En el último año y medio, la Policía Local ha actuado en 450 casos de ocupaciones en Mataró. Una cifra enorme, pero que detrás esconde auténticos dramas y situaciones mucho más complejas del que puede parecer en un primer momento. Porque ni todas las ocupaciones son por emergencia en vivienda, ni todas son para hacer actividades delictivas. Y a menudo, ambas realidades se difunden como pasa en un edificio de la calle Siete Partidas, al barrio de Rocafonda.
"Al 2015 teníamos tres pisos ocupados que más o menos hacían su vida, pero no eran especialmente problemáticos; todo va cambiar en enero de 2017, cuando uno de ellos, presumiblemente el del tercer piso, manipuló el cuadro eléctrico y se cargó toda la instalación del edificio". Quique Badia, periodista y vecino del bloque de pisos afectado, explica que esta situación hizo cambiar radicalmente la relación con los vecinos. Más todavía cuando durando el transcurso de las obras para poner al día la instalación eléctrica, se ocupó un cuarto inmueble por parte "de un hombre miembro de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH)".
Esta persona amenazó al anterior presidente de la escalera al quemar el edificio cuando se le cortó la electricidad. "Pensaba que lo había hecho el presidente, pero fueron los guardas de seguridad del banco propietario", destaca Badia. Que sea miembro de la PAH, según los vecinos, no es un dato irrelevante, puesto que la entidad le puso un abogado defensor... Por el juicio de amenazas, hecho que va atiar las diferencias entre vecinos y la plataforma.
Un conflicto creciente
Naturalmente, la escalada de tensión al edificio fue enorme, más todavía cuando los vecinos se alertaron de una serie de movimientos y tránsito de personas con un piso ocupado a la segunda planta que bien podía estar relacionado con las drogas. Cuando uno de estos visitantes rompió el vidrio de la puerta del bloque para entrar, los vecinos se hartaron y se plantaron ante el piso ocupado. "El ocupa salió con un destornillador amenazándonos; acabó detenido y la puerta se va tapiar para evitar que volviera", desgrana Badia.
Los vecinos, pero, todavía tenían que presenciar un último episodio, que llega cuando "uno de los ocupantes acogió su hermana y decidió que el otra inquilino a quien le había vendido una habitación tenía que ir fuera; se pegaban y un buen día le jodieron todas las cosas fuera, al recibidor del edificio". Todo esto mientras "ellos se pasan la electricidad entre unos y otras", relata el vecino, difuminando la línea entre la necesidad y los perfiles delinqüencials. ""Después del incidente con el vecino de la PAH se abrió un canal de comunicación con el colectivo y se pudo reconducir la situación. Hoy ha regularizado su situación y los vecinos no tienen quejas sobre la familia quevive, pero creo que haría falta que la comunicación entre vecinos y plataformas no fuera una excepción, si no la norma", añade. En este sentido, ha habido algún encuentro en sintonía con algunas asociaciones de vecinos de la cualhan surgido acuerdos para minimizar el conflicto.
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