La historia del Maresme es también la historia de sus indianos. Marcha, aventura, fortuna y retorno. Un viaje de ida y vuelta hacia América que, entre los siglos XVIII y XIX, emprendieron cientos de maresmenses con la esperanza de hacer dinero y regresar a casa convertidos en prohombres. Algunos lo lograron. Y el rastro de aquella prosperidad —no exenta de contradicciones históricas— es hoy uno de los patrimonios más singulares de la comarca: torres señoriales, jardines exuberantes, palacios y mausoleos que todavía cuentan un sueño de ultramar.
Quiénes eran los indianos y por qué dejaron huella en el Maresme
Los indianos, también conocidos como “americanos”, eran hombres (y en menor medida mujeres) que emigraban a Cuba, Puerto Rico, México, Venezuela o Argentina buscando ascenso social. Provenían a menudo de familias humildes de municipios costeros como Mataró, Arenys, Vilassar, Canet o Sant Pol. Allí, al otro lado del Atlántico, trabajaban en el comercio marítimo, en plantaciones de caña de azúcar o en negocios de importación y exportación.

Puerto de Arenys de Mar, de donde partieron muchos indianos
Cuando regresaban —los que lo hacían— invertían las ganancias en viviendas suntuosas, obras filantrópicas y construcciones que proyectaban su nueva posición social. Muchas de estas casas indias destacaban por sus jardines románticos, las fachadas coloridas, las galerías abiertas y una decoración que mezclaba eclecticismo y modernismo.
Miquel Biada, el indiano que trajo el primer tren de la península
Si hay una figura que simboliza la huella de los indianos en el Maresme es Miquel Biada i Buñol. Nacido en Mataró en 1789, hizo fortuna en Cuba y regresó con una idea tan revolucionaria como arriesgada: construir un ferrocarril entre Barcelona y Mataró.

Miquel Biada
Contra el escepticismo de muchos contemporáneos, Biada perseveró hasta lograr que el 28 de octubre de 1848 se inaugurara el primer tren de la península Ibérica. Ese proyecto no solo transformó la movilidad, sino también la economía del Maresme, que de repente quedaba conectada industrialmente con Barcelona. En pleno siglo XIX, un indiano mataronense ponía al país en el mapa ferroviario.
Arenys de Mar: Xifré, panteones y calles llenas de historia
Arenys de Mar es una de las principales paradas de la Red de Municipios Indianos, ya que el legado indiano es especialmente visible. El gran mecenas local fue Josep Xifré i Casas, enriquecido en Cuba, que promovió el imponente Edificio Xifré, construido entre 1844 y 1848 como hospital de pobres. El conjunto, de estética neoclásica, incluye el Panteón Xifré, uno de los mausoleos más singulares de Cataluña.

Edificio Xifré. Foto: Maresme Film Comission
Otros edificios destacables son el Asilo Torrent, promovido por Antoni Torrent, y el palacio El Paraíso, propiedad de Salvador Castelló, con jardines inspirados en la arquitectura colonial. Paseando por el Passeig Xifré, la Plaça Lloveras, la Calle de la Iglesia y la Riera, se pueden ver varias casas indianas de carácter modernista e historicista, como Can Còrdova, que forman parte de la ruta oficial de los indianos.
En el Cementerio de Sinera hay panteones y esculturas de altísimo nivel, incluyendo obras de Josep Llimona como el de la familia Massaguer, que recuerdan la influencia económica y social de los americanos retornados.
Vilassar de Mar: Can Bassa y rutas modernistas
Vilassar de Mar es otro municipio con una fuerte presencia de indianos. Destaca Can Bassa, una significativa obra modernista de principios del siglo XX que refleja la opulencia burguesa, con arcos y balaustradas. La villa conserva otras casas singulares, entre ellas varios edificios en la calle Sant Pau, en su frente marítimo. También destacan la Escuela Náutica, la actual Taberna Espinaler, Can Bisa o el Museo de la Marina.

Casas de la calle Sant Pau
También el cementerio municipal alberga tumbas y panteones de indianos, con puertas y detalles modernistas. Este conjunto de edificios y elementos patrimoniales forma parte de la ruta histórica y turística de los indianos de Vilassar, que incluye elementos modernistas y neoclásicos.
El Masnou: mansiones y comercio transatlántico
En El Masnou, el legado indiano se manifiesta en mansiones y casas señoriales como Can Millet, reformada en el siglo XX con claraboyas cerámicas y motivos exóticos, y la Casa Sensat-Pagès, de estilo neoárabe, con influencias culturales americanas y mediterráneas. El Masnou fue, en el siglo XIX, uno de los principales centros navales y comerciales del Maresme, y los indianos dejaron allí un importante legado arquitectónico a lo largo de las calles centrales y del Masnou Viejo.

Detalle de la Casa de Cultura o la Casa Sensat Pagès
Canet de Mar: villas y panteones
En Canet de Mar, las villas indianas como Vila Amèlia, Casa Joan Busquets, Casa Alsina Roig y La Moderna muestran la riqueza acumulada por los americanos retornados. El Casino Canetenc, por su parte, ejercía como punto de encuentro de los antiguos colonos. El cementerio del municipio conserva varios panteones modernistas e historicistas vinculados a indianos como las familias Domènech y Montaner, Busquets, Casals y Roura. También se pueden visitar espacios como Vila Flora y el Pla de les Set Fonts, ejemplos de tardío modernismo obra de Eduard Ferrés i Puig.

Casino Canetenc, donde se reunían los antiguos colonos
Sant Pol de Mar: arquitectura mestiza y rutas guiadas
En Sant Pol de Mar, destaca Can Roca Ravell, con elementos arabizantes y medievales que reflejan un gusto ecléctico. El edificio más vistoso es la Casa Planiol, del arquitecto Ignasi Mas i Morell. Datada en 1910, cuenta con una fachada muy ornamentada y llena de color. Mas Morell fue propiamente un indiano, que residió en La Habana junto con Ramon Planiol, promotor de la vivienda. En la casa destaca precisamente la ornamentación con los escudos de Sant Pol y la bandera de Cuba.

Can Planiol
Un legado que dialoga con el presente
Las casas, torres y jardines de los indianos del Maresme no son solo edificios bonitos. Son una memoria viva de una época de grandes cambios y contradicciones: por un lado, el impulso comercial y la modernización del territorio —simbolizada por el tren de Biada—; por otro, una riqueza vinculada a menudo a sistemas coloniales, donde la esclavitud también jugaba un papel crucial.
Recorrer las rutas de los indianos hoy —en Arenys, Vilassar, Sant Pol, Canet o El Masnou— es sumergirse en un pasado lleno de ambición, arquitectura y jardines, un legado único que todavía define el paisaje cultural del Maresme.
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