Llegamos a las séis de la madrugada. Bajamos de los autobuses que nos han traído del aeropuerto de Tindouf (Argelia) al campamento de Smara. Hace mucho frío, la mayoría no vamos abrigados suficientemente para estas inimaginables temperaturas, y la espera del reparto de jaimes en las que pasaremos los próximos días se hace larga. Nos entretenemos mirando el maravilloso espectáculo del cielo, salpicado por miles de estrellas. La oscuridad es absoluta, ninguna farola, ninguna luz que nos guíe, pero algún flash de los impacientes fotógrafos amateurs nos hace la pascua a la vista. Medio a tientas seguimos una mujer que nos trae a nuestra casa, un aposento de paredes de adobo, ventanas pequeñas y bajas. El tierra es lleno de alfombras de colores, y dispuestos por todas partes, formando una Uno, seencuentran colchones, muchos más de los que necesitamos. Hace horas que viajamos y poca cosa más vemos antes de cerrar los ojos unas pocas horas, aunque la almohada sea más fuerte que un roc.
Con los días iremos descubriendo que, de entre las más de 500 personas llegadas de 22 países de todo el mundo, hay hasta tres mataronins, un argentoní, y todavía tres personas más de la comarca del Maresme. Todos han venido llamados por este acontecimiento solidario y deportivo que es el Maratón del Sáhara. Ya es el séptimo año consecutivo que se celebra y su finalidad es muy clara: recordar en el mundo que hay miles de refugiados en un zona perdida y desértica de Argelia que están esperando un referéndum de autodeterminación que los permita volver a casa suya, el Sáhara Occidental. Correr es resistir, esta es la metáfora del acontecimiento en relación a la situación de los refugiados, y una marathó es el súmum de la resistencia física, con sus más de 42 kilómetros. Mientras tanto, ya hace 31 años que este territorio pertenece en el Marruecos, y no parece que muchos países estén dispuestos a mantener un enfrentamiento con este país para que permita el referéndum. Los refugiados viven en unas condiciones duras, sobre todo en verano en que las temperaturas son inaguantables, y gracias a las muchas ONG's solidarizadas con este tema y algunos gobiernos concretos tienen comer y los pocos recursos más que son esenciales. El día que esta ayuda dejara de llegar, el drama humano sería de un alcance inmenso. La entidad que desde España promueve el Maratón, Proyecto Sáhara, también ha aprovechado el desplazamiento para traer muchos kilos de comer, medicamentos y material escolar.
Es difícil encontrar ningún niño ni adolescente que no hable el español, y algunos también el catalán o el gallego. Al pasado colonial de esta gente hay que añadir que ya hace años que muchas familias de nuestro país, y en Mataró hay unos cuántos ejemplos, acogen algún niño durante el verano. Esto hace más fácil la comunicación, y no sólo por el idioma, sino también por los temas a hablar. En la casa que nos alojamos hay Laila, una niña de 13 años y que es hija única, un caso realmente peculiar en este lugar en que los niños parecen salir de bajo las piedras cuando se pasea por las calles y en pocas horas te quedas sin los más de tres kilos de caramelos que traías encima. Laila hace de traductora en todo momento entre su madre, Jamal, y nosotros. Jamal está separada y, a pesar de que es joven, dice que no quiere tener ningún más hombre ni ningún más hijo. Sí que tiene muchos hermanos, ocho además de ella, y durante todos los días la casa es uno no parar de entrar y salir gente, sobre todo estos hermanos, pero también sus hijos, primos, y la misma madre de Jamal, la Mamia, que de hecho es la matriarca de la jaima. Nos acabamos haciendo un lío entre los parentescos de todos juntos, y ya no digamos para aprendernos todos los nombres.
Uno de los hermanos de Jamal, y por lo tanto tío de Laila, en Mulai, también pasa largos ratos con nosotros. Sólo tiene 15 años pero ya es demasiado grande para poder seguir optando a ir los veranos en España, y ya tampoco estudia. Su principal ocupación es cuidar un reducido rebaño de cabras que campen libremente por el pueblo pero que al caer la tarde se tienen que traer a un cercado. Lo vemos con pocas motivaciones, y parece que la única noticia que espere sea que en otoño pueda ir a estudiar en España. Y como te lo harás?, le preguntamos. Espero que la familia con la que estuve los últimos años haga los trámites que sean necesarios. Una de sus distracciones es la televisión; ha llegado a los hogares de los campamentos no hace muchos años, y en Mulai es un apasionado de la serie Pasión de Gavilanes, que emiten doblada al árabe. Me pregunta si aquello que pasa en esta serie es verdad; le digo que no, pero la pregunta me deja con muchas dudas sobre el impacto que puede tener este aparato en su pequeño mundo, a pesar de que haya pasado unas pocas temporadas fuera de allí.
Laila todavía podrá venir este verano, y parece quetenga muchas ganas. Cuando llegue el primero que haré será comerme una hamburguesa. Me encantan las hamburguesas!. Y la playa?, le pregunto. No, responde dejándonos un chico sorprendidos. Me gusta mucho más la piscina. En la playa la genteva para ponerse morena... y a mí esto no me hace falta!.
Nos dice que quiere ser médica, pero difícilmente conseguirá una buena preparación si no es fuera de este desierto. Precisamente una de las visitas que hacemos está en el hospital de Smara. Todas las salas y habitaciones son abiertas, y no hay prácticamente ningún paciente. Parece que tienen que abrir bien pronto un hospital nuevo, y esperamos que suponga un salto cualitativo respeto el que están viendo nuestros ojos. Respiramos fondo y comprendemos perfectamente el que nos ha explicado una joven embarazada de cinco meses: que prefiere tener el hijo en casa suya antes de que ir al hospital.
Mientras tanto llega el día de las cursas, no sólo de la marathó sino también de la media marathó, de los diez kilómetros y de los cinco. Uno de los momentos más espectaculares son los últimos kilómetros, en que centenares de mujeres con vestidos de colores vivos y con el rostro completamente cubierto ondean las banderas al aire y hacen gritos ensordidors. Y hay que decir que, aunque aquí las clasificaciones no son lo más importante, los representantes mataronins dejan el listón bastante arriba, con dos cuartas posiciones, en los cinco kilómetros y en la media marathó. En este segundo caso, el atleta pertenece a los incansables Maimakansu, y explica que correr por el desierto y el global de la experiencia a los campamentos está siendo de lo más enriquecedor. De seguro que cuando lo explicamos, muchos más de la pandilla querrán ser el próximo año, dice.
Los adultos aceptan con resignación que muchos jóvenes quieran marchar a estudiar o trabajar fuera. Quizás con la misma resignación que hace 31 años que se encuentran en este rincón de mundo. Al fin y al cabo, saben que el futuro de su pueblo pasa por los jóvenes, y que si nunca son un país independiente los necesitarán preparados, y quizás afuera tendrán esta preparación. Laila y en Mulai de momento sólo han hecho viajes de ida y retorno, y quien sabe si siempre que quieran venir a Europa lo podrán hacer en avión... Su futuro, como el de su país, es muy incierto. Tanto los individuos como el país esperan una respuesta norteña.

Los campos de refugiados llenos de niños
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