En pleno inicio de la temporada estival y con la presión policial intensificada en los puntos calientes de la ciudad, Mataró consolida un modelo pionero en Cataluña: patrullas mixtas y diarias entre Mossos d’Esquadra y Policía Local, conocidas como Guilla. Esta unidad, que combina información, competencias y músculo operativo en un solo dispositivo, se ha convertido en la herramienta clave para mantener a raya la delincuencia urbana, sobre todo la multirreincidencia. Su éxito ya no es una apuesta, sino una realidad contrastada.
Un equipo de Capgròs y Elcaso.cat ha podido acompañar una de las patrullas de la Unidad de Seguridad Ciudadana de los Mossos d’Esquadra durante una tarde del mes de mayo en Mataró, constatando de primera mano la intensidad de la actividad policial preventiva y la complejidad de gestionar la convivencia y la seguridad en determinados barrios de la ciudad. Lo podéis ver en el siguiente vídeo.
Un modelo exclusivo y estable
Ninguna otra ciudad del país cuenta con un dispositivo policial similar. La colaboración entre cuerpos habitualmente se limita a dispositivos puntuales o temporales. En cambio, en Mataró, los Guilla patrullan juntos cada día, mañana y tarde, con motos de alta cilindrada que les permiten ser ágiles e imprevisibles. Este despliegue diario y estable se ha convertido en una de las grandes diferencias respecto a otros municipios que padecen problemas similares.
Mataró es la única ciudad con este modelo de dispositivo policial
El nacimiento de la unidad fue fruto de la iniciativa conjunta del cabo Rosales (Policía Local) y el cabo Boltas (Mossos), que apostaron por un modelo de patrullaje basado en la proximidad, la presión constante y la respuesta rápida. Hoy, tres años después, este experimento se ha institucionalizado y cuenta con el pleno apoyo tanto de los mandos de ambos cuerpos como del Ayuntamiento.

El control de las plazas de los barrios, prioridad
Una tarde de patrulla
La acción comienza en el frente marítimo: cacheo y denuncia a un “habitual”
La tarde de los integrantes de la unidad Guilla se inicia con dos briefings respectivos en la comisaría de la Policía Local y en la de Mossos. Rápidamente, sin embargo, se encuentran conjuntamente, comparten novedades y manos a la obra. Suben a las motos, elemento clave: los hace mucho más ágiles y les permite llegar a lugares como el centro de plazas donde no sería posible con los coches patrulla. Y pronto comienza la acción. En el frente marítimo, un individuo conocido por los agentes, que circula en coche, es interceptado gracias a una maniobra que solo se puede hacer en moto. Lo reconocen enseguida, lo cachean y le encuentran material presuntamente sustraído. Es denunciado, una vez más.
Justo después, en dirección a una plaza, los agentes identifican a otro hombre: entra y sale de prisión, con más de veinte antecedentes y a menudo con órdenes de búsqueda y captura activas. Hoy no tiene ninguna y lo dejan ir, pero sabe que la vigilancia no cesa.

Las motos de la Guilla patrullando el Paseo Marítimo
A última hora, operativo en una barbería donde se trafica
La patrulla continúa. En la zona de la playa, los agentes identifican un grupo de jóvenes con diversos antecedentes por robos con fuerza y estafas. Cachean a algunos, a otros solo los observan. Los conocen. Algunos ya han pasado tres o cuatro veces por comisaría. Más adelante, en un bar conflictivo de Cerdanyola, se cachean varios parroquianos. Al mismo tiempo, por radio llega un aviso: agentes de paisano han detectado a un hombre con cocaína y han rastreado el origen de la sustancia hasta una barbería. Hay que intervenir. Los Guilla, aunque ya volvían a comisaría, cambian de planes. El operativo en la barbería sale bien: se confisca droga y se detiene a uno de los responsables por tráfico.
En esta tarde de patrulla, el trabajo es constante. No hay pausa real: el café que los agentes toman en un bar de Rocafonda es, en realidad, una reunión de trabajo improvisada. Comparten imágenes de una bicicleta robada y especulan sobre dónde puede haber ido a parar. El presunto ladrón es, de nuevo, un viejo conocido, como tantos otros que la policía tiene fichados. Mataró no es un territorio de impunidad. Esa es la misión de la USC: presionar, intervenir, hacerse notar y marcar presencia. No solo para hacer cumplir la ley, sino para transmitir un mensaje claro a los reincidentes: la policía os vigila.

