En el lateral del Parc Central Vell de Mataró, entre árboles centenarios —como los pocos eucaliptos monumentales que aún se mantienen en pie— y caminos pisados por generaciones de vecinos, se esconde uno de los elementos patrimoniales seguramente más desconocidos —y a la vez más antiguos— de la ciudad: el monumento a Josep Anselm Clavé. Erigido en 1911 gracias al impulso de un grupo de mataronenses que se constituyeron como Comisión Pro-Clavé, este busto de bronce sobre pedestal de mármol no solo homenajea a una de las figuras clave de la cultura catalana del siglo XIX, sino que también representa la voluntad ciudadana de mantener viva la memoria colectiva. Sin duda, la mayoría de mataronenses que van y vienen no se han fijado en que el señor 'Anselmo' —durante muchos años llevó el nombre castellanizado— es tan antiguo.
El Maestro Clavé se encuentra en el lado este del Parque, en el camino hacia la Casa del Negrito —monumentomonumento icónico por excelencia del parque— y en un lateral donde los bustos recuerdan a maestros musicales catalanes casi como los americanos esculpieron a sus padres fundadores y míticos en aquella montaña llamada Rushmore. Ninguno es más antiguo que Clavé, pero también encontramos a Pau Casals, Juli Garreta, Lluís Millet o Pep Ventura. ¡Hacen buena compañía, todos ellos!
El busto de Clavé
El busto es una réplica fiel de la escultura original que Joan Roig Solé realizó en 1874, poco después de la muerte de Clavé, y que se conserva en el Centre de Lectura de Reus. En Mataró, la obra se inserta en un muro escalonado de piedra que le otorga solemnidad y permanencia, creando un pequeño espacio de recogimiento que, lamentablemente, a menudo pasa desapercibido entre los visitantes del parque. Aun así, este busto es el monumento conmemorativo más antiguo de la ciudad y, a pesar de su discreción, carga con un peso simbólico inmenso.

Este pasado 2024 ha sido el año idóneo para redescubrirlo. Con motivo del bicentenario del nacimiento de Josep Anselm Clavé (1824–1874) y el 150.º aniversario de su muerte, Mataró ha participado activamente en las celebraciones del Año Clavé, una conmemoración de ámbito nacional que ha reconocido la importancia del maestro como músico, político e impulsor del movimiento coral popular en Cataluña. Y ha sido precisamente este monumento, aparentemente olvidado, el lugar elegido para iniciar los actos conmemorativos en la ciudad. En el mes de abril, una emotiva ceremonia tuvo lugar ante el busto: palabras de recuerdo, lecturas y música coral —como no podía ser de otra manera— dieron forma a un acto que sirvió para evocar la figura de Clavé y presentar la Comisión Ciudadana del Año Clavé en Mataró. Uno de los momentos más destacados fue la interpretación de El Cant del Poble, con música de Amadeu Vives sobre un poema de Josep Maria de Sagarra, basado en una melodía de Clavé. El acto no solo rindió homenaje al pasado, sino que también reafirmó la vigencia de su legado en el presente.
Pero, ¿por qué es tan importante Clavé? La respuesta se encuentra en su visión transformadora. Fundador en 1850 de La Fraternitat, la primera sociedad coral del Estado, Clavé entendía la música como una herramienta pedagógica y social para acercar la cultura a las clases trabajadoras. Su obra no era solo estética, sino política e inclusiva. Con un espíritu republicano y progresista, imaginó una sociedad cohesionada mediante la educación musical y el asociacionismo. El movimiento claveriano, estructurado más adelante bajo la Asociación Euterpense, se expandió rápidamente y arraigó profundamente en todo el territorio catalán.
Mataró no quedó al margen. El eco de su influencia caló de manera significativa, y la decisión de dedicarle un monumento ya en 1911 es una prueba evidente. En un momento en que el país aún buscaba consolidar sus referentes culturales e identitarios, la ciudad reconoció en Clavé un modelo de compromiso y humanismo que valía la pena inmortalizar.
Más de un siglo después, este busto permanece en silencio. No tiene placas explicativas modernas, ni llama la atención de quienes pasean por el parque. El busto de Clavé nos recuerda que la cultura popular y la memoria histórica no son incompatibles, sino que se complementan y se fortalecen mutuamente. También nos interpela como ciudadanos: ¿sabemos realmente quiénes somos y de dónde venimos? ¿Nos reconocemos en los valores que figuras como Clavé defendieron hace más de cien años? El Año Clavé ha sido una oportunidad para actualizar un legado que no ha envejecido. La música coral, el asociacionismo y el uso de la cultura como herramienta de cohesión social siguen siendo vigentes en una sociedad diversa y plural como la nuestra. Y el monumento en Mataró es un símbolo físico y visible, aunque con demasiada frecuencia olvidado. El reto es hacerlo hablar, hacerlo cantar, como lo hacían los coros claverianos: no por nostalgia, sino para recordarnos que la cultura compartida es uno de los pilares más sólidos para construir futuro.
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