Isabel Llaquet es una persona que no sabe parar de trabajar. Esta antigua maestra es presidenta de la Asociación Sant Lluc per l’Art de Mataró, la de referencia en el mundo del arte y la plástica y también ha sido la representante de la entidad en el primer patronato de la Fundació Iluro. El último lustro ha sido, pues, la arquitecta de buena parte de los cimientos sobre los que reposan hoy en día dos de los principales ‘edificios’ artísticos locales. La Sant Lluc acaba de celebrar sus 25 años como entidad y Llaquet hace una valoración igual de positiva que de realista de la entidad y su labor. Expone parte de su fondo en la sala que gestiona en el Colegio de Aparejadores, también dentro del aniversario. Una vocación, la de ser ordenada y explotar el fondo, que la propia Llaquet ya aplicó al fondo de la Fundación, con muestras que han sacado del almacén buena parte de las mejores obras que tiene esta en nómina. Hablamos con Llaquet días después de la celebración.
Sant Lluc per l’Art acaba de celebrar sus 25 años como asociación. ¿Cómo ha ido esta celebración?
Muy bien, hay motivos para estar contentos. Cuando nos planteamos cómo celebrar los 25 años queríamos hacer algo diferente a todo lo que se había hecho: queríamos algo festivo donde los socios fueran protagonistas y a muchos artistas de Mataró les hacía ilusión exponer en Barcelona, que siempre es una plaza inaccesible si no tienes un galerista que te promocione. Por eso planteamos una exposición en nuestro espacio homónimo en la capital y que muchos artistas pudieran exponer allí como reconocimiento, como detalle. Fue una exposición de formato pequeño de la que los socios salieron muy contentos por la experiencia y la oportunidad. El objetivo no era hacer una gran exposición de arte en Barcelona, porque 70 obras diferentes es muy difícil de encajar pero quedó muy bien montada.
Sucediste a Antoni Luis, presidente histórico de la entidad. ¿Qué te transmitió él?
Antoni Luis es una persona clave que se la jugó para que la Sant Lluc saliera adelante en el año 2000 como asociación cuando tenía mucha gente en contra que no veía bien que ‘unos aficionados’ sacaran adelante esta entidad. Tuvieron que demostrar su valía y eso en cierta manera sigue igual ahora.
¿Qué quieres decir?
La Sant Lluc ha estado toda su historia reivindicándose, teniendo que demostrar que detrás hay gente profesional pensando muy bien todo lo que se está haciendo. Si tenemos 200 socios, de los cuales 150 somos artistas y mantenemos la actividad, propiciando la oportunidad de tener una plataforma para poder despegar, estamos siguiendo la pista de lo que inició gente como Antoni hace 25 años.
La Colectiva a menudo ha sido escenario de todo esto.
Alrededor del arte siempre hay opiniones, tendencias y polémicas. La asociación Sant Lluc se creó para salvar la Colectiva y la estamos manteniendo con el mismo espíritu que Antoni Luis y los suyos instauraron. Siempre habrá quien crea que hay demasiadas obras o demasiado pocas pero a menudo no damos suficiente valor a una exposición que se lleva haciendo casi 80 años y que se ha ido adaptando a su tiempo. En cualquier país una muestra con una tradición así sería una fiesta de todos pero aquí hay una parte de artistas que no quieren participar.
¿Qué valoración haces de tu paso, y de la Sant Lluc, por el patronato de la Fundació Iluro?
Ha sido algo fantástico, de verdad. Hemos trabajado mucho, muy a gusto y muy al servicio de la casa y estoy contenta de lo que hemos hecho. Yo procuro siempre ser muy honesta y creo que hemos conseguido trabajar para hacer posibles las exposiciones, que el fondo estuviera bien ordenado y conservado y más allá de la parte artística como patrona estuve muy involucrada en la parte social, que siendo maestra jubilada es una parte que me apasiona. Ha ido muy bien.
¿Ha sido problemático llevar dos sombreros a la vez, de dos instituciones que además trabajan juntas?
No. Siempre he sido muy cuidadosa en no mezclar una cosa con la otra: si actuaba como Sant Lluc, era por Sant Lluc. Todo como cualquier otra entidad. Nosotros no entramos en el patronato de la Fundació Iluro cuando esta arrancaba para hacer crecer nuestra propia entidad, sino para consolidar la Fundación.
¿Por qué Sant Lluc cede la Bienal Torres García a la Fundació Iluro?
Para poderla mantener. La Bienal es un proyecto muy potente desde Mataró con un ámbito de influencia y capacidad de ser atractiva para todo el estado que cuando se empezó se podía hacer con una serie de complicidades y que con el tiempo y las ediciones fue suponiendo cada vez más carga tanto de trabajo como de presupuesto que hacía imposible para Sant Lluc mantenerla. Nosotros no la podíamos sostener con nuestros recursos y la Fundació Iluro, que ya participaba aportando todas las facilidades, aparece como la forma de lograr lo importante: que la Bienal Torres García se pueda mantener y conserve el nivel que la caracteriza. La Fundació Iluro se preocupó por la continuidad cuando esta se puso sobre la mesa y después es la solución escogida porque mantiene esa esencia del Premio y apuesta por seguir con la apuesta por la calidad pictórica. La Fundació Iluro hace el papel que hacía Sant Lluc y así Mataró gana la subsistencia de un certamen pictórico de gran nivel.
¿En Mataró se da demasiado protagonismo al arte contemporáneo y demasiado poco al arte pictórico o figurativo?
Creo que Mataró debería tener una política cultural abierta, donde hubiera espacio para todos y no hubiera enfrentamientos entre estilos artísticos. El MAC, por ejemplo, es una maravilla: hace un gran trabajo dentro del ámbito contemporáneo. Lo nuestro es otro camino. El problema en Mataró es que a menudo no hay lugares donde los artistas locales puedan mostrar su obra. Y eso no se sabe bien quién lo tiene que resolver. Cada uno busca su camino, pero los lenguajes contemporáneos tienen vías de difusión que otras expresiones artísticas no tienen tan al alcance.
¿Por qué se han perdido tantos espacios expositivos?
Es algo que lamentamos aunque no sea nada fácil de revertir. Se han ido perdiendo proyectos que aportaban su forma, su visión. Y por tanto el arte ha perdido espacios donde exponer y donde cada una de las sensibilidades se sienta cómoda. La última pérdida, en este sentido, puede ser la Destil·leria y antes ha habido muchos otros, públicos y privados. Nosotros, por ejemplo, habíamos tenido un espacio propio en La Presó, que era muy querido y tenía posibilidades. Si no podemos tenerlo, tenemos que buscar alternativas. El Colegio de Aparejadores es una muy buena sala. También se ha perdido Can Palauet, algunas galerías. Más allá de todos estos casos seguramente a Mataró le falta un espacio donde se pueda exponer, donde puedan pasar cosas. Pero la ciudad no tiene este tipo de salas.
¿Cómo será el arte y la Sant Lluc dentro de 25 años más?
El arte estará, el dibujo continuará. Podemos estar seguros. La mano, el trazo, es algo insustituible, no lo podemos perder. Eso nos hace personas. La capacidad de escribir, dibujar, tocar, coser. Por eso cuando llegó la pandemia y nos encerramos tanta gente se puso a hacer todas estas actividades. De la misma manera que los libros en papel no han desaparecido, la emoción de la pintura y el dibujo, del trazo, no desaparecerá ni por la Inteligencia Artificial ni por otros motivos. El arte siempre funcionará y si hay arte habrá artistas. Y la Sant Lluc.
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