-
-

Núria Herreras

Un punto neurálgico de l’ocio nocturno juvenil

Mataró gana adeptos entre jóvenes de todo el país para divertirse las noches de fin de semana, con consecuencias como el desfermament del 'botellón'

Desde Vilanova i la Geltrú hasta Mataró hay cerca de dos horas en tren, transbordo en Sants incluido. Esto es el que hicieron sábado día 11 por la noche un grupo de jóvenes de esta localidad del Garraf para venir a divertirse a la capital del Maresme.  Bajan del tren y se encaminan hacia el Plan de en Boet, punto neurálgico del ocio nocturno de la ciudad. Del mismo trensalen Andrea y sus amigas, procedentes todas ellas del barrio del Besòs, en Barcelona. Han escogido Mataró por recomendación de un amigo que estudia al TecnoCampus. "Es la tercera vez que venimos de fiesta en Mataró, nos gusta mucho el Cocoa por el tipo de música y el ambiente", explica. Jóvenes como ellos son los que muy a menudo llenan el último tren procedente de Barcelona –en muchos casos acompañados de vasos y botellas de plástico con bebidas alcohólicas- que algunas noches llega a Mataró lleno a rebosar

Cerca de Cocoa, una discoteca con capacidad para más de 4500 personas y que está causando furor entre adolescentes y jóvenes de todo el país con sus macrofesta, ha aparcado el coche de en Joel y sus amigos. Han venido con su vehículo desde Sant Esteve Sesrovires, en el Baix Llobregat. "Nos han hablado muy bien de esta discoteca dicen que hay chicas muy guapas y hemos decidido venir" explica en Joel. Por la calle Francesc Layret también hay Paula y su numeroso grupo de amigos. Provienen de más cerca, de Arenys de Mar. "Nosotros venimos poco en Mataró porque es muy caro, en Arenys todo es más barato", explican. También llegan autobuses más lejanos, como por ejemplo Olot las noches de sábado. 

Este auge de personas provenientes de fuera de la comarca no ha pasado desapercibido a ojos de nadie. Entre los efectos colaterales,figura el aumento considerable del consumo de alcohol a los calle, especialmente en el entorno de las discotecas del Plan de en Boet. Con consecuencias como las que se vivieron el mes de diciembre pasado, cuando más de una quincena de jóvenes y adolescentes fueron trasladados al hospital completamente bebidos. Un hecho que generó bastante alarma en la ciudad, ha atraído la atención de mediados de comunicación de alcance nacional y ha abierto un debate político. Existe el temor que Mataró sea vista como la capital del botellón entre los jóvenes de todo el país.

Una práctica habitual
En Joel y sus amigos consumen alcohol dentro de su vehículo en la calle Francesc Layret. "No bebemos cualquier cosa, estiércol botellón pero de calidad, una botella de Ballantines para los tres que nos dura toda la noche", explica. Tienen claro que no pueden "pagar cada copa a 5 euros", precio mínimo a la mayoría de discotecas mataronines. Según ellos, la presión policial es más fuerte en otras zonas de ocio nocturno, como las de Vallès Occidental, que también frecuentan habitualmente. Los más habituales del polígono del Plan de en Boet afirman, en cambio, que en los últimos meses la policía ha intensificado el control respeto  al respecto de esta práctica y que han aumentado las sanciones para beber a la calle. "Nos han multado tres veces con 150 euros", explica Paula. "Uno de estos días todavía no habíamos empezado a beber y ya nos multaron, creo que tendrían que hacer la prueba de alcoholemia antes de poner la sanción", lamenta.

La noche de sábado 11, la presencia policial a la zona de ocio nocturno es realmente notoria. Dos furgones de los Mossos d'Esquadra y un tercer coche de patrulla, y una furgoneta más de la Policía Local. Los jóvenes, debido a la repetición de las sanciones para beber alcohol a la calle, ya empiezan a familiarizarse con el modus operandi de la policía. "Primero pasan los furgones, se detienen pero ningún agente sale del vehículo y en pocos minutos aparecen los 'secretas'", explican. Pero todo y el aumento de dispositivos policiales a la zona, en Martí explica comoes de difícil llevar a cabo esta práctica en Barcelona en contraposición en Mataró. "En Barcelona incluso en la calle más pequeña y remotopasa la policía, y  si te ven bebiendo te multan con sanciones de hasta 300 euros", explica.

En el caso de a Paula, la primera vez que fue multada para consumir alcohol en la calle era menor de edad. La sanción llegó a casa suya a nombre de sus padres.  "Ellos ya tienen asumido que hacemos botellón pero ahora que soy mayor de edad la multa lo tendré que pagar yo", explica.  En esta misma línea otra chica, Anna, relata como la última nochevieja eran los propios padres quienes traían los jóvenes a los voltios de las discotecas donde se estaba llevando a cabo esta práctica. En más de un caso, bajan de los coches con las botellas de alcohol, preparadas de casa. "Los padres saben el que hay, que beberemos y que es más barato así", afirman los jóvenes mientras friegan los vasos de plástico.




Archivado en:

Comentarios