Las películas de Sandra Bullock siempre tienen un punto alocado que las aleja de la comedia romántica convencional y que le han reportado gran éxito así como un fiel grupo de fans. La vis cómica que la actriz acostumbra a aportar a sus películas permiten casi hablar de un subgénero con nombre propio, donde el humor absurdo y en ocasiones cercano a la slapsticktiene un peso específico. La proposición es, en este sentido, una película-de-Sandra-Bullock de pies a cabeza, donde la trama chico conoce chica se aliña con toda una pandilla de gags y pallassades marca de la casa. Pero ni el guion, plan y funcional, ni el conjunto de los actores, acaban de cuajar y la película, a pesar de arrancar algunas risas, queda rápidamente en el olvido. Ni siquiera el atrevimiento de la Bullock -en esta película baila y se desnuda- consigue subir el nivel del film. El punto de partida del argumento es la situación de ilegalidad de una poderosa editora canadiense con el visado caducado que decide casarse por conveniencia con su secretario para poder continuar en los Estados Unidos. Para hacer verosímil la relación ante los inspectores de extranjería, la chica accede a pasar un fin de semana a casa de sus futuros suegros, una adinerada pero extravagante familia de Alaska. La directora Anne Fletcher, pero, no acaba de sacarle todo el zumo a las rarezas que el tópico atribuye a la población de Alaska y a las situaciones absurdas que se dan cuando la protagonista, una estirada mujer de negocios de ciudad,entra en contacto. Todo ello resulta inconexo y poco creíble. Y sólo el personaje de la abuela Annie acaba saliendo muy parado de esta comedia floja y fuerza prescindible, pero que ofrece como curiosidad la recuperación de la veterana actriz Betty White, que hacía de Rose a Las Chicas de Oro, y que de alguna manera rememora ahora aquel personaje televisivo que la hizo popular.
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