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V. Bueno

Una cortina de lluvia cierra repentinamente el No n’hay bastante

Un aguacero tan intenso cómo sorprendiendo obliga a precipitar el final del espectacular baile de las figuras cuando ya encaraba su último tramo

Las Santas mantienen en los últimos años una relación tempestuosa con la lluvia. Los aguaceros hacen acto de presencia de manera sorpresiva e intensa y lo ponen todo boca abajo. El último capítulo se vivió ayer domingo, día 28, durante el No hay bastante. Hacia las tres de la madrugada, cuando el espectacular baile  encaraba su tramo final, el cielo se desplomó sobre la cabeza de las figuras, los músicos de la Principal de la Noche y los centenares de personas que se apiñaban a las puertas del Ayuntamiento. Primero en forma de gotas gordas y pelmazas, de aquellas que se perciben una por una cuando caen sobre los cuerpos. Y después, como una auténtica cortina de lluvia acompañada de una fuerte tormenta eléctrica, que obligó a cerrar el acto de manera apresurada.

Hasta que los rayos amenazantes no empezaron a il•luminar la negra noche mataronina, el No hay bastante marchaba sobre ruedas. Las figuras, desveladas por la música proveniente del Parco –Baile de Requisitos- y de la plaza de Santa Anna –Vamos de cañas- salieron del Ayuntamiento a bailar al ritmo de los músicos de la Principal de la Noche y acompañadas de muchos centenares de personas a unos niveles de euforia tan sólo comparables con los que se viven durante el Desvelo. El acto gana adeptos año tras año, y la sensación es que ayer se batió un nuevo récord de asistencia. Para los portadores de las figuras y el resto de miembros de las pandillas no es una jornada fácil, puesto que tienen que encadenar un baile detrás el otro mientras se abrenentre la multitud e improvisan cordones de seguridad.

Una segunda Rociada
Cómo es habitual, el acto tomó un carácter reivindicativo, con gritos en favor de la independencia de Cataluña. El regidor de la CUP, Xavier Safont-Elige, desplegó una bandera estelada desde el balcó del Ayuntamiento. Y un par de personas entre el público sacaron una bandera española con intención de quemarla. Pero fue justo en aquel momento cuando la lluvia se hizo más intensa y comportó que todo se precipitara. Las pandillas entraron las figuras deprisa y corriendo al Ayuntamiento por resguardar-las del aguacero, y los músicos buscaron refugio. Parecía que la noche se cerraba de manera repentina, pero la lluvia ni mucho menos va aigualir las ganas de fiesta de los asistentes, que en aquel momento se encontraban en el máximo grado de euforia. Muchos siguieron saltando y bailando bajo el aguacero, cantando el Bequetero, como si la lluvia fuera en realidad una nueva versión de la Rociada. Aquello de qué lo No hay bastante es la segunda Noche Loca de las Santas tomó más sentido que nunca con este final pasado por agua.


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