Ramon Bassas

Semana Santa, buen provecho

Somos en plena Semana Santa. Curiosamente, mientras más ha avanzado el proceso de secularización también han avanzado más los signos externos de este periodo, todos ellos de raíz premoderna. Básicamente hablo de las procesiones, un fenómeno muy vivo en toda Cataluña y también en Mataró (veáis este mapa). Pero también hay otros, un pelo más escondidos. Son, por ejemplo, los de las propias celebraciones litúrgicas, con 'acciones a la calle' como la bendición de los palmons por Ramos o la del 'fuego nuevo' por el Velatorio Pasqual; o el Vía Crucis de Viernes Santo por la mañana, que en Mataró es impresionante. Y, fuera de este ámbito, la serrada semanal de la pata de la Vieja Cuaresma durante las siete semanas previas a Pascua, una costumbre que ha ganado popularidad con los años desde su instauración ya en la democracia.

Sí, justamente en periodo democrático es cuando, en la construcción simbólica de signos de identidad del nuevo pueblo que tomaba la palabra, se miraba el pasado. Después de que el periodo franquista acabara con las tradiciones 'externas' de la Semana Santa, bien por la identificación que el régimenhacía con él mismo, bien por agotamiento de la fórmula en una sociedad ya postindustrial, bien por el blasme quehacían los sectores más renovadores, bien por el que fuera, la democracia significó también el redescobriment de la tradición de raíz popular y, como decía, premoderna. Lo fue por Las Santas, por Sant Jordi, etc... Y también por Semana Santa. Su reivindicación, pero, especialmente las procesiones, no fue nada sencilla, especialmente por los recelos de una Iglesia postconciliar -creo que ahora completamente superados- queveía ciertas contradicciones con el mensaje de fondo que nos propone la Semana Santa.

Recordando Joan Carrera
Fue un personaje clave en esta superación el obispo auxiliar de Barcelona (1991-2008), el estimado Joan Carrera quién, grosso modo, advirtió que, a pesar del carácter ambiguo de la religiosidad popular, esta es también una fórmula de canalización de la espitirualitat y, el más importante, una oportunidad por muchas personas de desvelar este mensaje de fondo del que hablábamos. Las razones más o menos abstractas que el proceso simbólico de la Semana Santa dirección al corazón de las personas, vendía a decir, que ya se han construido a través de un relato (la pasión, muerto y ressurrecció de Jesús), son -de hecho- revividas a través de este relato y sus figuras. El objetivo de la liturgia (religiosa o no) no es conmemorar, exactamente, sino revivir. Y todavía decía más, Carrera. Quizás sí que las procesiones se prestan a cierta ambigüedad, pero ya dice Isaïas (42, 3) que el Espíritu "no rompe la caña agrietada ni apaga el ble que vacil•la", en el sentido que es la debilidad, la sencillez, la duda, una cierta distancia, muchas veces, el que incia como una chispa un fuego intenso al dedins humano.

La fiesta es una oportunidad
Una festividad anual, decía el antropólogo Mircea Eliade, "se desarrolla siempre en el tiempo original" en medio de una "siete de sagrado y nostalgia del Ser" que hace vivir, ahora y aquí, la gesta del mito convocado (veáis El sagrado y el profano). Esto vale por todas las fiestas que hacemos, también en Mataró y muy especialmente por la Semana Santa, que propone un recorrido desde la asunción hasta las últimas consecuencias de la historia y realidad humanas (la cruz) hasta la identificación en esta realidad -no al Cielo, ni a cualquier cielo- del máximo sentido que podamos otorgar a la vida (la ressurrecció). La Semana Santa no propone recordarlo, sino revivirlo, como decía. Tiene -como todos los mitos- una función de muleta, de fórceps, para activar el que ya hay en nosotros. No es una cultura que reprime sino que vehicula.

La pregunta que me hago es si esto se da. Si el arranque de la pata de la Vieja Cuaresma es a la vez un arranque del odio, del prejuicio, de la carga sobrera, por ejemplo. O si hacer el pesebre indica el neixement de nuevas esperanzas en una sociedad tan desesperanzada. O si el descanso dominical es un espacio de apertura y vacío porqueentre a tu vida el que arrinconas diariamente. Las tradiciones religiosas, también estas premodernes en las que nuestro mundo se fija ante la carencia de nuevos referentes a la posmodernidad, incluso en una sociedad democrática, secularitada y aconfesional, tienen esta función.podemos entrar ...o mirárnoslo y aplaudir.

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