Con la llegada del solsticio de verano, las familias comienzan a prepararse para una de las noches más esperadas del año: la verbena de San Juan. Entre petardos, farolillos y cenas al aire libre, hay un elemento que destaca por encima de todos y que conviene tener controlado con antelación: la coca. Pensar con tiempo dónde comprarla y encargarla es casi una obligación si no se quiere improvisar a última hora con opciones escasas o de menor calidad. Los días previos son clave para saber con quién y cuántos compartiremos mesa, si al grupo le gusta con crema, con chicharrones o con fruta confitada, y también para hacer números, porque en ningún caso la coca es un capricho barato.
Aunque los supermercados y hornos industriales ofrecen cocas durante todo el día y a menudo a mejor precio, el Gremio de Pasteleros reivindica —como también ocurre en Reyes con el roscón— que estas son fechas para apostar por la elaboración artesana. No solo por el sabor, sino también por preservar el oficio y dar valor a los productos de calidad, hechos con tiempo y criterio. La coca de San Juan no es solo un postre: es una pieza central del ritual colectivo, y como toda pieza clave, conviene elegirla bien, reservarla con tiempo y tenerla lista para cuando llegue la hora de brindar y disfrutar de un buen trozo entre hogueras y bengalas.

Pastelerías hay como longanizas, muchas y para todos los gustos. También hornos de pan. Algunas de las opciones en la capital del Maresme pueden ser:
Casa Graupera
Es una de las pastelerías con más historia de Mataró y una referencia indiscutible en la elaboración de productos artesanos. En Navidad, sobre todo, los barquillos. En San Juan, mantienen su sello distintivo con cocas elaboradas a mano y con ingredientes de primera calidad, como huevos frescos, harinas seleccionadas y fruta confitada de elaboración propia. Su apuesta por la tradición se expresa tanto en la variedad clásica con crema o fruta, como en versiones más innovadoras para que quienes no sean tan fans de la coca también tengan algo dulce para celebrar San Juan.
Sacher
Conocida por su pastelería fina y elegante, también se vuelca con entusiasmo en la verbena de San Juan, ofreciendo cocas hechas con gran precisión y un acabado delicado. En este obrador, situado en el centro de Mataró y liderado por Antoni Pons, la coca es una oportunidad para demostrar que el arte de la pastelería brilla especialmente cuando es fiel a la tradición. Por eso su clientela es de las más fieles de la capital del Maresme, porque confían en su forma de trabajar: sin artificios, con exigencia y dando la máxima importancia a cada encargo. Sacher siempre es sinónimo de éxito.
Maica
La referencia en el corazón de Rocafonda, donde su esquina es punto de peregrinación justificada. Maica es sinónimo de pastelería moderna pero arraigada en la tradición. Durante los días previos a San Juan, su actividad se intensifica con una producción de cocas 100% artesanales, hechas en su obrador con recetas propias y una selección muy cuidadosa de materias primas. En Maica dan mucha importancia a la textura y al punto de cocción: sus cocas son esponjosas, aromáticas y con un equilibrio perfecto entre dulzor y sabor.
Forners Bargalló
Una especie de secreto a voces, en la calle Argentona, porque puedes pasar por delante y no darte cuenta. Pero el horno de Emília y Mingo combina la esencia del horno de toda la vida con un obrador activo y exigente, que cuida hasta el último detalle en la elaboración de las cocas de San Juan buenísimas que hay que encargar. Son generosos como ellos solos y ofrecen todas las variedades clásicas, de las que hacen quedar bien. Cada coca suya siempre habilita un diálogo. Alguien pregunta “¿de dónde es?” y a partir de ahí ya hay más gente en el ajo de una clientela fiel que no entiende una verbena sin haber reservado su coca con días de antelación.
Uñó
La pastelería que sostiene con fidelidad la bandera de las mejores, en la Riera de Mataró. En San Juan es uno de los días en que al bullicio habitual de clientes se le suma la estampa de una cola disciplinada para los encargos. Todos sus integrantes saben que yendo a ‘Ca l’Uñó’ van a triunfar. Sus cocas son reconocidas por su esponjosidad y por el sabor auténtico de las elaboraciones artesanales. Destaca especialmente la coca con chicharrones, una de las más demandadas por los clientes, pero también sorprenden con rellenos de cabello de ángel o combinaciones de crema y piñones que recuperan el sabor de las verbenas de antes.
Forn Pastisseria Clavé
Un clásico de toda la vida en el Pla d’en Boet que también responde por San Juan. Quizás tiene menos nombre que otros establecimientos, pero quienes confían en él saben que nunca defraudan. Aquí, el proceso empieza días antes con una planificación precisa para tener todos los pedidos a tiempo, pero sin renunciar nunca a la producción artesanal. Sus cocas tienen una presentación impecable y una calidad constante gracias a la experiencia acumulada y la atención personalizada. El objetivo de Clavé es que cada coca llegue a la mesa como una auténtica celebración.
Rosaga Pastissers
Terminamos en Cerdanyola, donde Rosaga mantiene bien alto el estandarte de pastelería popular que —en cierto modo— había compartido con La Moreneta hasta que esta segunda cerró. En San Juan, trabajan intensamente para ofrecer cocas creativas pero siempre partiendo de una base bien elaborada. Todas las masas son fermentadas lentamente y en ningún momento utilizan preparados industriales. Sus cocas destacan por una estética muy cuidada y sabores bien integrados: desde las clásicas de crema y fruta, hasta propuestas que incorporan ingredientes como praliné o frutos rojos naturales.
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