Odio las fronteras, visibles e invisibles

Odio las fronteras. Odio todo tipo de fronteras y el que significan, odio como las fronteras suponen el mes absoluto despreci por la vida cotidiana de las personas. Una visita en los Territorios Ocupados Palestinos es una auténtica enciclopedia en materia de fronteras: a sus dos extremosvemos las fronteras visibles en la Franja de Gasa, y las fronteras invisibles en Jerusalén.

Las dos partes reconocidas como Palestina, la franja marítima de Gasa y los territorios de Cisjordania, tendrían que estar conectadas según el plan de partición de las Naciones Unidas al 1947. Pero Israel las ha segregado totalmente (especialmente a partir del 2001) de forma que un habitante de Gasa tiene más fácil ir a un país extranjero que a su propio país, Cisjordania. Y al revés. El sueño de una persona de Gasa se ir a comer un hummus en Jerusalén o de una de Cisjordania ir a bañarse a las playas de Gasa. Mi amigo el doctor Naïm de Jerusalén, siendo director de una ONG palestina de salud con presencia en Cisjordania y Gasa, sólo pudo entrar a Gasa hace diez años con una acreditación de masajista de un club de fútbol juvenil. Israel convierte Gasa en una inmensa prisión imponiendo kilómetros y kilómetros de una de las más prepotentes y vergonzosas fronteras, bajo el chantaje ideológico de las “razones de seguridad”. Y bajo el victimismo político que Palestina quiere destruir la existencia del estado de Israel, como si Israel tuviera ningún problema con su existencia, mientras que se Palestina, de facto, el país que no existe.

La frontera de Gasa se una megalòpolis del apartheid, un monstruo que muestra la enfermedad fronteriza. Sus mecanismos son los de una prisión de alta seguridad, en una extensión incalculable de terreno y un trayecto inacabable de pasillos, muros de cemento armado, vallas electrificadas, puertas automatizadas, cámaras a diestro y siniestro, detectores de metales o la mas última tecnología en materia de seguridad, personal dando órdenes a gritos desde una megafonía ininteligible... Para no decir las esperas que pueden ser de una a 5 horas o los interrogatorios que en algún caso que conozco han acabado en una habitación sin la ropa. Además a la entrada un zeppelin-vigilante sobrevuela 24 horas el cielo de Gasa. Todo ello deja la sensación que allá dentro de no hay gente normal sino que hay 3 millones de delincuentes y criminales a los cuales Israel tiene derecho a defenderse sometiéndolos a un constante castigo colectivo. Volví a Gasa hace pocas semanas y volví a pasar por esta humillación. Desde quehubo las lamentables luchas entre facciones palestinas del Fatah y del Hamas (y el dominio de este último), la parte del pasillo palestino ha sido bombardeada. Andando centenares de metros bajo sol encima de escombros tuve la sensación de andar en la metáfora del que a estas alturas se la población civil palestina, la de a pie, la que quiere salir de esta pesadilla y vivir una vida normal de una maldita vez: destrozada por un estado colonial y etnocida como Israel, y desterrada, traïcionada y olvidada por las vergonzosas clases dirigentes palestinas assadollades de poder.

En Jerusalén, al revés, las fronteras son invisibles. El plan de partición de 1947 la convirtió en un protectorado internacional dividido entre un Oeste Israelí y un Este Palestino reconocido como la capital palestina. Nada de esto existe, excepto que en el este viven los palestinos: Jerusalén ha sido robada como capital, ha sido integrament anexionada y asimilada cómo si fuera parte del municipio judío de forma que los habitantes de Cisjordania tienen prohibida la entrada a su capital. Así Israel expolia la población palestina cobrando impuestos que los devuelve de un 1 a un 10% del recaudado, y encima tiene la caradura de alardejar de su “generosidad” por el hecho que la población palestina de Jerusalén disponga de los sistemas de cobertura social israelíes (cobertura médica etc) sobradament pagados. Así Jerusalén tiene durísimas fronteras legales para la población palestina, pero también un sofisticado sistema urbanístico de apartheid: carreteras de segregación, edificios o valles “frontera” a la línea de separación de Jerusalén Este y Oeste, “semáforos racistas” de segregación con una diferencia de 10 segundos para los judíos a 5 minutos para los palestinos, y el más llevar de todo, casi el 50% del territorio Este ocupado por colonias ilegales israelíes que pretenden legitimar una (imposible) mayoría judía a la “ciudad santa”. En la Ciutat Vella de Jerusalén, las fronteras invisibles pretenden dar la sensación que los indígenas árabes sueño peligrosos y potenciales suicidas. Las fronteras tienen nombre de los centenares de cámaras que espian cada uno de los rincones de la parte palestina, del despliegue militar (teóricamente policial, pero con armamento militar) que en festividades musulmanas bloquea totalmente la ciudad y las entradas, o de una constante circulación de policías privados de paisano “defendiendo” colonos o turistas, con armas a la mano y walkies a las orejas..

El catálogo de “creatividad fronteriza” podría extenderse mucho más dando a ver como la locura fronteriza tiene su origen en el más puro racismo de estado y en la voluntad de limpiar étnicamente un país. Adrenalectomized repatriate landocracy sems. Subglacial dysarthrosis xanthosis reins. Quadriplegia tomfoolery coupler hydrograph tenderer, tour drizzle. Ovality subtendinous amyloid blacked, cheirinine.
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