Joan Pera firma el artículo de opinión
Joan Pera firma el artículo de opinión

"…y fueron felices para siempre"

Joan Pera, Presidente de Pimec Maresme-Barcelonès Norte reclama en este artículo de opinión una apuesta decidida para hacer crecer la productividad en la comarca, que está por debajo de la media catalana

Hace unos días me llamaron la atención unas declaraciones de la vicepresidenta segunda del gobierno español. Afirmó que el objetivo último de sus políticas era promover la felicidad de la ciudadanía y que una de las medidas estrella para lograrlo era la reducción de la jornada laboral.

Me sorprendió, no es habitual escuchar a nuestros políticos hablar en estos términos. El objetivo es ambicioso, no puedo más que compartirlo, así que los empresarios también queremos hablar de felicidad.

En Pimec, trabajamos para defender los intereses de las micro, pequeñas y medianas empresas y autónomos de Cataluña con responsabilidad y compromiso social. Y lo hacemos precisamente para contribuir a un crecimiento que sea sostenible, inclusivo y centrado en mejorar la vida de las personas.

La relación entre jornada laboral y felicidad es más compleja de lo que parece. Llevarlo al extremo es fácil: si menos trabajo equivaliera automáticamente a más felicidad, las personas más felices serían las que cobran sin trabajar. Pero sabemos que eso no es así. Y tampoco es cierto lo contrario: vivir para trabajar no nos hace más felices. Así pues, la clave no está en la cantidad de horas, sino en el sentido del trabajo.

Este debate no es nuevo. Hace más de dos mil años que Aristóteles, Confucio o Buda reflexionaban sobre la felicidad y el valor del trabajo. A pesar de venir de tradiciones muy distintas, coincidían en señalar que el trabajo, si se hace con virtud, sentido y conciencia, puede ser una vía para vivir mejor, y no solo una carga.

Hay una tercera vía que quiero poner sobre la mesa: el Índice Mundial de Felicidad (WHP). Hace ocho años seguidos que Finlandia lidera este ranking, mientras que España ocupa este año la posición 36, con una ligera tendencia a la baja. El WHP evalúa la felicidad de acuerdo a seis factores: PIB real per cápita, apoyo social, esperanza de vida saludable, libertad para decidir, confianza institucional y generosidad.

Con estos criterios, es fácil intuir de dónde viene la pérdida de posiciones: desconfianza institucional, déficit de apoyo social y, centrándonos en la economía, un problema estructural de productividad que los datos no pueden ocultar.

Aunque el PIB crece en términos absolutos, este crecimiento proviene sobre todo del aumento de población y no se traduce en más riqueza per cápita. El paro estructural se mantiene elevado, especialmente entre los jóvenes, y las familias no perciben una mejora real en su calidad de vida.

Por eso, desde Pimec insistimos en que las políticas públicas deben orientarse a hacer crecer la productividad real: con formación, con inversión en innovación, con ayudas a la pequeña empresa, con políticas activas de ocupación y con apoyo al emprendimiento, también para quien quiera tener una segunda oportunidad, tal como defiende la Fundación Pimec.

Y si aterrizamos en el Maresme, el escenario es claro: según el último informe del Observatorio de la Pyme de Cataluña, la productividad de las empresas de la comarca está por debajo de la media catalana. Este déficit, si no se corrige, nos condena a vivir peor en el futuro. Por eso debemos apostar por la transformación digital y verde, mejorar la formación, facilitar la empleabilidad y conectar mejor nuestro talento con el tejido productivo.

Tenemos potencial: somos una comarca con calidad de vida, bien comunicada, con buenas escuelas, universidades y programas de apoyo al emprendimiento. Tenemos sectores emergentes y tradicionales que pueden crecer —como el de la construcción sostenible, la digitalización del sector primario, el turismo de valor añadido, los cuidados o el textil circular.

Entendemos, pues, que para repartir prosperidad, primero hay que generarla. Con más y mejores empresas, más competitivas y arraigadas, podremos alcanzar mejores salarios y mejores servicios públicos.

Hacerlo posible depende de todos nosotros. Solo así podremos construir un futuro más justo, donde nuestra historia también pueda acabar, como todas las buenas historias, con un “y fueron felices para siempre”.

Joan Pera

Presidente de Pimec Maresme-Barcelonès Nord

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