El cántaro y Argentona, un binomio real, consolidado y en auge. ¿Un buen acierto en el momento de inventarlo o vientos favorables a favor? ¿Idea brillante o gestión muy acertada? Quizás un poco de todo.
Lo cierto es que hoy la villa de las aguas va asociada al cántaro: Museo del Cántaro, Fiesta del Cántaro (ahora Festival, ¡qué lujo!), cántaro del año, cántaros tradicionales, cántaros en la calle, cántaros de diseño (también somos modernos).
Pueblo repleto de cántaros, que encontramos por todas partes. Incluso donde puede sorprender a los visitantes. Cántaros gigantes y gigantes con cántaros. Grandes volúmenes decoran la calle Gran, obra de artistas. Este año, de Jordi Prat Pons (lo ha titulado “El Cántaro es Cultura”). La giganta lleva un cántaro en la mano y algunos de los enanos llevan un cántaro en la cabeza. Todo encaja.
La cosa empezó modestamente, con unos cántaros sencillos, humildes, de pueblo, de barro. Cada año de un lugar diferente. Negros, marrones, ocres. Pronto con cerámica de colores y formas variadas. Llegaron los de barca, los de engaño y otros curiosos. De toda Cataluña y de otros lugares peninsulares. Finalmente, agotadas las fuentes tradicionales de inspiración, volvemos a inventar. Nuevos tiempos, nuevos autores. Formas creativas y atrevidas: Milà, Mariscal, Tusquets, ahora Tagliabue, son sus autores.
Paseas por Sant Domingo, por l’Argillà, por los alrededores y por los aparcamientos. Y te encuentras medio Maresme, un tercio de Mataró, un cuarto de los pueblos de los alrededores y gente de todas partes.
Muchas personas han estado detrás. Iniciadores, impulsores, colaboradores, alcaldes y concejales, miembros de los consejos, profesionales... Todo argentonino o argentonina de pro ha aportado algo.
Intuición genial en su momento. Arranque suave, continuidad, superar dificultades, perseverancia, ganar empuje y finalmente, velocidad de crucero. Pero esto no se acaba. Va a más: el museo más visitado del Maresme (Oriol Calvo, toda una vida), una fiesta singular, unos objetos preciados de colección. La villa burbujea de cántaros.
El acto de los 75, 50, 25 y 10 años (efemérides que ya se han comentado suficientemente), celebrado en La Sala el día 2 de agosto, fue la apoteosis de la fiesta. Pero como en toda obra de éxito, no termina aquí. Continuará. ¡Y que sea por muchos años!
Nota: Dispénseme el público lector por el uso indebido de “xarbotar", que sería "burbujear”. El agua “xarbota” agitada del lugar donde se encuentra, de un recipiente, de un cántaro (Recordemos la “Xarbotada del Cántir”, uno de los actos de la fiesta argentonina, y “La Xarbotada”, el libro de Jaume Clavell). Pero es Fiesta Mayor. Ya me perdonarán.
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