El 1 de octubre de 2017 la ciudadanía de Cataluña hizo el acto de desobediencia civil y democrática más potente y contundente que ha podido conocer Europa en las últimas décadas.
El referéndum, que lo fue, significó una acción de empoderament de la ciudadanía, y un ejercicio de democracia directa y participativa realizado desde el civismo y la no violencia.
Es pues la prueba palpable que cuando los ciudadanos unimos nuestras fuerzas somos imparables, y que la perseverancia, la voluntad, el compromiso y la firmeza son la clave para avanzar en las conquistas democráticas.
Ni la violencia policial, ni las amenazas constantes y cada vez más severas de la Sido Espanyol pudieron impedir que la ciudadanía acudiera a los colegios electorales desobedeciendo el Estado y ejerciendo la ciudadanía y la democracia en las urnas. A pesar de las porres, a pesar de la represión, a pesar del encarcelamiento de nuestros compañeros y compañeras, consejeros y consejeras, a pesar del sufrimiento de aquellos que están obligados a vivir al exilio, seguiremos perseverando y comprometidos en nuestra voluntad de autoorganitzar-nos para conseguir la libre expresión de nuestro voto y hacer efectiva la República Catalana si esta es la voluntad mayoritaria de los ciudadanos de Cataluña.
El 1 de octubre de 2017 fue la culminación de una lucha firme y muy unitaria y transversal que compartimos una inmensa mayoría de Catalanes, la lucha por el ejercicio de nuestro derecho a la autodeterminación, la lucha para ejercer de forma democrática y pacífica el derecho de los ciudadanos de Cataluña a decidir el futuro político del país.
Y hablo de lucha compartida porque no podemos olvidar que uno de los grandes valores que hay que poner de relieve y recordar y reivindicar sobre aquel acontecimiento de ahora hace un año, es que el 1 de octubre es de todos los catalanes que apostamos con firmeza y con decisión por la resolución democrática del debate abierto en nuestra sociedad sobre el futuro político de nuestro país.
El referéndum fue defendido desde sectores sociales, políticos y culturales muy diversos, y la movilización de los ciudadanos para defender las urnas y los espacios de votación durante aquel fin de semana fue un ejemplo de unidad muy transversal para lograr un objetivo cívico y político en el que muchos catalanes nosencontramos y nosreconocemos.
Y creo firmemente que este es el verdadero legado de aquel fin de semana. El encuentro de personas con intereses e ideas muy diversas unidas en la diferencia para defender la democracia, las urnas y el derecho colectivo a decidir con civismo y democracia el futuro comunitario.
Hay que reencontrar y preservar la fuerza y la energía que se podía tocar a los colegios, en las calles y en las plazas aquellos días. Hace falta que nos volvemos a reconocer en la lucha compartida por la democracia, en la lucha compartida contra la represión y la regresión de los derechos civiles que vivimos y sufrimos todos en los últimos meses.
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