La escena impresionaba. A eso de las seis y media de la tarde del jueves 8, con el Pleno de mayo a punto de comenzar y la manifestación aún a unos cientos de metros, los alrededores del Ayuntamiento estaban completamente tomados por la policía. Hasta ocho furgonetas de unidades ARRO de los Mossos d’Esquadra con decenas de agentes, sumados a los policías locales que controlaban el tráfico en varios puntos de acceso.
El consistorio de Mataró blindado policialmente, ante la previsión de supuestos altercados con la concentración promovida por más de una veintena de entidades que estaba a punto de llegar, procedente de Cerdanyola. “¿Quién viene, el Papa de Roma?” preguntaba con sorna un viandante a uno de los policías, ya que allí solo faltaba la Guardia Suiza. El panorama, para más inri, coincidía con el repique del campanario de Santa María anunciando, precisamente, que a esa misma hora había habido fumata blanca en el Vaticano.
La tensión vivida en las últimas semanas en el barrio de Cerdanyola, motivo original de la protesta, y los hechos que rodearon la manifestación de signo contrario del pasado martes, con un grupo reducido que manchó la protesta de una plataforma vecinal con consignas y saludos fascistas, debieron encender las alarmas de los cuerpos de seguridad. Finalmente, sin embargo, ya fuera por el amplio despliegue policial o simplemente porque los manifestantes no llevaban otra intención que la protesta reivindicativa, no ocurrió nada fuera de lo normal y todo el acto se desarrolló sin incidentes.

Manifestación recorriendo la calle Sant Josep. Foto: Lluís Rugama
Es cierto que uno de los convocantes era el Sindicat d’Habitatge, organización claramente enfrentada con el Ayuntamiento, especialmente desde que el alcalde, David Bote, los señaló como uno de los causantes de los disturbios en Cerdanyola, calificándolos de “extremistas” y poniéndolos en el mismo saco que Vox. Pero la concentración también estaba promovida por más de una veintena de entidades vecinales, sindicales y colectivos de personas migradas. Entre ellas, Asociaciones de madres y padres de distintas escuelas o Mataró LGTBI, que en su momento fue presidida por la actual concejala de Cultura, por mencionar solo algunos ejemplos.
Cientos de personas, unas 500 según la organización, participaron en la marcha, bajo el lema “Barrios unidos contra el racismo y los desahucios”, que comenzó en la plaza Once de Septiembre (donde se produjeron los disturbios más graves de la oleada vandálica en el barrio de Cerdanyola) y llegó al Ayuntamiento coincidiendo con el pleno municipal. El objetivo fue denunciar desigualdades entre barrios y la falta de respuesta institucional ante la crisis de la vivienda. Según el Sindicat d’Habitatge de Mataró, esta semana había previstos al menos 10 desahucios.
En el pleno municipal hubo varias intervenciones para explicar los motivos de la movilización. Una vecina del bloque Pascual, en La Habana, denunció la dejadez en el mantenimiento de los pisos de protección oficial y la incertidumbre sobre la renovación de los contratos de alquiler. Junto con vecinos de otro bloque en Cerdanyola, se habían organizado con el Sindicat d’Habitatge de Mataró.
También intervinieron miembros del Sindicato y de la Organización Juvenil Socialista, que alertaron sobre la normalización del racismo y denunciaron la presencia de VOX y grupos ultras en la concentración del martes en Cerdanyola. Criticaron, además, al gobierno del PSC y En Comú Podem por adoptar, según dijeron, políticas y discursos propios de la extrema derecha.

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