El distintivo de la Guilla, escuadrón que ya lleva casi tres años patrullando Mataró
Resultados que hablan por sí solos
El trabajo de 2024 a cargo de la unidad lo demuestra: 446 personas detenidas, casi la mitad capturadas in fraganti. Otras 218 fueron arrestadas por requerimientos judiciales activos, un dato que demuestra la eficacia de la unidad en la localización de fugitivos o individuos con órdenes de detención pendientes. El balance del año pasado también deja 1.661 actas de decomiso, de las cuales 1.457 son por drogas y 204 por armas. Esto equivale, prácticamente, a sacar un arma de la calle cada dos días.
El simple hecho de ver motos ya disuade a los delincuentes
La fuerza del modelo radica en la presión constante. Los agentes conocen los barrios, los habituales, los puntos calientes. El simple hecho de ver motos de Guilla deteniendo, cacheando e identificando personas a diario ya es, por sí solo, un mensaje disuasorio. “Hay jóvenes que saben que los podemos cachear dos veces por semana. Y eso hace que se lo piensen dos veces si llevar droga o una navaja encima”, explica uno de los responsables del dispositivo.

Los agentes motorizados, en plena acción
Trabajo quirúrgico, conocimiento del territorio
Guilla no actúa al azar. Su trabajo se dirige a espacios donde la presencia policial tiene mayor impacto: las plazas de distintos barrios de la ciudad, la zona de la estación o el frente marítimo. Allí se combaten delitos contra el patrimonio, tráfico de drogas y, sobre todo, se acosa la reincidencia. Cada operativo se basa en la información actualizada que comparten ambos cuerpos, lo que permite una actuación más afinada. A la hora de actuar, se trabaja de forma planificada pero a la vez son capaces de improvisar, con acciones rápidas y resultados inmediatos.
Un equipo que no quiere frenar
Fueron los primeros en llegar cuando apuñalaron al padre de Lamine
La intensidad del dispositivo, sin embargo, tiene un precio. Sus responsables no solo se preocupan de la estrategia, sino también de cuidar al equipo humano. “Muchas veces nuestro trabajo es frenarlos. Quieren estar en todas partes, quieren llegar siempre primero”, explican Rosales y Boltas. Y a menudo lo consiguen: fueron los primeros en llegar cuando apuñalaron al padre de Lamine Yamal el verano pasado y también fueron clave en las identificaciones y detenciones durante los disturbios recientes en Cerdanyola.

La agilidad y rapidez que dan las motos son un elemento clave
El reto de mantener la intensidad sin quemar a los agentes es constante. Pero el equipo, formado por agentes vocacionales y cohesionados, lo asume como una responsabilidad. La mayoría son voluntarios, comprometidos con una misión que ha cambiado la dinámica de barrios que antes parecían perdidos. El objetivo no es solo hacer cumplir la ley, sino recuperar espacios para los vecinos.
“Ya no pueden hacer lo que quieren”
Los responsables del dispositivo no tienen ninguna duda de que Guilla es hoy una necesidad para Mataró. Su continuidad no depende solo de voluntades políticas, sino de la evidencia: el modelo funciona, la ciudadanía lo ve y lo agradece, y la ciudad ya no es la misma. “Los hemos sacado del centro de la plaza”, afirma uno de los cabos. “Saben que no pueden hacer lo que quieren. La policía está aquí, y los vigila”.
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