El reloj corre para el proyecto Maresme EuroVelo 8. La comarca del Maresme tiene solo doce meses —hasta el 30 de junio de 2026— para desplegar uno de sus elementos centrales: el carril bici que debe recorrer todo el litoral maresmense y conectarlo plenamente con la red europea de rutas ciclistas EuroVelo. Con el proyecto aprobado en 2024 y una subvención de más de tres millones de euros ya asignada, este próximo año será clave para convertir la idea en una realidad tangible.
El Maresme EuroVelo 8 es una apuesta estratégica del Consell Comarcal para transformar el modelo turístico de la comarca. El objetivo es claro: pasar de una oferta centrada casi exclusivamente en el sol y playa a un modelo que promueva el turismo sostenible, activo y de naturaleza, aprovechando el encanto paisajístico y la proximidad con Barcelona. El proyecto forma parte del Plan de Sostenibilidad Turística en Destinos del Ministerio de Industria y Turismo, y se financia a través de los fondos europeos Next Generation EU, en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia.
Con un presupuesto de 3.090.631 euros, el proyecto incluye 20 actuaciones distribuidas en cuatro grandes ejes: transición verde y sostenible, eficiencia energética, transición digital y competitividad. Pero el corazón del proyecto, lo que debe coser física y simbólicamente la transformación, es la conexión ciclista a lo largo de la comarca, especialmente por el trazado de la carretera N-II, que se prevé adaptar y equipar para hacerla compatible con el uso cicloturista.

La Ruta del Mediterráneo
Esta conexión no es solo una mejora de movilidad, sino una puerta de entrada a una nueva economía turística. La EuroVelo 8, también conocida como la "Ruta del Mediterráneo", atraviesa Europa desde Cádiz hasta Chipre, y la integración del Maresme en este eje internacional abrirá las puertas a un público cicloturista europeo que busca opciones sostenibles, saludables y de calidad. Las actuaciones previstas incluyen la mejora y señalización de caminos, la renaturalización de paisajes, la creación de puntos de carga y reparación de bicicletas, la instalación de pérgolas solares y la digitalización de la oferta turística. También se impulsará la creación de un ente gestor que coordine el destino y garantice la continuidad del proyecto más allá del período subvencionado.
- Pero con todo ello, el tiempo es limitado. Aunque las obras podrán extenderse hasta mediados de 2026, las fases clave del despliegue de la infraestructura ciclista deben arrancar y avanzar decisivamente durante el próximo año.
- El reto es mayúsculo: transformar la movilidad, el paisaje y el turismo del Maresme en solo doce meses.
- La cuenta atrás ha comenzado. Y del ritmo de este año dependerá si el Maresme se convierte realmente en un referente europeo de turismo sostenible o si pierde la oportunidad de sumarse, con fuerza, a la gran red cicloturista del continente.
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