Han pasado siete años desde que el CE Mataró se reformuló como Escuela de Fútbol y dejó atrás las deudas enormes que la Sociedad Anónima Deportiva arrastraba. A cambio, eso sí, de una cuota mensual de unos 1.200 euros a pagar al antiguo presidente y entonces propietario de los derechos federativos, Paco Gonzalo. Más allá de esta vía, que ha seguido por los juzgados, el cierto es que cada vez queda más lejana la excusa sobre la herencia o el lastre que suponía trabajar con centenares de miles de euros de deuda. La realidad, siete años después, es que el club sigue lejos de estar allá donde se le presupone.
El primer curso de Fran Seijo a la presidencia, después de la desafortunada y repentina muerte de Albert Gibert, y con Jose Maria Polo al banquillo, acabó con alegría: ascenso a Primera Catalana. Mica en mica parecía quehabía un proyecto sólido con una base de jugadores interesante. Pero la temporada 2015-2016 fue claramente de más a menos, y en un tramo final de curso esperpéntico, los mataronins acabaron bajando, de nuevo, a Segunda Catalana. Primer batacazo. Polo plegó y la directiva escogió Alberto Encinas, entonces entrenador del juvenil.
El cambio de entrenador año tras año no ayuda a consolidar una idea de juego; después del descenso de Primera Catalana el equipo no ha dominado la Segunda como se podía esperar en dos temporadas consecutivas
La temporada 2016-2017 tuvo un CE Mataró relevando a la categoría, siempre entre los primeros pero nunca como dominador claro cómo ha podido serlo la Guineueta este año. En todo caso, se aseguró el segundo lugar y la promoción de ascenso. Pero allá, ante el Valls, un equipo inoperante acabó perdiendo el play-off. Segunda gran decepción.
Este curso, nuevo cambio al banquillo con Alberto Aybar como entrenador debutante en un primer equipo, y el mismo objetivo. Siempre entre los equipos de arriba, pero con un tramo final demasiado irregular que un equipo como el Argentona aprovechó para mangarle el segundo lugar. Tercer tropiezo.
habrá cambios a la dirección deportiva y seesperan al banquillo del primer equipo; el buen papel del juvenil puede ayudar a la primera plantilla la próxima temporada
Hará falta una reflexión interna para saber si el modelo de cambiar de entrenador cada temporada –todo apunta a quehabrá novedades al banquillo por el curso próximo- es el adecuado, teniendo en cuenta que el único ascenso en esta nueva etapa fue con Polo, que estuvo tres cursos al banquillo. Y habrá que pensar, también, que falta porque una entidad como el CE Mataró se quede sin promoción de ascenso ante una entidad más humilde pero quizás más muy trabajada como la de Argentona.
Mientras tanto, la otra pregunta seguirá siendo si realmente Mataró no puede tener un equipo no ya por sobre, sino al menos compitiendo donde se encuentran Lloret, Farners, Banyoles, Castellar o el filial del Llagostera. Todos ellos, de Primera Catalana. Los cambios que ya se han anunciado a la dirección deportiva, con Parri y Parcerisas como nuevos coordinadores del fútbol baso a buen seguro que pueden ayudar a construir un espacio de formación que acabe nutriendo al primer equipo.
Una base que mira hacia arriba
La temporada, en todo caso, tiene elementos positivos. Entre ellos el ascenso del juvenil a Liga Nacional. En los últimos años tampoco se ha estado a la altura del pasado más reciente, y aquel juvenil que hizo las delicias a División de Honor perdió la categoría y, la temporada pasada, bajó a Preferente. Con Raul Monroy se ha conseguido subir. Un nombre, por cierto, que habrá que seguir de cerca por si cómo apuntan algunas fuentes cercanas al club, es el escogido para llevar el primer equipo la próxima temporada.
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