Salvador Climent
Salvador Climent

"Escribir sobre las 'capgrossades' era inevitable"

Hablamos con Salvador Climent, autor del libro 'La ciutat de les palmeres' (Voliana) que es una lectura obligada en clave mataronina

‘La ciudad de las palmeras’ es el primer libro de Salvador Climent pero no lo parece, un debut. Voliana ha acertado de pleno propiciando un título que es obligado tener y leer en todas aquellas casas donde hay una estantería con la colección local. A partir de una ficción muy bien trenzada entre dos personajes que recorren la capital del Maresme buscando aquello que la pueda definir, su ‘genius loci’ o espíritu, Climent despliega un conocimiento de su ciudad que solo es posible por los años que lleva observándola y pensándola. El libro es divertido, tiene ironía, crítica. Dicen que pone a Mataró frente al espejo. Este profesor universitario jubilado, miembro del equipo de Chelsea Hotel, el programa musical más antiguo de Mataró Radio, ha parido un libro donde se nota que es lingüista porque la redacción es impecable. Se lee con facilidad, el libro, y lo relees y subrayas ideas. Retrata la ciudad, sus rincones y espacios, su gente, sus hábitos. Y sí, claro. Es una ficción llena de realidad porque en Mataró somos cabezudos y propensos a las cabezadas.

‘La ciudad de las palmeras’ es tu primera novela, trata sobre la ciudad pero antes ya habías escrito sobre Mataró.

Estuve en el semanario El Maresme en un momento de renovación en el que entró bastante gente nueva que estudiábamos periodismo como Joan Catà, Santi Carreras y otros. Antes habíamos estado en Ilurossport. Teníamos 20 años, muy jóvenes. Hice columnas propias y también formaba parte de la redacción. No estuve demasiado tiempo, sin embargo. Los demás compañeros siguieron en el periodismo y a mí no me acabó de interesar demasiado. Opté por la filología y ahora ya estoy jubilado desde hace tres años.

¿Cuál es la génesis de este libro? ¿Cómo y cuándo nace?

Antes de dejar de trabajar. Tenía ganas de escribir y empecé en 2020 y 2021 a trozos y hace un par de años lo compacté y unifiqué. Es en esta tarea que aparece la bicefalia de los dos personajes como recurso. Yo tenía las descripciones de la ciudad y la aparición de los personajes fue una forma de darle unidad y diálogo.

Simó Cabot, con ese nombre, ¿es un personaje inspirado en la realidad?

Es un personaje creado desde cero empezando por los nombres, que son muy mataronenses y lo he hecho a propósito. Incluso consulté libros para saber nombres de familias muy de Mataró. Cabot es un apellido casi endémico y Simó tenemos a San Simón. También están los Serra o los Vidal. En el libro con el resto de personajes sí que tengo la intención de hacer ficción a partir de arquetipos posibles pero Cabot no. Es un tipo raro que me fue saliendo al escribir. A golpe de ironía y disparates lo fui creando.

Los personajes del libro buscan el ‘genius loci’, el espíritu de Mataró. ¿Lo has encontrado?

De entrada no lo buscaban pero al ir escribiendo vi que podía ser una buena fuente. Hay mucha teoría y estudios por parte de diferentes teóricos al respecto. El propio Josep Pla decía que “el genius loci es un hecho real y concreto que actúa sobre nuestro espíritu: si no soy un espíritu de campanario no se puede decir que sea un desarraigado”. Hay muchos estudios literarios que vinculan determinados lugares o ciudades a personajes, a hechos. Hay escritores que buscan captar qué tiene de especial un lugar. Pensé que era interesante plantear este ejercicio sobre Mataró.

Una de las hipótesis es que el posible espíritu de Mataró sea la mediocridad.

Son palabras de Simó Cabot, que es una persona bastante bruta y recoge una idea que primero el manifiesto del grupo El Cau Grillat y después Manuel Cuyàs ya habían puesto sobre la mesa. Es ese “a Mataró le falta algo”. La idea de la mediocridad como definitoria es demasiado fuerte y yo no la suscribo pero entiendo que haya gente que la adopte. El personaje de Simó Cabot es una especie de reformista radical que a veces plantea cosas descabelladas.

En el libro no faltan las cabezadas que hacemos los mataronenses cabezudos.

Tampoco era la intención inicial pero fue inevitable: si haces una ficción sobre Mataró y haces un retrato a partir de la realidad, la cuestión de los cabezudos y de las cabezadas es automática. En las vicisitudes del libro hay un momento en que se trata toda la operación del Corte Inglés que todo el mundo dice y ve que es una cabezada y hasta se propone una solución bien estrambótica. En Mataró somos cabezudos pero tampoco en exclusiva: de cosas desmesuradas se hacen en muchos otros lugares, pero nosotros lo asumimos con deportividad.

Planteas una dicotomía entre mataronenses bien curiosa: la división entre archivados y cuyassianos. ¿Qué son unos y qué son otros?

