El paisaje después de la batalla del Estatuto ha quedado de la siguiente manera: La cabeza del bando ganador anuncia su retirada. Las principales fuerzas del sí se aprestan por una nueva batalla, ahora entre ellos: el heredero del cortijo contra el masover del vecino que se ha hecho con sus tierras, con un tercero prácticamente de invitado de piedra. De las fuerzas derrotadas del no, los unos continúan impertèrrits blasmant del proceso, el que los aísla de todo, mientras que los otros, sorprendentemente, parece que nada haya ido con ellos, pero con una crisis considerable, especialmente de liderazgo, y ambas planteando alianzas que ahora ya son contra natura.
Recordamos los resultados en escaños (que es el determinante) de las últimas contiendas electorales al Parlamento de Cataluña. El 1999, las últimas de en Pujol: 56 por CiU, 52 por el PSC (en algunas circunscripciones con IC-V), 12 por ERC, 12 por el PP, y 3 por IC-V. Con este resultado, CiU que tenía dos posibilidades para conseguir la mayoría de la Cámara (68), con ERC, o con el PP, decide gobernar en minoría, y mucho minoría: 56/135, con el espaldarazo del PP desde fuera, a cambio, entre otros cosas de renunciar a proponer la reforma del Estatuto. La apuesta funciona a costa de un gran desgaste a la opinión pública, especialmente por la actitud del PP en Madrid a raíz de su mayoría absoluta a las elecciones generales del 2000, que además hace crecer la "bromera" de ERC. El 2003, ahora ya podemos decir las últimas de en Maragall, las dos principales fuerzas sufren un fuerte retroceso en beneficio de los "pequeños": CiU, 46; PSC, 42; ERC, 23; PP, 15; e IC-V, 9. Con este resultado, ERC que podía haber dado la mayoría a CiU, 23 46=69, prefiere usar su fuerza para contribuir a constituir el Gobierno catalanista y de izquierdas con el PSC, e IC-V: 23 42 9=74.
El 99, CiU opta jugar con el viento a favor: El PP gobierna en Madrid, y una alianza con ERC sólo comportaba problemas y ninguna ventaja. El 2003, ERC opta por la rotura para poner en cuestión tanto a CiU en Cataluña como el PP en Madrid, con un Presidente rehén ("nosotros tenemos la clave", dice en Carod). El que pasa después, y nadie lo previó en el Pacto del Tinell, es la victoria del PSOE el marzo del 2004. Y más grave que la imprevisión es la carencia de corrección estratégica cuando delante no hay Aznar, sino la propuesta de la España plural que formula Zapatero a su discurso de investidura, y cómo que demostrado después no son sólo palabras. Bien, el resultado es conocido. Además del desgavell que representa el "tripartito", justificable por la novedad de la acción de un gobierno de coalición por primera vez al país, la fórmula acaba estallando por el resultado final de la reforma del Estatuto con visiones divergentes.
Después del Referéndum del 18 de junio, y de su resultado, nada puede volver a ser cómo antes. No es posible repetir el 99, puesto que si el PP, como anuncia, trae el nuevo Estatuto al Constitucional remachó su aislamiento político en Cataluña, y además, ahora no manda en Madrid, y parece quetiene por tiempo para volverlo a hacer. Es impensable que CiU tire todo el que fatigosament ha ganado en el últimos tiempos (desde septiembre del año pasado) aceptando el espaldarazo del PP, y también es impensable que el PP apoye un gobierno que intente poner en marcha el nuevo Estatuto (a pesar de las declaraciones de "boquilla" que han hecho algunos de sus dirigentes) puesto que se los hundiría la estrategia que tienen al resto de España. Cómo lo justificarían?
Pero, por otro lado tampoco se fácil, sino prácticamente imposible, reeditar el 2003. Ya no hay "supremos" objetivos a reivindicar, al menos por muchos años. Delante hay un gobierno central que puede comprendernos, al menos si no le ponemos las cosas difíciles, esto hay que tenerlo muy presente, no volvemos a equivocarnos. Hay una herramienta para desplegar, que unos del viejo tripartito han dicho que sí y otros han dicho que no. Hay un nuevo y trencador candidato de los socialistas que ya ha dicho en qué condiciones quiere llegar a ser Presidente, sin "urgencias" históricas, y manifestando la voluntad de resolver hipotecas que lastran el desarrollo del país. Volviendo a en Carod, alguien puede pensar en una reedición de un gobierno catalanista y de progreso con ERC a Cultura? Frankfurt! Frankfurt!
Este es el patio, un nuevo patio. Es lógico, pues, que las dos principales fuerzas que tienen la posibilidad de encabezar un Gobierno (PSC y CiU), y tener consiguientemente la Presidencia de la Generalitat (no olvidamos que estamos en un sistema parlamentario, no presidencialista), se tiren a tumba abierta a intentar conseguir un resultado que los permita poder imponer sus condiciones. Pero seamos realistas: la mayoría absuelta está en 68 escaños. CiUsacó la última vez 46, y el PSC 42. A los dos los falta un buen trozo. Las encuestas conocidas hasta ahora no auguran una inversión importante de los anterior resultados. Entonces? Los ciudadanos tienen la palabra y los tenemos que explicar muy bien las consecuencias de sus decisiones. Tenemos que explicar que queremos hacer. Cada opción que quiere hacer, advirtiendo además si hay puntos en común, y discrepancias, con las otras. El que no tiene sentido es subrayar las diferencias y esconder las dificultades posteriores de actuación conjunta.
Posibilidades? Hay, algunas de estériles y otros de provechosas. Por ejemplo, un Gobierno "nacionalista" (CiU ERC) tendría fácil una posición maximalista negociando con "Madrid"? Un Gobierno "de izquierdas" (PSC ERC IC-V) resolvería las discrepancias sobre los cuellos de botella del desarrollo del territorio? Estaría justificado un Gobierno de gran coalición (PSC CiU) según las preferencias expresadas por los ciudadanos/se? Qué travesía (y consiguientemente estabilidad) parlamentaría podrían tener Gobiernos en minoría de uno u otro signo?
Tiempo atrás pedí clarificación. Y el resultado de la consulta del referéndum la dio. Ahora sabemos exactamente, contados uno a uno, expresados o no, los votos de los ciudadanos/se. Todo proceso electoral es un momento inmejorable para clarificar. Ni encuestas, ni manifestaciones en la calle, ni apariciones mediáticas, votos! Voluntades libremente expresadas. Aunque muchas veces no se consigue con la nitidez deseada. Los electores/se, querida o involuntariamente, de una forma consciente o errática, participando o quedándose a casa, producen un resultado que hay que gestionar después con la más buena interpretación posible (que no siempre puede ser la más adecuada). Cuánto mejor los políticos nos explican y lo explicamos a la ciudadanía más fácil será después la presa subsiguiente de decisiones. Esta es el trabajo que nos queda el que resta del verano y el comienzo del próximo otoño hasta el día de Todos Sants.
Buenas vacaciones!
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