El Salt de las Mujeres de Agua de Sant Iscle de Vallalta
El Salt de las Mujeres de Agua de Sant Iscle de Vallalta

Redacció

Este bosque del Maresme tiene una leyenda que solamente conocen los de un solo pueblo

Descubrimos la leyenda de las mujeres de agua de Sant Iscle de Vallalta que aparecen cuando en una poza del pueblo las noches de luna llena

AMARGANT PATROCINI CABRERA (1)
 

En el corazón del Montnegre y junto al pequeño municipio de Sant Iscle de Vallalta, hay un bosque umbrío que guarda un secreto transmitido de generación en generación. Se trata del paraje conocido como las Dones d’Aigua, un pozo situado en el curso bajo del torrente de Ca l’Oller, en una hondonada húmeda cubierta de musgo, helechos y avellanos. A pesar de pertenecer a una finca privada, el lugar es accesible para todo el mundo y conserva intacta su aura mágica. Los vecinos de Sant Iscle conocen bien la leyenda: las noches de luna llena, las aguas del pozo se llenan de presencias femeninas que cantan, bailan y lavan sus ropas etéreas.

Este relato, que combina tradición oral e imaginación popular, ha sido recogido por folcloristas como Joan Amades o escritores como Apel·les Mestres, y aún hoy forma parte viva de la identidad local. Tanto es así que en Sant Iscle hay gigantes que representan a una de estas dones d’aigua e incluso una escuela pública que lleva su nombre. Pero la historia original va mucho más allá de un simple cuento: habla de amor, de codicia y de castigos eternos en medio de un escenario natural de gran belleza.

Las damas del pozo

Las dones d’aigua son seres mitológicos que aparecen en diferentes culturas pirenaicas y mediterráneas. Son figuras cercanas a las hadas, vinculadas a torrentes, fuentes y estanques, donde se peinan largas cabelleras y tienden la ropa blanca bajo la luz de la luna. Su relación con el agua responde a creencias paganas anteriores al cristianismo, que veían en este elemento la fuente de vida y de fertilidad.

En Sant Iscle, la leyenda explica que en el pozo de Ca l’Oller vivían algunas de estas mujeres, de belleza indescriptible. Un joven pastor que vigilaba los rebaños las descubrió una noche. Embelesado por su canto y su danza, no pudo resistir el hechizo de una de ellas. El encuentro se convirtió en historia de amor y, según la tradición, de esta unión nació un niño. El parto de la ninfa fue un momento clave de la leyenda. Las dones d’aigua, inexpertas, pidieron ayuda a una anciana que vivía en la casa más cercana, Can Patiràs. La mujer, compasiva, bajó hasta el pozo y asistió a la criatura. Como muestra de agradecimiento, las ninfas le llenaron el delantal con un extraño puñado de salvado, con la condición de no mirarlo hasta llegar a casa.

La cova de les Dones d'Aigua
La cova de les Dones d'Aigua


La curiosidad, sin embargo, la traicionó. Por el camino destapó el misterio y, decepcionada al ver solo salvado, lo tiró. Cuando llegó a casa, el desencanto se convirtió en arrepentimiento: las migas que habían quedado en los pliegues del delantal se habían transformado en oro puro. Hay dos versiones del final: en una, la mujer, desesperada, vuelve al pozo y es engullida por el agua en castigo a su codicia; en la otra, la familia de Can Patiràs disfrutó siempre más de buenas cosechas y prosperidad.

El joven pastor que había osado amar a una dona d’aigua tampoco quedó indemne. La tradición asegura que fue condenado a vagar eternamente por los bosques del Montnegre, llamando a su amada en las noches de luna llena. Aún hoy, dicen los más viejos, si se pasea cerca del pozo en una noche clara se pueden oír sus lamentos confundidos con el murmullo del agua.

El gorg de Ca l'Oller, un escenari místic i preciós
El gorg de Ca l'Oller, un escenari místic i preciós


La leyenda viva

Esta historia, que podría parecer lejana, ha continuado viva gracias a la transmisión oral y al trabajo de estudiosos locales como Matilde Verdura. Ella fijó en el imaginario colectivo el relato de la dona d’aigua y del pastor Iscle, hasta el punto de inspirar a los gigantes del pueblo. El recuerdo también ha sido recogido en testimonios más recientes: vecinas que aseguraban oír cómo las dones d’aigua golpeaban la ropa con los batidores, o relatos de cómo estos seres convertían el salvado en oro. En Sant Iscle, la leyenda se ha convertido en un elemento de identidad compartida. Hablar de las dones d’aigua es hablar de la propia comunidad, de una memoria compartida que une naturaleza e imaginación. Los escolares del municipio conocen la historia desde pequeños, y cada fiesta mayor el recuerdo vuelve a emerger entre cuentos, representaciones y caminatas populares hasta el pozo.

Más allá del relato, el paraje de las Dones d’Aigua sigue siendo un lugar encantador. Situado a unos tres kilómetros del núcleo de Sant Iscle, camino de Vallgorguina, es un rincón de gran valor natural. La hondonada fresca y umbría, la cascada y la vegetación de ribera le confieren una atmósfera única. Pasear por allí es entender por qué la imaginación popular llenó el lugar de presencias mágicas.

Hoy, quien llega a pie desde el camino forestal todavía puede sentir el sonido del agua y el canto de los pájaros mezclándose con las sombras. Quizás ya no hay pastores ni ancianas con delantal, pero la leyenda sigue planeando sobre el pozo. Y, como ocurre con todas las buenas historias, cada generación añade su propia voz. Sant Iscle de Vallalta, pequeño y discreto en el Maresme interior, guarda así un tesoro intangible: el recuerdo de unas dones d’aigua que solo conocen, de verdad, los del pueblo. Pero quien se adentre en el bosque y escuche con atención, quizás aún tendrá la suerte de entreverlas danzando bajo la luz plateada de la luna.

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