Un arroz de los mejores del Maresme se cocina en este restaurante de Mataró

Encargarle a alguien que escriba sobre ‘el mejor arroz del Maresme’ es poner a esa persona y su opinión por escrito a los pies de los caballos. Pero se puede recurrir al ingenio e intentar ofrecer una visión que no sea la predominante. Hoy hablaremos de un arroz o, mejor dicho, de unos arroces de primera cuya principal virtud es la simplicidad y cuyo mejor reclamo, la sorpresa. Porque es probable que mucha gente haya pasado por delante del local y la terraza donde se pueden disfrutar y —en formato fugaz— haya dejado escapar la oportunidad de saborearlos por no saber que la X del mapa del tesoro estaba justo aquí.

La liga de los arroces es una competición tan difícil de jugar como de comentar. Porque es una de las materias gastronómicas de culto y porque cada uno lo quiere, le gusta y se lo adapta un poco según el gusto y la conveniencia. En ese sentido, los arroces son como los canelones. 9 de cada 10 conciudadanos tiene una abuela que hace los mejores del mundo y no, no es que todos compartamos madre del padre o de la madre. Con los arroces, con la cantidad de tipos que hay, es normal que pase un poco lo mismo con el añadido de que aquí el abanico se abre tanto que, en cierta manera, cualquier comparación y relación ordinal será directamente injusta. Pero con toda esta introducción hoy hablaremos de un local de Mataró que puede merecer la calificación de templo oculto del buen arroz.

Nu de nombre y ‘Cocina de Mercado’ como aclaración. Es el nombre de un puesto del mercado de la plaza Gran de Mataró, de su terraza y a la vez de su local-restaurante. Es un espacio vital, un sitio donde se está a gusto. Es un hervidero. Y es un caso de restaurante de éxito y culto que podríamos decir que se camufla un poco, que puede sorprender. Y cuando te tomas un arroz allí, te sorprende mucho.

Con género de la plaza, con gente de la casa, con producto de temporada y sin pretensiones, las paellas y arroces del Nu han ido ganando predicamento entre la gente que sabe disfrutarlos y que conoce las bondades de poder gozar de una de las mejores terrazas de Mataró —excepto cuando el sol aprieta más en verano, hay que decirlo— y al mismo tiempo de una de las mejores maneras de trabajar el arroz. Las paellas del Nu pueden ser de pescado y marisco, de montaña, de setas si es otoño, vegetales. Atención al detalle para quienes somos o hemos sido solitarios: se puede pedir una paella individual y no es ninguna leyenda. Son arroces del momento, bien cuidados, poco complicados y por tanto ganadores. Diría que incluso son arroces “planians”.

Para Josep Pla, el arroz no es un plato, es una declaración de principios. Es, como él diría, una cuestión de sentido común, medida y respeto. No hay espacio para la frivolidad dentro de la cazuela. El arroz —a la catalana, al estilo ampurdanés o del delta— debe responder a una idea muy concreta del orden de las cosas: sencillez, equilibrio y sabor claro. Para Pla, la cocina no debe ser espectáculo ni artificio, y el arroz es la prueba. Ni grandes mezclas ni ostentaciones forzadas. El arroz no admite disfraces. Por eso decía que “el arroz no tolera la frivolidad ni la estupidez.” Es comida seria, sobria, elemental. Y, por tanto, bella. Y en el Nu parecen haberse leído y mamado ‘Lo que hemos comido’, del genio del Empordà.

El detonante del cambio de la Plaça Gran

Volvemos a la plaza. Es probable que, a primera vista o habiendo ido pocas veces, la gran mayoría de clientes del Nu si se les pregunta quieran destacar virtudes que no pasen exactamente por cómo trabajan el arroz. El Nu fue uno de los rompehielos que permitió que actualmente la Plaça Gran sea uno de los epicentros gastronómicos del Mataró del quedar bien. Cuando abrió –hace 12 años– en la plaza propiamente estaba el añorado Fermín, el Petit Laru en el régimen anterior y poco más. El Nu fue la antesala de lo que fue llegando y que, conectado a los restaurantes de trayectoria cerca de la plaza –ahora el Laru está cerrado, pecado flagrante, pero el Barralet es de categoría– configuran una escenografía y un abanico por el que otras localidades pagarían millones por tener. Sin el Nu no se puede entender la nueva Plaça Gran que ahora tanta gente disfruta.

Mientras en grandes capitales se pavonean de haber convertido los mercados en parroquias de la comida directa del puesto al plato –pasando por los fogones, se entiende– en Mataró eso lo tenemos al aire libre. Quizás deberíamos valorarlo. Con puesto, local propio en los bajos de los antiguos Juzgados y esa curva –la de levante– bien aprovechada, el Nu puede parecer un bar para tomar una copa, pasar el rato, arreglar el mundo conversando y optar por unas bravas y algo para picar. Y lo parece y lo es. Pero al mismo tiempo, tras esa capa de naturalidad mediterránea, de naturaleza de bar popular, hay un señor restaurante donde la buena mano de sus chefs ha sabido ir cultivando una cultura de los arroces realmente admirable. Nunca deben tomarse como referencia pero algunos de los comentarios en webs y reseñas lo dicen: la clientela que toma un arroz allí sale con el lagrimal activo.

Seguro que hay otros restaurantes que trabajan el arroz con acierto. Volvemos al principio: si existe una liga de los arroces, en ningún caso este texto puede ser una copa. Es tan sencillo como el agradecimiento a quien un día recomendó el arroz del Nu, consejo que –con sinceridad y en base a que la cosa se difunde– podemos colectivizar en parte para disfrute de todos.

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