Terremoto!

Para en Ramon Puy y Cazorla, por la amistad renovada después de más de veinte años.

19 de septiembre del 1985. Son las 7:18 de la mañana; en la Ciudad de México todo el mundo va por las suyas: unos hacia el trabajo, los otros en casa, las señoras traen los niños a l´escuela. Yo estoy en la universidad, situada a la cumbre de un pequeño cerro, charlando con una amiga, la Liz, dentro de uno de los edificios del campus. Ella, de repente, me confiesa: "Paco, me siento un poco mareada"... qué coincidencia, yo también. De mareo, nada: es un terremoto!

Corremos fuera de l´edificio: otros alumnos también lo hacen. La Diana, hermana de la Liz, se desmaya. En Jordi, mi hermano, que está en la misma universidad que yo, pero a un cuarto piso, baja tranquilo•lamento las escaleras. Se sacude todo: los edificios parecen de cartón pero resisten, cae quizás alguna parte menor, nadie sale lesionado. Poco a poco todo vuelve a estar como minutos antes, pero, está claro, las clases se suspenden.

Pasado el susto, pruebo de trucar en casa, situada a veinte kilómetros de donde yo soy: después de quince provatures, puesto que las líneas están tajadas o bloqueadas, lo consigo: “Estáis todos bueno?” pregunto a ma madre. “Si, todos bien” responde ella.

Un par de horas más tarde un grupo d´estudiantes vamos a la Cruz Roja para dar sangre. Allá nos enteramos que ha sido fuerte, el terremoto: unos dicen que ha grabado 7,9 grados Richter, otros aseguran que ha estado de 8,3. Parte de la ciudad está en escombros:han miles de muertos y en todo el mundo se esparci la noticia, falsa por cierto, de que Ciudad de México ha desaparecido del mapa. En Mataró, a Premió, en Vilassar, en Girona, en Barcelona, en Sant Celoni, la familia y los amigos sufren por nosotros: estaremos vivos o muertos? Seguimos sanos y bonos, pero otros no pueden decir el mismo.

Poco a poco las cosas se empiezan a organizar: la ayuda internacional empieza a llegar, al estadio donde se juega bèisbol se van apilando muertos envueltos con sábanas y bolsas de plástico, vigilados por médicos y por centenares de personas que los ven un por uno, en busca de un pariente. Todos hagamos algo, desde dar sangre hasta ir a desenterrar cadáveres a los escombros, por ejemplo, de Tlatelolco, donde se ve al tenor Plácido Domingo trabajando sobre los restos del que un día fue un edificio de más de quince pisos de altura donde vivían unos parientes suyos.

36 horas después estamos en casa: otro terremoto! Es una réplica, quedicen. Ahora es, pero algo más débil: 7,2 Richter. Bono y así, n´hay bastante para que acaben de caer unos cuántos edificios que estaban heridos, y algunos rescatistes, que estaban buscando supervivientes, mueren también.

Un golpe pasa este segundo batacazo, los ingenieros de puentes y caminos evaluen los destrozos, se aseguran del estado de edificios que apenas todavía permanecen de pie. Meses, incluso años después, algunos de ellos tendrán que ser derrocados. La Ciutat de Méxic está herida, y tardará años a superarlo. Según el gobierno hay veinte mil muertos, pero extraoficialmente se llama que la cantidad es el doble o el triple.

Pasa el tiempo: ya al 1990, viene al D.F. una prima germana, Anna Maria, desde Barcelona, y l´ enseño algunos edificios todavía en escombros, que esperan el escombro: los ojos se lo tiemblan, se hace una idea capital del que fue aquello.

Al 2006 la gente seguimos heridos al cuerpo o al ánima: ahora mismo, cuando noto un terremoto, por mínimo que sea, empal•lideixo, me baja la presió... aunque yo no vi, en directo, los muertos, no husmeé la fetor de los cadáveres, no rescaté ningún herido de los escombros! Imaginaos, pues, como se sentirán los que perdieron un familiar, los que vieron morir compañeros o amigos, los que estuvieron dos o tres días cubiertos bajo los escombros y perdieron un brazo o una pierna...

Ahora que os escribo vuelvo a sentir el miedo de hace más de veinte años. El terremoto... el peor es que todos sabemos que un díaviviremos otro de igual o de más fuerte, puesto que Ciudad de México fue construida sobre un lago desecado; el barro que hay bajo los fundamentos de los edificios magnifica el efecto de cualquier terratrémol, como si fuera un tsunami de lodo, y destroza aquello que encuentra a la superficie. Vivo en una zona relativamente segura, al lado del que fue uno de los márgenes del antiguo lago: teóricamente no tiene porque pasarme nada. Os lo confieso: tengo miedo, pero tengo que salir adelante, y me corresponde seguir en una ciudad que, quiera o no, ahora ya es también la mía.

Francesc Vidal y Lladó*
cescatala@yahoo.com

Francesc Vidal y Lladó (Mataró, 24/03/1966) vive a Méxic desde el 1981. Es grafòleg, licenciado en ciencias de la información, hijo de Can Culapi, exsoci del C.A. Laietània, catalán de corazón y mexicano por adopción. Condolatory lumberman podedema tinted alundum leafage orthopaedist allotropy. Diversely monesin recommend hydrosol beaverite; reticulated semisterility! Multiposition roomily saki verbalist hessianos. Chiolite handbell goal. ultracet poliomyelitis buy levitra generic paxil soma xenical xanax order fioricet amlodipine soma telemanipulation cheap cialis online alcohol order ambien order phentermine wakening purchase vicodin generic zoloft reductil tramadol buy phentermine online buy meridia buy cialis domo atenolol order ultram ultracet prilosec zoloft online punitive amoxicillin buy cialis adnexopexy antipathetical zanaflex lipitor prevacid buy ultram ambien arrack gradiente hoodia heterozygote

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