Esteve Martínez

Se’n van 'de rositas'

No han tenido bastante hundiendo la empresa, que además, sevan con los bolsillos llenos y sin pagar ningún "peaje". Porque la ya desaparecida Caja Laietana seva a pique, sobre todo por la nefasta gestión tanto del último Director General, Josep Ibern, como del anterior, el inefable Pere A. De Dòria. Ambos han sepultado bajo los escombros de la especulación inmobiliaria casi 150 años de historia del ahorro mataroní.

Ya al 2007, la carta de un tasador inmobiliario que trabajaba por Caja Laietana, que presentó su dimisión, denunciaba que altos cargos de la caja lo presionaron para incumplir la normativa existente, a fin y efecto de amoldar los valores de las tasaciones a las "necesidades" de la entidad, de tal manera que ciertas operaciones se aprobaran sin que determinados "condicionantes" obstaculizaran dichas operaciones. Denuncia esta que no fue contestada nunca por la Dirección de la entidad, a pesar de que se le reclamó por parte de la representación sindical. Había empezado el expolio.

Pasado el tiempo, la burbuja se fue hinchando, las operaciones ya no tenían rigor, cualquier persona era susceptible de disfrutar de una hipoteca, no importaba si tenían nómina oficial o no, si superaba con creces su ratio de endeudament, etc. Incluso se hacían hipotecas sobre cuevas, y por supuesto, se superaba el 100% de un valor de tasación hinchado. Esto y mucho más ha hecho hundir la caja de ahorros de Mataró.

En este drama hay otros actores. No olvidamos el papel del Consejo de Administración en todos aquellos años: un Consejo de Administración secuestrar por la voluntad del suyo(s) Director(s) General(s). Unos miembros que, o bien no sabían, o bien no querían saber, preocupados, más de uno de ellos, al salvaguardar sus propios intereses en relación con la entidad. Un Consejo de Administración que dio luz verde a sueldos estratosféricos para la Dirección, incentivos de todo tipo, planes de pensiones multimillonarios, seguros para disfrutar de uno a jubilación dorada, todo en beneficio del alta Dirección de la entidad.

Ahora, nos rasgamos los vestidos por la indemnización que ha recibido el último Director General, Josep Ibern, que sube a 525.000€. Erróneamente alguien ha apuntado que su plan de pensiones cerca sobre los 2 millones de euros. El cierto es que se trata de un seguro para completar su pensión de jubilación cuando llegue la hora, un seguro que ha acumulado 2,5 millones de euros desde marzo de 2008. El plan de pensiones, hecho a medida del señor Ibern y del anterior Director General, va aparte, y ni se sabe el importe exacto.

Mientras tanto, centenares de estafados por las participaciones preferentes que han visto como desaparecían sus ahorros, se manifiestan semana detrás semana reclamante el que es suyo. Mientras tanto, personas que no pueden pagar su hipoteca son desahuciadas sin piedad por la nueva dirección de Bankia.

La condena moral ya la tienen, el repudio es general, pero no es suficiente. El primero que tendrían que hacer es pedir perdón por su gestión. En segundo lugar, tendrían que renunciar a sus prebendas y volver el dinero a sus legítimos amos, el clientes a los cuales han estafado. Y, en tercer lugar, le tocaría actuar de oficio al Fiscal General del Estado y trayéndolos a juicio. A buen seguro que una buena instrucción daría como resultado suficiente motivos legales para juzgarlos. El que no puede pasar es que sevayan "de rositas".

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