Cuando llega el calor del verano, muchos hogares y oficinas no pueden prescindir del aire acondicionado para mantener una temperatura agradable y garantizar un mínimo de confort. Además de refrescar el ambiente, el uso del aire acondicionado puede aportar beneficios para la salud: ayuda a reducir el riesgo de sufrir golpes de calor, facilita un descanso de mayor calidad y permite controlar la humedad y la calidad del aire interior.
No obstante, una de las principales dudas que tienen muchas familias es saber cuánto consume realmente un aparato de aire acondicionado y cómo se traduce este consumo en la factura de la luz. Según los expertos, el consumo depende sobre todo de la potencia del equipo, de su eficiencia energética y del precio de la electricidad contratada.
Para hacerse una idea, los cálculos se hacen habitualmente sobre una media de 8 horas de uso diario, que es el tiempo que se mantiene encendido durante los meses más calurosos. Un aparato pequeño de unos 1000 W de potencia consumiría unos 8 kWh al día. Esto supone 240 kWh mensuales, que, con un precio medio de 0,15 €/kWh, costaría unos 28,5 euros al mes.
Sin embargo, la mayoría de aparatos domésticos tienen una potencia de entre 2500 y 3500 W. Esto implica un consumo diario que puede oscilar entre los 20 y los 28 kWh, traduciéndose en un coste mensual de entre 70 y 100 euros, siempre en función de la tarifa eléctrica y del uso que se haga del mismo.
Varios factores pueden influir notablemente en el consumo final: el aislamiento de la vivienda, la temperatura seleccionada en el termostato (cada grado menos puede incrementar el consumo hasta un 8%) y, por supuesto, la eficiencia del equipo. Por eso, los especialistas recomiendan utilizar el modo ECO, que optimiza el rendimiento reduciendo el consumo energético sin perder confort.
Además, es importante mantener una diferencia razonable entre la temperatura exterior y la interior. El consejo general es que no haya más de 8 grados de diferencia. Por ejemplo, si fuera hay 30 °C, lo recomendable es fijar el termostato entre 22 y 24 °C.
Otro aspecto clave para ahorrar es el mantenimiento del aparato. Limpiar regularmente los filtros y realizar revisiones periódicas garantiza que el sistema trabaje de forma eficiente. Unos filtros sucios pueden obligar al compresor a funcionar más tiempo y consumir más energía para alcanzar la misma temperatura.
Un buen aislamiento, clave para ahorrar
Por último, no hay que olvidar el buen aislamiento de puertas y ventanas para evitar pérdidas de frío y la entrada de aire caliente. Una buena instalación puede suponer un ahorro significativo, ya que mantiene la temperatura interior estable durante más tiempo y reduce la carga de trabajo del aparato.
Disfrutar de un hogar fresco en verano puede suponer un aumento notable en la factura eléctrica si no se hace un uso eficiente del aire acondicionado. Pero con buenas prácticas, un mantenimiento adecuado y un uso responsable, se puede disfrutar del confort sin sorpresas a final de mes.
Fuente: www.20minutos.es
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