Esto también surgió al escribir los personajes arquetípicos como perfiles posibles. Se me ocurrió que a menudo hay una doble visión sobre la ciudad. Una más estudiosa, más seria y propia de archivos y museos y otra más ‘sandunguera’ o de prensa, más irónica. La ironía de Manuel Cuyàs es un polo y el otro sería el de grupos de estudiosos.

¿Es una dicotomía vigente?

Esto lo debería decir el lector. Es una dicotomía de la novela. Yo he querido plantear cosas que es probable que a veces también beban de la realidad. Hay problemas de ciudad serios y patentes y hay gente que siempre le buscará un lado más irónico o crítico. Sinceramente no sé si existen los dos bandos. En la presentación del libro de Artur Palomer dijeron que hacían falta cuyassianos. No sé si hacen falta. Quizá sí.

Libro Salvador Climent
Libro Salvador Climent


¿El opúsculo de Simó Cabot debemos imaginarlo elaborándose de forma diletante por Mataró, yendo a los rincones y espacios que retratas?

Soy un paseante habitual por la ciudad y todos estos lugares ya los conocía pero sí, para escribirlos he vuelto, he estado un buen rato en cada uno.

¿Y las palmeras cómo surgen, en estos paseos?

Paseando y buscando localizaciones fui viendo que de palmeras en Mataró hay muchas más de las que pensaba en un inicio. Llamarla ‘la ciudad de las palmeras’ viene del comentario de un conocido que recorría la Nacional y le sorprendían, pero si miramos las palmeras veremos que incluso dibujan itinerarios dentro de la ciudad. Hay desde el mar hasta el Parque, Vía Europa hacia arriba, en patios interiores, en la Llar Cabanelles o en Sant Josep. Encontré muchas y creo que le dan un aspecto especial a la ciudad. Son muchas y muy bonitas.

¿Qué importancia tiene la vocación de Voliana en este debut literario tuyo?

La importancia de Voliana es que es una editorial del Maresme que por tanto puede publicar una obra claramente arraigada aquí como esta. Apostaron por ella enseguida. Es muy importante tener una editorial con esta vocación. Cabe decir que el libro también lo ha leído gente de fuera y me han dicho que les había gustado.

En Mataró a menudo nos bifurcamos demasiado entre dos realidades, la del Centro y la de los barrios. Tu libro retrata espacios de todo tipo. ¿Es deliberado?

Mi intención a la hora de hacer retratos, esta especie de dioramas de la ciudad, era hacer todo Mataró y no ceñirme al centro o la parte más histórica. Eso de limitar la ciudad incluso entre unas murallas que hace tanto tiempo que no existen es un mal vicio que tenemos. Mataró es una ciudad muy grande en la que el Centro representa una parte muy pequeña del total. Quería hacer una panorámica global.

El libro está lleno de detalles como por ejemplo la multitud de perros. ¿Somos ‘la ciudad de los perros’?

Es una manía de observador, de ver que realmente hay muchos y cada vez más. Yo había tenido, hay que decirlo. Pero las estadísticas dicen que aquí es donde hay más. Pero tal y como dice el personaje del libro lo que debemos hacer es defender que no somos la ciudad de los perros. Somos la ciudad de las palmeras, así las palmeras sirven para algo…

Otro. Haces salir Les Santes o, tal y como dice Simó Cabot, ahora son simplemente ‘Santes’.

Es otra manía que en este caso hago decir al personaje y es ver cómo sobre todo la gente joven ha hecho caer el artículo del nombre de la Fiesta Mayor. Ha caído el artículo y no está bien. Si lo hacemos caer la fiesta pierde y por tanto perdemos todos.

Un tercero es ‘la centuria’. Cien mataronenses que van a todos los actos culturales y sociales y siempre son los mismos. ¿Existe?

No lo sé, quizá son demasiados. Puede ser una broma pero es cierto que si vas a actos mataronenses es palpable que hay una repetición de personas y rostros. Hay un grupo de personas que va a todas partes y que en cierto modo sostienen el tejido asociativo de la ciudad que es muy rico. Ojalá hubiera más.

Sin ser un manifiesto ni una solución, porque es una novela, el lector puede encontrar ideas, nociones o perspectivas que después aplique a la ciudad real.

Jaume Calsapeu dijo que tiene muchas capas y es una idea que me complace. Puedes encontrar una opinión que te refuerce una tuya, puede servir para tocar algún nervio y he querido darle muchos detalles precisamente para que se puedan encontrar todos estos elementos por separado o combinados.

Los personajes comentan la preocupación por la salud del catalán en Mataró. Viniendo de un filólogo eso sí que es bien real, ¿no?

Me preocupa mucho la salud del catalán, ya no como lingüista, directamente como ciudadano. La lengua es el eje del país y si se pierde la lengua perderemos el país. Estoy notando por todas partes un retroceso muy fuerte y hay muchos lugares de Mataró donde ya no se oye hablar catalán. Es una preocupación que deberíamos compartir y tener más presente, todos, creo.

¿Habrá más libros sobre Mataró?

Tengo ganas de seguir escribiendo pero no sobre Mataró. Ya he dicho lo mío. Yo voy escribiendo pero no centrado en esta ciudad. Ya veremos…


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