Sin la llegada de población extranjera, Mataró perdería habitantes. Foto: R. Gallofré
Sin la llegada de población extranjera, Mataró perdería habitantes. Foto: R. Gallofré

Gráfico: La inmigración sostiene el crecimiento de Mataró ante la caída de la natalidad

La ciudad ha superado los 130.000 habitantes gracias a la llegada de población extranjera; sin flujo migratorio sería un municipio envejecido y con tendencia al decrecimiento

Aunque mantiene una tendencia global de crecimiento, Mataró vive un cambio profundo en su dinámica demográfica. La ciudad ha llegado a los 131.793 habitantes en 2025, pero el motor de este aumento ya no es la natalidad ni el crecimiento natural de la población autóctona, sino la llegada constante de población extranjera. Las cifras municipales, extraídas del resumen de datos socioeconómicos del Consejo Económico y Social de Mataró publicadas a finales de octubre, muestran que sin este flujo migratorio, el crecimiento de la capital del Maresme se habría detenido hace años.

Un crecimiento histórico pero cambiante

La evolución de la población mataronense a lo largo del siglo XX y principios del XXI es notable. En 1900 Mataró tenía unos 19.700 habitantes, y durante décadas el crecimiento fue lento pero sostenido: 28.000 en los años treinta, 31.000 en los cuarenta y 40.000 en los cincuenta.

El gran salto llegó en los años sesenta y setenta, con la llegada masiva de inmigrantes de otros puntos de España. El censo se disparó hasta los 73.125 habitantes en 1970 y 97.000 en 1981, duplicándose en solo veinte años. Desde entonces, el ritmo se ha moderado, pero el crecimiento ha continuado: 102.000 habitantes en 1991 y más de 130.000 actualmente. Este último aumento, sin embargo, tiene una explicación diferente: la inmigración extranjera.

Las cifras clave del período 2020-2024

El análisis de las componentes demográficas de los últimos cuatro años es contundente, ya que deja una conclusión muy clara: sin la inmigración, Mataró habría perdido población en el último período.

  • Balance natural (nacimientos – defunciones):
     
    • Población española: –1.639 personas
       
    • Población extranjera: +1.017 personas
       
    • Total ciudad: –622 habitantes
       
  • Balance migratorio (entradas – salidas):
     
    • Población española: –1.960 personas
       
    • Población extranjera: +5.924 personas
       
    • Total ciudad: +3.964 habitantes
       

El dato es especialmente relevante porque refleja una pérdida simultánea de población española tanto por causas naturales como por migración, mientras que el colectivo extranjero compensa sobradamente este retroceso.

La baja natalidad, síntoma de un envejecimiento acelerado

El descenso del componente natural de la población —es decir, más defunciones que nacimientos entre los residentes de nacionalidad española— confirma el progresivo envejecimiento de la sociedad mataronense.

La pirámide de edades muestra cómo la población de nacionalidad española se concentra sobre todo entre los 40 y los 69 años, con una presencia más reducida de jóvenes e infantiles. Esta estructura es típica de una población que no se renueva generacionalmente y donde el peso de los grupos de edad avanzada aumenta año tras año.

En cambio, la población extranjera tiene una base mucho más amplia, con un grueso entre 25 y 44 años y una presencia importante de niños y adolescentes. Es una estructura más joven y activa, que contribuye a mantener el equilibrio global de la ciudad.

La inmigración, el verdadero motor del crecimiento

El contraste entre el descenso de la población autóctona y el dinamismo del colectivo extranjero es tan claro que los datos hablan por sí solos. En el período 2020-2024, el saldo migratorio positivo de los residentes de origen extranjero (+5.924) ha sido seis veces superior al saldo natural negativo de la población española (–1.639).

Esto significa que Mataró crece porque recibe nueva población, no porque nazca más. Los movimientos migratorios internos (españoles que se marchan a otros lugares) y el envejecimiento de los residentes locales marcan una tendencia estructural que solo la inmigración logra revertir.

Una ciudad que cambia su composición

Esta realidad demográfica también tiene consecuencias sociales, económicas y urbanísticas. La presencia creciente de familias jóvenes de origen extranjero se traduce en mayor diversidad cultural y en una renovación parcial de la población activa, pero también plantea retos: cohesión social, acceso a la vivienda y necesidades educativas.

La pirámide de edades evidencia que, sin la presencia de población inmigrante, Mataró sería una ciudad envejecida y con tendencia al decrecimiento, como ya ocurre en otras zonas del país. La inmigración, por tanto, no solo mantiene la cifra de habitantes, sino que sostiene la estructura económica y social de la capital maresmense.

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