Veneración a la Mare de Déu del Remei
Veneración a la Mare de Déu del Remei

Cugat Comas

Mare de Déu del Remei: el origen de la devoción más genuina

La historia que une Caldes d'Estrac y la Mare de Déu del Remei es una raíz profunda sobre la que se construye la identidad de la villa y de su Fiesta Mayor

AMARGANT PATROCINI CABRERA (1)
 

Cada año, cuando llega septiembre, Caldes d’Estrac se viste de gala para honrar a su patrona, la Virgen del Remei. Las plazas, las calles y, sobre todo, el corazón de la iglesia parroquial de Santa María del Remei se llenan de vecinos y vecinas que, entre repiques de campanas y ofrendas florales, reafirman una devoción que atraviesa siglos y que forma parte inseparable de la identidad colectiva del municipio.

La leyenda de la Virgen del Remei está estrechamente vinculada al paisaje agrícola de Caldes y a las casas pairales que, desde tiempos inmemoriales, han marcado el latido de la villa. Todo comienza con un campesino de Can Simó —hoy Can Busquets— que araba la tierra con una yunta de bueyes. De repente, los animales se adentraron en una pequeña cueva y, al seguirlos, el campesino descubrió allí una imagen de la Virgen rodeada de luminosidad. Aquel hallazgo no pasó desapercibido. Los vecinos, impresionados por el prodigio, decidieron levantar una capilla en el mismo lugar, conocida hoy como la Capilla de la Cueva, en la calle de la Iglesia. Sin embargo, la historia no acaba aquí. La tradición cuenta que la imagen no quería permanecer en la cueva y que, milagrosamente, se trasladó al altar mayor de la iglesia parroquial. Desde entonces, la Virgen del Remei se convirtió en la advocación principal de Caldes d’Estrac.

La vida en la costa maresmenca nunca ha sido fácil: siglos atrás, los ataques piratas eran habituales y Caldes no quedó al margen. Según la leyenda, en uno de esos saqueos unos corsarios sarracenos intentaron llevarse la imagen. Pero, cuando quisieron alzarla, la Virgen se volvió tan pesada que resultó imposible moverla. Asustados ante aquel misterio, los piratas huyeron sin botín.

El relato añade otro episodio entrañable: un vecino llamado Montserrat Pi, al ver que la imagen había sufrido daños —concretamente, le habían roto un dedo—, la restauró con devoción. En agradecimiento, la Virgen le otorgó un don insólito: él y sus descendientes tendrían el poder de curar las extremidades dañadas. De ahí nacen dichos populares todavía vivos en la memoria colectiva, como “Pi eres, Pi serás, tú y tu descendencia huesos rotos curarás”.

La simbología del Remei

La vinculación entre la Virgen del Remei y las aguas termales de Caldes es evidente. Desde hace siglos, las fuentes calientes de la villa han sido consideradas un remedio natural contra muchas enfermedades. El culto a la Virgen, patrona sanadora, encuentra así un paralelismo perfecto con esta tradición balnearia.

La imagen venerada hoy es una talla de madera policromada que data de los años cuarenta del siglo XX, ya que la primitiva fue destruida durante la Guerra Civil. La figura muestra el rostro ennegrecido, un manto dorado y una corona de plata con granates, y se representa sentada con el Niño en la falda y un pequeño ramo de flores en la mano. Los exvotos marineros, las joyas y las ropas que la rodean en el camarín son testimonio de los favores y gracias que muchos fieles le atribuyen.

El templo que hoy acoge la imagen, la iglesia de Santa María del Remei, es una construcción con elementos románicos y barrocos, situada sobre un terreno escarpado. En el interior destaca el presbiterio, con una decoración llena de simbología: fuentes de agua de vida, cabezas de vacas que evocan la leyenda del hallazgo, cadenas que recuerdan a los cautivos de los piratas, y un ancla como emblema marinero.

El altar mayor, sorprendentemente, proviene de un antiguo púlpito y está presidido por la Virgen del Remei, que recibe constantemente la mirada y las oraciones de los caldenses. La primera mención escrita de la Virgen del Remei en Caldes es del año 1657, gracias al fraile dominico Narcís Carnós. Desde entonces, la historia y la leyenda han caminado de la mano: el episodio de las vacas de Can Simó, el milagro de la imagen que se resiste a ser robada, y el legado de la familia Pi han consolidado un relato que refuerza el sentimiento de comunidad y de identidad local.

La Fiesta Mayor del Remei

Cada mes de septiembre, la Fiesta Mayor del Remei reúne al pueblo en un estallido de tradición y convivencia. El momento más solemne llega con la misa mayor en la parroquia, acompañada del repique de campanas que resuena por toda la villa. Después, los fieles participan en la ofrenda floral en la capilla, un gesto sencillo pero cargado de simbolismo, que expresa la gratitud y la confianza depositadas en la patrona. La Virgen del Remei, así, sigue siendo un símbolo que cohesiona, que conecta a las generaciones y que mantiene viva una identidad compartida entre todos los vecinos y vecinas.


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