Una sopa de patacones venezolana, un tajín de pollo y verduras marroquí, un gratin dauphinois francés, un suquet de pescado bien catalán y unas torradetes de Santa Teresa. Platos diversos, de continentes lejanos y de tradiciones culinarias muy distintas, unidos en un mismo recetario escrito en catalán. Esta es la propuesta del proyecto “Receptes per la llengua”, impulsado por el grupo local de Plataforma per la Llengua en Canet de Mar durante el curso 2024-2025.
El recetario se puede consultar y descargar aquí
El resultado es una recopilación de recetas que no solo satisface el paladar, sino que se convierte también en un símbolo de cohesión social y de uso de la lengua catalana como herramienta común en un mundo cada vez más plural. El taller de conversación, dirigido a personas recién llegadas con un cierto nivel de comprensión oral del catalán, ha encontrado en la cocina el pretexto ideal para practicar el idioma y, al mismo tiempo, compartir saberes, costumbres y vivencias. “La cocina y la lengua son procesos paralelos: requieren orden, intención y, sobre todo, comunicación”, explican desde la entidad promotora. Cocinar un plato y articular un mensaje tienen mucho más en común de lo que parece: ambas actividades demandan concentración, una estructura clara y el deseo de compartir. Y eso es exactamente lo que han hecho las participantes del taller: compartir platos y palabras para construir relaciones.
- Entre las recetas seleccionadas hay verdaderos tesoros gastronómicos de todo el mundo: harira del Magreb, arepas latinoamericanas, sancocho trifásico colombiano, aguachile de gambas mexicano, briuat de pollo de origen norteafricano, o la tradicional samfaina catalana.
- Este abanico de sabores refleja fielmente la riqueza de orígenes de las personas que han participado en el taller, pero también demuestra cómo el catalán puede convertirse en un verdadero puente entre culturas.
Encuentros, conversación y finalmente cocina para disfrutar
Con este recetario, Plataforma per la Llengua demuestra que la lengua no solo es un vehículo de comunicación, sino también una herramienta para crear comunidad. “La lengua catalana no solo sirve para explicar la propia tradición, sino también para acoger otras. Y este recetario es la prueba viva de ello”, destaca uno de los dinamizadores del proyecto. A través de los encuentros semanales, las participantes no solo han mejorado su fluidez oral, sino que también han tejido vínculos personales que van más allá de las sesiones de conversación. Hablar y cocinar se han convertido en actos de confianza mutua y reconocimiento compartido. El taller, lejos de ser un aula tradicional, se ha transformado en una mesa puesta donde la diversidad cultural ha sido celebrada con respeto y curiosidad.
En una sociedad cada vez más diversa, este tipo de iniciativas pone de relieve que la lengua puede jugar un papel fundamental en la construcción de la convivencia. Lejos de ser un muro, el catalán se convierte en un espacio común, un terreno compartido donde todos pueden participar, aportar y enriquecer. El recetario, en este sentido, es mucho más que una colección de platos: es una metáfora del país que queremos, donde cada ingrediente aporta sabor e identidad, pero donde el plato final solo tiene sentido si se hace en conjunto. Con Receptes per la llengua, Canet de Mar ofrece un ejemplo inspirador de cómo el aprendizaje del catalán puede ir de la mano con el reconocimiento de las identidades múltiples. Y quizás, al fin y al cabo, no haya mejor manera de hacer país que compartiendo mesa, conversación y lengua.
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