Hacia un hogar igualitario
Hacia un hogar igualitario

Hacia un hogar igualitario: rompiendo roles y equilibrando responsabilidades

Cuando las tareas se reparten de manera igualitaria, se gana tiempo para actividades compartidas, relaciones más sanas y una convivencia más equilibrada y feliz

Durante siglos, la sociedad patriarcal ha asignado a las mujeres la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado, independientemente de su carga laboral fuera de casa. A pesar de los avances en materia de igualdad, todavía hoy las mujeres dedican, de media, el doble de tiempo que los hombres a estas tareas, según datos del Instituto Europeo para la Igualdad de Género.

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Crear un hogar igualitario no solo es una cuestión de justicia social, sino que también beneficia a todas las personas que conviven en él, reduciendo el estrés, promoviendo la corresponsabilidad y fomentando un ambiente más armónico y equitativo. Pero, ¿cómo conseguirlo?

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01

Repartir las tareas de manera justa. Las tareas domésticas y de cuidado no tienen género. Por ello, es fundamental distribuirlas equitativamente entre todas las personas que conviven en el hogar, independientemente de su sexo o edad. Una buena herramienta es hacer una lista de todas las tareas (limpieza, cocina, compras, cuidado de niños o personas mayores, gestión de facturas, etc.) y repartirlas de manera equilibrada, evitando que recaigan sistemáticamente en una sola persona.

02

Educar en la corresponsabilidad desde pequeños. Para romper con los estereotipos de género, es esencial que los niños crezcan en un ambiente donde se normalice la igualdad de responsabilidades. Involucrarlos en tareas adaptadas a su edad y evitar frases como "esto lo hace la mamá" o "ayuda a mamá a limpiar" contribuye a un cambio de mentalidad que se mantendrá a largo plazo.

03

Espacios diseñados para todos. La arquitectura y el diseño del hogar también pueden influir en la igualdad. Espacios de trabajo compartidos en casa, cocinas abiertas donde todos puedan participar en la preparación de las comidas o baños pensados para facilitar la higiene de toda la familia son ejemplos de cómo un hogar puede fomentar la implicación de todos sus miembros.

04

Desmontar el mito de la 'doble jornada' femenina. Todavía hoy, muchas mujeres trabajadoras asumen una doble jornada: el trabajo remunerado y el trabajo doméstico. Esto genera una sobrecarga que impacta directamente en su bienestar. Es responsabilidad de todos cambiar esta dinámica, estableciendo horarios compartidos y asegurando que cada persona asuma su parte sin excusas.

05

Renunciar a la idea de la perfección. A menudo, el peso de la gestión doméstica recae en las mujeres porque se espera que todo esté impecable y bajo control. Aprender a compartir la responsabilidad también significa aceptar diferentes maneras de hacer las cosas y liberarse de la exigencia de perfección, delegando sin sentir culpa.

Un hogar igualitario no solo promueve la justicia de género, sino que mejora la calidad de vida de todos. Cuando las tareas se reparten de manera equitativa, se gana tiempo para actividades compartidas, relaciones más sanas y una convivencia más equilibrada y feliz. La igualdad empieza en casa, y el cambio está en nuestras manos.


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