia de Puig Antich todavía hay una tercera coincidencia con Mataró. La xicota de Salvador en el momento de ser ejecutado era Margalida Bover, interpretada en el film por Ingrid Rubio. Según un mataroní explicó ahora hace unos años a Escribano, esta chica, actualmente residente en Mallorca e inmortalizada por la canción que en 1977 le dedicó Joan Isaach, fue escondida durante un tiempo en Mataró, justo las semanas después de la muerte de su compañero.
Un film digno
El periodista Francesc Escribano ha calificado el film Salvador de Manuel Huerga de digno. De hecho, antes de su estreno recibió el beneplácito de las cuatro hermanas del ejecutado, las cuales accedieron a la filmación de la película con la voluntad de recoger fondo y presionar para conseguir la revisión del caso de su hermano. Escribano, pero, advierte que la película se tiene que ver como una obra de ficción y no como un documental. Huerga ha sabido explicar muy bien el aire que se respiraba aquí y como eran los catalanes de los años setenta y, además, la película ayuda a no olvidar el franquismo, considera Escribano. Además, el biógrafo de Puig Antich valora positivamente como la gran pantalla han sido tratados los personajes: No es una historia de bonos y malos, todos, igual que en el libro, son personajes llenos de matices: los policías más allá de sus sentimientos tenían que hacer su trabajo y Puig Antich no es ningún héroe pero si una persona que muere sola y víctima del franquismo. Más allá de las críticas, por el autor de Cuenta atrás, la conclusión es clara: Salvador nos recuerda que Franco murió matando y que nosotros nos lo mirábamos, una historia que nunca tenemos que olvidar.

Salvador actuando a los festivales gimnásticos de los Salesians (1964)
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