El informe iRAP (anteriormente EuroRAP), elaborado por el RACC y dado a conocer este miércoles, que recoge el período 2021-2023, vuelve a situar una carretera del Maresme entre las más peligrosas de Cataluña. En concreto, ocupa el tercer lugar, solo superada por la Arrabassada, que lidera nuevamente la lista, y una carretera del Tarragonès.
Se trata de la B-502 entre Vilassar de Mar y Argentona, que tiene el dudoso honor de figurar en la lista de peligrosidad de este estudio durante gran parte de la última década. Es una carretera convencional de un carril por sentido, corta (menos de 6,5 km), que conecta la N-II en el litoral, entre Vilassar de Mar y Cabrera de Mar, con la entrada a Argentona, atravesando el término municipal de estos tres pueblos.
Además de la Arrabassada y de la carretera del Maresme, en este estudio también figuran otras vías como la T-314 entre Cambrils y Reus; la BV-5001, entre Martorelles y Vilanova del Vallès; la TP-7225, entre Reus y el Morell; la GI-64, entre Torroella de Montgrí y l’Estartit; la BP-2151, entre Sant Sadurní d’Anoia y Sant Pere de Ribes; la GI-643 entre Torroella de Montgrí y Parlavà; la BV-1201, entre Olesa y Castellbisbal, y la GI-673 y GI-674 entre Caldes de Malavella y Llagostera.
Por el contrario, la carretera más segura y, por tanto, la que presenta menor riesgo de accidentes, es la C-25 entre Gurb y Calldetenes. A pesar de su alta intensidad de tráfico (más de 20.000 vehículos diarios), no ha registrado ningún accidente mortal o grave en el último trienio. Le sigue el tramo de la A-7 entre Vandellós y Cambrils, el de la C-16 entre Navàs y Gironella, y el de la B-40 entre Viladecavalls y Terrassa.
Tal como ocurrió en la edición anterior del estudio, el enlace de la A-2 con la AP-2, la B-20, la B-10 y la C-32 vuelve a ser el tramo que concentra más accidentes. Le sigue de cerca la C-58 entre Cerdanyola del Vallès y Barcelona y la zona del Nus de la Trinitat.
El estudio iRAP evalúa el riesgo de accidentalidad y la concentración de accidentes considerando el volumen de tráfico que circula por cada tramo de carretera, para ofrecer una radiografía de la distribución del riesgo y mejorar la seguridad vial en los puntos más afectados. Este ranking se elabora calculando la probabilidad de que un conductor tenga un accidente al transitar por una vía. Se contabilizan heridos graves y fallecidos, y este dato se combina con la variable de la intensidad de tráfico en la vía.
El trabajo ha analizado más de 6.300 km de la red viaria catalana, que concentra el 93% de la movilidad del territorio y donde ocurren el 78% de los accidentes con heridos graves y víctimas mortales.
Según los responsables del RACC, un 24% de la red viaria analizada presenta un riesgo alto o muy alto de accidente grave o mortal. Además, han señalado que en las carreteras convencionales, aquellas no desdobladas, la probabilidad de sufrir un siniestro con consecuencias graves o mortales es cuatro veces mayor que en el resto. “Esto pone de manifiesto las ventajas de las carreteras desdobladas frente a las convencionales en materia de seguridad”, apuntó Bardají.
Otra conclusión destacada del informe es que en el 45% de los siniestros graves y mortales registrados durante este período han estado involucradas motocicletas. Bardají aseguró que combatir este fenómeno y revertir esta cifra debe ser una prioridad, dado que este tipo de vehículos solo representan el 2,4% del total de la movilidad.
Por otro lado, el estudio también indicó que desde 2013 los accidentes con bicicletas implicadas han mantenido una tendencia al alza, con un incremento del 75%.
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