Hace pocas semanas el gobierno de la Generalitat anunció el traslado de la Fundación Tic-Salud en Barcelona. Se acaba así la presencia de esta institución a nuestra ciudad donde se situó desde su creación en 2006. Más allá, por las formas y por el fondo, de la deslealtad institucional que representa, hay que ver el significado profundo de la decisión: la voluntad de acabar con un modelo territorial que el tripartito empezó a desarrollar a partir del año 2003 y que poco a poco los sucesivos gobiernos catalanes han ido liquidando. El modelo que algunos denominamos la Cataluña en red: distribuir por el país organismos y entidades gubernamentales de ámbito nacional creando un potente red territorial de ciudades y pueblos.
Tenían todos estos proyectos la particularidad de ser compartidos con los ayuntamientos en una clara política de devolver capacidades de decisión a las ciudades, empoderar-las a en torno estos proyectos y articularlas territorialmente. Se buscaba, y casi siempre se encontraba, la complicidad municipal para fortalecer los proyectos y hacerlos útiles en la propia ciudad y en todo el país. En Matarótuvimos algunos experiencias interesantes como la Compañía residente de danza Tránsito, el Centro de arte de can Xalant y la misma Fundación Tic-Salud. Las dos primeras desapareixeren con la excusa de la crisis económica y a la última se lo llevan ahora en Barcelona.
Generar sinèrgies con otros agentes, sumar demasiado crítica, crear un clúster potente entre el mundo de la salud y el de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Y en momento en el que Tecnocampus se consolidaba y empezábamos a proyectar los nuevos grados en Salud que se imparten en las escuelas universitarias. Eran tiempo de relación muy fluida con los gobiernos de los presidentes Maragall primero y Montilla después. Nada que ver con las relaciones tenses o inexistentes de los gobiernos anteriores, y a los hechos y las inversiones me remito. El decidido impulso de la consejera Geli, con la dirección de en Joan Cornet y la aportación destacada de los mataronins Josep Mañach y Joan Guanyabens la fundación se consolidó, primero a las dependencias de la antigua Escuela Universitaria, después a Vallveric en espera del traslado definitivo al Tecnocampus en 2010. El trabajo se hizo y se continúa haciendo con rigor y alta profesionalidad y han situado la fundación como referente en su ámbito. Ninguna excusa pues parece bastante válida para justificar este traslado y más cuando se trata de una entidad altamente tecnológica y por lo tanto sin ninguna limitación territorial. Podía estar en Mataró o a cualquiera otro punto del país, pero se eligió Mataró y esto fue toda una declaración de voluntad política que ahora se pone en cuestión con silencios demasiado evidentes y salidas de tono innecesarias.
Pierde Mataró pero también pierde Cataluña. Volvemos a un modelo centralizado con la excusa economicista? Es el que mejor conviene en el país? Un modelo donde todo empiece y acabe en Barcelona? Convertimos el país en una serie de ciudades y pueblos sin perspectivas? Quedará el resto del país como el patio del última donde sólo se sitúa aquello que es imprescindible en el territorio cercano y aquellas instalaciones que nadie querrá cerca suyo?
Perdonáis, pero demasiado republicano no lo parece todo ello.
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