Marta Pedrico amb el seu llibre ‘Bona nit, Pau!’
Marta Pedrico amb el seu llibre ‘Bona nit, Pau!’

Marta Pedrico: "Me emociona propiciar momentos bonitos entre padres e hijos"

Entrevista a Marta Pedrico Paniagua, autora del cuento 'Bona nit, Pau!', editado por Babidi-bú y que supone el debut de esta periodista mataronina

‘Bona nit, Pau!’ es el nombre del primer cuento que la mataronina Marta Pedrico Paniagua acaba de editar. Lo edita Babidi-bú y supone el debut de esta periodista con un libro que parte de una situación real y, sobre todo, plantea más una opción, una manera y una filosofía que una solución o una varita mágica. Con el trazo de la mexicana Anahí Echevarría, Pedrico plantea una especie de paseo por el bosque y el mundo, con los diferentes animalitos como ejemplo, para que el protagonista no se angustie ni por tener que irse a dormir sin hacer pecho ni por ninguna otra situación. La Librería Maresme acoge este sábado la primera presentación de un volumen en el que esta antigua compañera de trabajo del entrevistador ha querido compartir una manera de entender la relación entre los niños y sus padres en este mundo nuestro de cada día.

¿Cómo llega el día en que decides escribir un cuento?

Esta historia está escrita desde hace unos cuatro años. No recuerdo bien el momento pero viene de cuando dejé de darle el pecho a Pau, mi hijo. Hicimos lactancia hasta los dos años y medio, primero retirándosela de día y luego de noche, y hay un momento en el que ves que tu hijo, cuando ve que no tiene pecho por la noche, se transforma casi en otro ser, como un hombre lobo. Pau se quejaba y se preguntaba cómo lo haría, y pensé que tenía razón en una cosa: no le había explicado antes ni el qué ni el cómo. A partir de ahí empecé a pensar en cómo lo habría podido anticipar, cómo le habría podido ayudar y fui construyendo una historia en mi cabeza, y llegó un día que, ya embarazada de mi segunda hija -Marina- y estando de vacaciones, me quedé sola en casa y lo escribí de un tirón. En una tarde.

Tenemos la historia. ¿Cuándo la utilizas?

A mí siempre me ha gustado escribir, inventar, imaginar. La escribí y quedó en el ordenador durante tiempo. De vez en cuando la miraba, pero cuando Marina creció empecé a leérsela a los dos en el iPad. Con mi hija fue diferente porque pudimos anticiparle que el pecho se acabaría, que igual que su hermano y Pau del cuento no lo hacían, etcétera. Y realmente nos ayudó.

¿Es un cuento solo para dejar el pecho?

No. Es una historia que puede servir para otros momentos. Es un viaje de un niño con su madre: él tiene una inquietud, se la cuenta a ella y la madre lo escucha y le ayuda a buscar una respuesta. Este proceso se aplica aquí y en muchos otros puntos y situaciones, y seguramente no solo en niños pequeños. Son situaciones universales.

¿La clave es la paciencia?

Yo no tengo ninguna intención de dar lecciones a nadie sobre cómo hacer las cosas. Explico un recurso sobre cómo se pueden ofrecer al hijo o hija diferentes opciones. El mundo no se acaba, encontrarás una solución, y lo mejor que se puede hacer con una preocupación es compartirla porque siempre habrá alguien que te puede ayudar a encontrar la solución. Para mí, el principal valor del libro es hablar de la complicidad entre madre e hijo y cómo, hablando y ayudándose, solucionan lo que haga falta.

¿Cómo llega esta historia, que leías en el iPad, a convertirse en libro?

Se logra con la suma de muchos factores. Un día me enfadé conmigo misma reprochándome que no podía tener ideas y proyectos y no llevarlos a cabo. Tantas ideas sin ejecutar no podía ser, y pensé en la historia, en intentarlo. Lo primero que hice fue enseñársela a mi madre y a mi cuñada, y a las dos les encantó. Pensé que quería probarlo y empecé a hablar con editoriales. Hace dos años, con la primera editorial que me dijo que sí, empezamos a trabajar.

¿Cómo llegas a la ilustradora Anahí Echevarría?

La editorial tiene diferentes ilustradores y desde el primer momento en que vi cómo dibujaba me enamoré de su trabajo. Su estilo tiene un punto mexicano, creo, y eso es algo que me gusta. Por los colores, por las formas, por el universo. Tiene un trazo casi místico que hace que todo parezca una historia con un punto onírico. Encajaba con la historia, conmigo y con Pau. Así que ella: Anahí. Le pedí que el protagonista no fuera una representación de mi hijo, pero sí que tuviera elementos como el pelo largo o las plumas de indio, que a él le gustaban y que también pueden recordar a los aztecas mexicanos. Este libro es como un regalo para él. Los personajes se parecen a nosotros porque vio fotos y se inspiró en ellas. Le pedí que, aunque la historia transcurra de noche, tuviera luz y color. Y sí. El proceso ha sido muy bonito, he podido participar activamente y creo que el resultado es muy bueno.

Hay un detalle: la madre está embarazada de la segunda hija.

Cuando aparece la madre de cuerpo entero, se le nota la barriguita, sí. Quería hacerle este guiño a mi hija pequeña, pero además es un detalle real: cuando hicimos este proceso de dejar el pecho con mi hijo, yo ya estaba embarazada. Tengo la sensación de que las madres embarazadas solo aparecen en los cuentos cuando van a tener un bebé, y durante el embarazo pasan muchas otras cosas. Si la madre está embarazada mientras le suceden cosas al hijo mayor, naturalizo que lo está y que hace el proceso en este caso con Pau.

¿Has sorprendido desvelándote como autora de cuentos?

El proceso lo he mantenido en secreto. Lo sabían mis padres, mi hermano y mi marido. Mis hijos lo vieron cuando llegaron las cajas. De momento, la recepción es muy positiva entre la gente cercana. Me hace ilusión imaginar que alguien, en su casa, tendrá un momento de intimidad agradable y bonito gracias a mi libro. Eso me emociona.

¿Quieres mostrar un modelo de madre?

Simplemente expongo un recurso que yo utilizo: la búsqueda de respuestas pausadas, a su tiempo, ante situaciones que puedan inquietar. Pero a la vez, cuando Pau se desesperó, no reaccioné así. Poner temas sobre la mesa antes de que ocurran siempre es recomendable, pero no es ninguna solución mágica. Si alguien encuentra en el libro un recurso, mejor. Siempre he tenido un mundo imaginario muy grande, y con los niños lo he recuperado mucho. Tener hijos ha sido recuperar el recuerdo de jugar: he jugado más con ellos que cuando era niña. Este libro surge de estar muy inmersa en su mundo, escrito cuando podía estar mucho más con ellos y podía bajar el ritmo. Son recursos, insisto, no consejos. Leer cuentos siempre es bonito, y de todos se puede aprender algo.

¿Mataró es lo suficientemente amigable con los niños?

El mundo no lo es. Creo que es necesario preservar la infancia de los niños y niñas, y en general los empujamos a un ritmo demasiado alto, que es el ritmo de los adultos. Porque no tenemos más remedio o no tenemos más recursos, seguramente. Pero lo hacemos. Los hacemos crecer muy rápido, les damos muchas obligaciones, los hacemos pasar demasiadas horas fuera de casa. Intento mantener pequeñas burbujas y defender que los niños son niños, que tienen otro ritmo y que deben poder jugar, ir poco a poco y no estresarse.


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