Son de los que desde los balcons, ventanas o terrazas ven los coches y camiones como cajas de cerillas, las vías y los trenes quecirculan podrían haber salido del baúl de juegos de un niño, las esbeltas chimeneas de ladrillos de las antiguas fábricas parecen velas apagadas de un pastel, y en definitiva, estos vecinos alcanzan cada día con la mirada una extensión de terreno que va mucho más allá del término municipal de nuestra ciudad. Mataró es llena de bloques de pisos, pero hay pocos que superen las 12 plantas, y por lo tanto puedan ser considerados como rascacielos según la definición de este término de algunos profesionales del sector – para otros, para denominarse rascacielos hace falta que el edificio tenga un mínimo de 100 metros de altura.
La ciudad, históricamente, más bien se ha mirado con poca simpatía este tipo de construcciones, como lo demuestra el caso de la Torre de Ahora, al entrada sur de la ciudad. Su arquitecto, Sergi Porté, recuerda que su idea inicial comportaba "una altura de cuatro o cinco plantas más, pero los responsables municipales senegaron, y acabó quedando un edificio más 'xato' del que quería. Además me lo hicieron girar, con la fachada de cara en la ciudad en vez de estar de cara al mar". A pesar de estas condiciones, la construcción, inaugurada en 1998, es la más alta de Mataró, con 52 metros y 30 metros más de la antena que tiene encima, en la que hay el logotipo de la empresa que lo encargó. El bloque lo ocupan oficinas, y a la de arriba de todo, al 14è piso,trabajan siete personas de las empresas Prohima Internacional y Prophyl Center. "Cuando nos trasladamos a Mataró y encontramos este lugar nos pareció fantástico, va muy bien para trabajar a gusto y también da una buena imagen de la empresa a los clientes que nos visitan", señala el comercial y administrativo Lluís Núñez.
Gran inauguración
Al otro extremo de la ciudad encontramos los que son nuestros rascacielos más antiguos y que durante unos pocos años fueron los edificios más altos de la comarca. De esquinas redondeadas, son a lado y lado de toda una isla de viviendas que en 1961 sirvieron para solucionar en parte el problema queempezaba a haber a Mataró. En unos momentos en que ya se iba consolidando la formación de nuevos barrios a la parte alta, otras zonas de la ciudad, como esta a tocar de la riera de Santo Simó, también necesitaban de más pisos por encabir vecinos, y fue la Alianza Mataronina, a través de su inmobiliaria, la que salió adelante este proyecto de grandes dimensiones, con 207 viviendas y 18 locales para tiendas. El arquitecto y director de la obra fue Esteban Martí Coll, y las crónicas de la época, con el lenguaje propio del tiempo, explicaban con eres y uts la solemnidad de la inauguración, a la que asistieron docenas de autoridades de la provincia, y con elogios para la obra: "La entrada de Mataró miedo el lado de Francia cobra aires de gran capital. Una edificación que nos da categoría", escribía el periodista del rotativo 'Mataró'. Los vecinos se han citado este julio para celebrar con un cenar los 50 años de las viviendas, y entre ellos el residente que ocupa uno de los áticos y que es el presidente de la comunidad de vecinos de uno de los bloques, Josep M. Gómez. "He vivido en Vilanova del Vallès y en Madrid, y por mí tener ahora el mar a delante y con esta vista no tiene precio. No me lo pensé dos veces cuando me lo enseñaron", recuerda.
Las crónicas de aquellos años también apuntaban que estos edificios serían ejemplo, en en cuanto a modo de construcción y altura se refería, para muchos de los que se levantarían en los siguientes tiempos a la capital del Maresme. Y así lo parecía cuando sólo tres años más tarde se empezó a construir la gigantesca obra del que es uno de los edificios más conocidos de Mataró, por su magnitud, 15 plantas con seis viviendas en cada una de ellas, por la ubicación a primera línea de mar, y por el gran letrero luminoso publicitario de una entidad financiera que lo corona. Es la Torre Maresme. Las vistas desde los pisos más altos son sencillamente extraordinarias, ypuede dar fe Rafael Sánchez, con despacho de su empresa Estructuras Covismar a la última planta: "Bien es verdad que una vista así ayuda a trabajar, relaja, y, menos los primeros días, en que te vas fijando en cosas nuevas que vas viendo, ahora no nos despista, sino que es como un gran cuadro que tenemos al fondo", explica. Algún inconveniente de estar tan arriba? "Ha ocurrido pocas veces, pero si algún golpe se ha estropeado el ascensor evidentemente es un palo. Cómo también lo fue el día que tuvimos que subir unas mesas por las escaleras!". Proyectado por el arquitecto Josep Oriol Jordana siguiendo recetas de algunos rascacielos de Nueva York, con una columna vertebral de hierro,viven alrededor de 300 personas. "Esto es como un pequeño pueblo, pero las reuniones no son caóticas puesto que, menos en temas muy importantes, la mayoría de propietarios no vienen", declara la que desde hace siete años es la presidenta de la comunidad, Aracely García. Ella vive al 11è piso, con balcó cara en el mar y también, está claro,está encantada: "Cuando tengo dolor de cabeza, salgo al balcó un rato y me relajo mirando el mar".
La construcción de rascacielos no tuvo continuidad – hasta levantarse la Torre de Ahora - , si bien de bloques de bastante altura, de entre 10 y 12 plantas, sehan ido tirando a diferentes barrios como al Plan de en Boet o la Torre Europa, en la plaza de Granollers, que en este caso, al encontrarse en un lugar más elevado que sus "competidores", hace que sus vecinos no tengan nada a envidiar en en cuanto a vistas. "A pesar de quehe vivido toda la vida, todavía quedo a veces embobada cuando salgo al balcó", explica Marta Bernat, una adolescente que vive en la Torre Europa, y que también comenta la anécdota que el día que sus padres tenían que ir a ver por primera vez el piso el ascensor no funcionaba, y su madre además estaba embarazada de ella. La visita, evidentemente, la dejaron por otro día.
Los pisos de la Alianza
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